La cooperativa de distribución farmacéutica Bidafarma, que emplea a 1.700 personas y ostenta una cuota de mercado del 21,80%, tiene claro que su prioridad en la pandemia es garantizar la salud de los empleados y el suministro de medicamentos a la población. Para ello ha implementado una serie de medidas como el establecimiento de turnos estancos entre el personal o la creación de rastreadores internos, con el objetivo de continuar dando servicio con normalidad a sus 10.000 farmacias. Su presidente, Antonio Pérez Ostos, cuenta cómo lo han hecho.
PREGUNTA. ¿Cómo ha conseguido Bidafarma adaptarse a las nuevas necesidades de la pandemia?
RESPUESTA. En el servicio de la farmacia no ha hecho falta adaptarnos, ya que simplemente hemos ido haciendo nuestro trabajo y funcionando como siempre: dándoles el mejor servicio posible. Donde nos hemos tenido que adaptar a marchas forzadas ha sido en el manejo de nuevos productos que faltaron en la primera ola de la pandemia y donde la farmacia cogió el testigo, como los equipos de protección individual (EPIs). Aquí nos encontramos con varias dificultades, ya que estos productos -que venían del sudeste asiático- no estaban disponibles en el mercado europeo, de manera que tuvimos que adaptarnos a comprar en este tipo de mercados. También es cierto que siempre contamos con la ayuda de la Federación de Distribuidores Farmacéuticos (Fedifar), que organizó una traída masiva de este tipo de productos desde Asia a España. Solo en la primera ola les llegamos a comprar, tanto a través de nuestra gestión como la de Fedifar, alrededor 30 millones de mascarillas.
P. Entre sus prioridades ha estado proteger la salud de sus empleados y garantizar el suministro a las farmacias. ¿Cómo lo ha logrado?
R. Para servir a las boticas teníamos que tener protegidos a nuestra empresa y empleados. Para ello decidimos adoptar una serie de medidas que han funcionado muy bien, como la organización de turnos estancos de personas, el teletrabajo, distancia de seguridad, rutas de entrada y salida, rastreadores propios, así como un control de temperatura a la entrada de los almacenes. También ayudamos a proteger a las farmacias, suministrándoles pantallas, mascarillas…
P. Bidafarma ha sido pionera en poner en marcha la figura de los rastreadores internos certificados por organismos oficiales. ¿Cuál es su labor?
R. Esta figura ha evitado una expansión de contagios en nuestros 30 almacenes. Estas seis personas -que han sido designadas por el Departamento de Recursos Humanos de la cooperativa y están acreditadas por la Escuela de Salud Pública Andaluza- son los responsables de velar por el cumplimiento de las medidas de seguridad instauradas y de realizar encuestas de seguimiento de contactos en Galicia, Madrid, Castilla y León, Extremadura, Castilla-La Mancha, Andalucía Oriental y Andalucía Occidental. Gracias a ellas, la incidencia de la covid-19 en nuestros almacenes ha sido baja, y les mantendremos hasta que la pandemia finalice oficialmente.
P. ¿Ha estado el mercado siempre abastecido?
R. Siempre hemos abastecido en medicamentos, aunque en algún momento hemos tenido un déficit de principio activo, pero muy concreto. En general, la industria farmacéutica ha abastecido muy bien el mercado y también toda la distribución española, que ha dado el do de pecho en este sentido, con lo cual en esta época es cuando menos desabastecimiento ha existido dentro de la industria y en la farmacia. La pandemia, además, nos ha hecho ver que en Europa se tenía muy deslocalizada a la industria básica de principios activos (casi el 100% de ellos están fabricados en Asia). Para paliar esta debilidad, la industria europea está trayéndose plantas de fabricación a Europa.
P. A través de Fedifar han propuesto a las a diferentes instituciones sanitarias colaborar en la distribución de la vacuna contra la covid. ¿Qué dificultades han tenido en su almacenamiento y distribución?
R. En Andalucía estamos haciendo almacenaje y logística; y en Extremadura, también, pero junto a otras distribuidoras. La única dificultad que hemos observado ha sido con la vacuna de Pfizer, al tener que estar almacenada a -80º. Para ello tuvimos que adquirir un par de neveras especiales que llevamos a Granada para cubrir la parte oriental de Andalucía y a Sevilla para dar servicio a la zona occidental. La máxima dificultad, no obstante, nos la hemos impuesto nosotros a la hora de manipular las vacunas, ya que solo las manejan cuatros directores técnicos farmacéuticos.
P. ¿Qué proyectos de futuro tienen para apoyar la labor asistencial de la farmacia comunitaria?
R. La pandemia ha frenado la puesta en marcha de nuevos proyectos, aunque seguimos potenciando los de labor asistencial que ya tenemos, como Telederma, un servicio de cribado de precáncer y cáncer de piel. También hemos creado una plataforma global de servicios sanitarios para la farmacia y pacientes, Prevención es vida, donde llevamos la relación con las asociaciones de pacientes, que son indispensables para darnos el feedback de lo que necesitan sus asociados.
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