El papel del microbiólogo en los circuitos de trasplante es fundamental para conseguir los principales objetivos, tanto en lo que a evitar la trasmisión de infecciones se refiere, como a indicar la profilaxis adecuada según los casos y para evitar la pérdida innecesaria de órganos. Un desarrollo óptimo de los cribados es fundamental y en el caso de la hepatitis C se ha comprobado que se pueden aceptar donantes con infección activa.
Juliana Esperalba, del servicio de Microbiología del Hospital Universitario Valle de Hebrón, ha participado en el XXIV Congreso Nacional de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, con una ponencia sobre el cribado de donantes de órganos desde la perspectiva del microbiólogo.
Esperalba ha destacado la importancia de la inclusión del microbiólogo en los programas de trasplante, teniendo en cuenta que gran parte de todas las decisiones “deben ser tomada en tiempos muy cortos y las respuestas deben ser rápidas”.
Introducir las técnicas de diagnóstico para la toma de decisiones en circuitos de atención continuada y de urgencias que deben estar funcionantes 24 horas al día y los siete días a la semana es uno de los retos para los servicios de microbiología, que condiciona su actividad y organización interna y exige formación adecuada de sus especialistas.
Patógenos no endémicos en España
“No hay ningún problema para introducir estas técnicas para virus como VIH o hepatitis C pero no es tan fácil para patógenos importados que son conocidos en España pero no son endémicos de nuestro país. En estos casos es más difícil encontrar técnicas comerciales y automatizadas para poder dar respuesta en un circuito de urgencias”.
Juliana Esperalba se refirió a las guías que clasifican los diferentes microorganismos potencialmente trasmisibles y según la evidencia científica y experiencia “que actitud debe tomarse ante los mismos, es decir, si hay que rechazar el órgano o si se puede aceptar y en este caso con qué tipo de profilaxis, tratamiento o monitorización estrecha del receptor”.
Esta especialista se refirió a alguna de las novedades de los últimos años como la aceptación del órgano incluso en el caso de serología positiva por hepatitis C, de modo que “no se rechaza el hígado aún con viremia si no se trata de un trasplante hepático, es decir, si hablamos de un trasplante de riñón, pulmón o corazón, estableciendo la profilaxis adecuada y siempre con el consentimiento informado del receptor”.
Mejor que mantener en lista de espera
La disposición en los últimos años de los nuevos antivirales de acción directa ha sido un elemento clave para permitir la aceptación de donantes de órgano con hepatitis C activa. “Se ha visto que la morbimortalidad de mantener al paciente en lista de espera es superior a la que se puede producir con el trasplante del órgano”.
Esperalba insistió en la importancia de la integración del microbiólogo en los circuitos del trasplante y de lograr una comunicación “eficaz e inequívoca con los coordinadores de trasplante y el servicio de enfermedades infecciosas, principalmente”.
Interpretar serologías débilmente positivas
En este sentido, destacó la relevancia del papel del microbiólogo para interpretar los resultados, por ejemplo, en caso de serologías dudosas o débilmente positivas, es decir, que se acerca al límite del punto de corte.
“En determinadas ocasiones podría ser que el potencial donante se hubiera infectado muy recientemente y que la serología fuese negativa, de ahí la necesidad de utilizar otros marcadores o introducir técnicas moleculares confirmatorias para poder aumentar la sensibilidad en el diagnóstico”.
Cribados específicos
Actualmente se criba de VIH, hepatitis, HTLV, sífilis y citomegalovirus de forma universal a todos los donantes y a partir de ahí se indican otros específicos según dónde haya nacido o a dónde haya viajado el potencial donante o determinadas conductas de riesgo sexual o abuso de drogas, así como en función de determinadas situaciones epidemiológicas, como sucede con los virus del Zika, dengue, virus del Nilo occidental o chikungunya, que sí pueden condicionar el trasplante, así como, en estos momentos, el SARS-CoV-2.
Algunas infecciones no contraindican el trasplante pero si requieren de profilaxis o tratamiento en el receptor, como por ejemplo estrongiloides u hongos endémicos, y para alguna de ellas además monitorización de por vida, caso de virus Epstein Barr o citomegalovirus.
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