Él y sus colegas de Biología y Veterinaria están dando jaque (aún no mate) al virus SARS-CoV-2 en el campus de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) para que la actividad presencial (laboratorios incluidos) no pare. Lleva más de 20 años inmerso en proyectos, incluso con patentes registradas, pero cuando Javier Arroyo Nombela habla de los desarrollados para hacer frente a la covid-19, cambia el tono de su voz y transmite la emoción de quien, pese a toda la tragedia, ha vivido algo “inolvidable, solidario, de colaboración multidisciplinar... Nos está marcando nuestra vida”.
Habla en primera persona del plural, porque no está solo. A este catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la UCM le acompañan Jesús Pérez Gil, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular y decano de la Facultad de Ciencias Biológicas, y José Manuel Bautista, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Veterinaria.
En los meses más duros de la pandemia, en la primera ola, cuando las universidades estaban cerradas, ellos seguían yendo. Primero crearon una red de laboratorios, denominada UCM Covid-19, que realizó 25.000 muestras de PCR en más de 200 residencias. Fue a través de métodos convencionales, con hisopos nasofaríngeos, con la validación del Instituto de Salud Carlos III y en contacto con la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
Más tarde, a finales de 2020, impulsaron un proyecto que continúa: Covid-LOT, que ha implicado a muchas profesiones. A día de hoy, han realizado más de 47.000 pruebas en población asintomática o presintomática (estudiantes, personal docente e investigador, y de administración y servicios), con 145 casos positivos y algunos brotes detectados en colegios mayores, mediante análisis semanales.
Han desarrollado un método de detección simplificado mediante PCR cuantitativa en tiempo real que permite hacer un procesamiento de muestras a gran escala, hace que los costes sean más bajos y puede ser exportable a otros colectivos. Los interesados se prestan voluntariamente a realizar unas automuestras de saliva, se hace una extracción rápida del ARN del virus y se analizan con PCR por lotes (10 muestras) con reactivos propios en la Unidad de Genómica de la UCM. En caso de detectarse un positivo en un lote, ya se hacen PCR individuales. En menos de 24 horas, el análisis está realizado y se informa a a las autoridades sanitarias de la Comunidad de Madrid. La identificación y trazabilidad de las muestras se realiza mediante una aplicación desarrollada por el Vicerrectorado de Tecnología.
El proyecto se validó con los Hospitales Infanta Sofía y Puerta de Hierro, que suministraron de forma paralela muestras de saliva e hisopos nasofaríngeos. No prevén fecha de finalización, porque aún detectan positivos.
PREGUNTA: Usted dice que la tasa de positivos covid que detectan en el campus es un reflejo del comportamiento del virus en la sociedad. ¿Se nota ya una bajada a causa de la vacunación?
RESPUESTA: La prospección que hacemos aquí refleja en buena medida cómo está la situación fuera. No hay el número de positivos que detectábamos en enero o febrero, pero todavía tenemos positivos cada semana. Y estamos analizando semanalmente en torno a 3.000 muestras, que es lo que nos están demandado desde los centros, aunque tenemos capacidad para crecer. El proyecto pivota sobre ellos, ya que hacen toda la recogida de muestras. Tras su procesamiento, se comunica el resultado al coordinador covid de los centros.
P. Me imagino que casi todos los positivos serán entre estudiantes...
R. Obviamente, es el grupo con más incidencia, sobre todo en los colegios mayores, porque son convivientes, y ya detectamos puntualmente algunos brotes, de 3, 4, 5 y hasta 6 estudiantes. Este era uno de los objetivos: detectarlos y evitar su desarrollo, pero también estamos detectando entre el personal de administración y servicios, y en personal docente e investigador. Queremos asegurarnos la presencialidad de ciertas actividades que son esenciales en la universidad, como la actividad investigadora en los laboratorios, que tuvimos que pararla en la primera ola, cuando las universidades cerraron.
“Hemos tenido una respuesta rápida porque conocemos la tecnología, sin ser especialistas en este virus”
P. ¿El proyecto tiene fecha prevista de finalización?
R. La intención es seguir hasta agosto. Entre otras cosas, porque estamos diariamente detectando positivos. Luego tendremos que ver cómo evoluciona la pandemia, pero no descartamos seguir después del verano. O, al menos, hasta el primer cuatrimestre.
P. De marzo a junio de 2020 usted y el resto del equipo no estuvieron parados. ¿O bajó su actividad?
R. No paramos. A primeros de marzo, cuando estalla la pandemia y se plantea un panorama crítico, una serie de profesores de la UCM, liderados por José Manuel Bautista, catedrático de Bioquímica de Veterinaria, pusimos en marcha una red de laboratorios, que denominamos UCM Covid-19, donde integramos siete laboratorios; luego se sumaron un laboratorio del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat) y otro del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC). Esta red incluía a profesores, investigadores, técnicos y estudiantes de doctorado que trabajaban en distintas áreas. No conocían el coronavirus, pero tenían una amplia experiencia en la utilización de herramientas de análisis molecular. La idea era aprovechar los equipos de PCR cuantitativa que teníamos en diversos laboratorios y hacer pruebas de detección de SARS-CoV-2.
P. ¿Con esta red hicieron las PCR en las residencias, su proyecto anterior?
R. Esta red estuvo participando activamente desde marzo a mayo de 2020 en el escrutinio del virus en residencias en unos momentos en que la situación era terrible, con tasas de mortalidad muy altas. De hecho, en torno al 60% de fallecidos por covid-19 en la Comunidad de Madrid fallecieron en esas residencias. Analizamos en torno a 25.000 muestras de más de 200 residencias. Este cribado fue muy importante para poder manejar a los enfermos y contener la infección.
P. ¿Hasta qué punto cayó el peso de las PCR de residencias en esta red?
R. El sistema se colapsó. Aparte de los laboratorios públicos de los hospitales, hubo otras iniciativas en paralelo a la nuestra a nivel nacional, todas validadas por el Instituto de Salud Carlos III. Inicialmente, en esos momentos críticos recayó bastante en nosotros.
P. Alguna vez ha dicho que la universidad tiene a los mejores especialistas en PCR cuantitativa...
R. Es una tecnología que emplean muchos grupos de investigación. El mío, por ejemplo, no trabaja en covid ni en virus, sino con células eucariotas (levaduras y hongos) y trabajamos en caracterizar mecanismos que regulan la construcción de la pared celular fúngica en levaduras y hongos, con un enfoque a dianas terapéuticas para nuevos antifúngicos. Por eso el equipo de mi laboratorio emplea esta técnica muy frecuentemente. Esta especialización de mi laboratorio y de otros hace que pueda enfocarse a un objetivo nuevo, como la detección del virus SARS-CoV-2. Aparte, en la Unidad de Genómica que yo dirijo se localizan equipos de PCR de alta capacidad. Por ello hemos tenido una respuesta rápida, porque conocemos la tecnología, sin ser especialistas en este virus.
P. ¿Se ha aprovechado toda la capacidad de las universidades para esta crisis?
R. Creo que, en general, sobre todo en esos momentos críticos y terribles de la primera ola, hubiera sido posible aprovechar un poco más los recursos que teníamos, tanto las universidades como los centros de investigación públicos. El sistema tendría que ser más flexible a la hora de poder facilitar o engranar esta participación de urgencia. Y hablo desde una universidad que se movió mucho. La Universidad Complutense fue un ejemplo a nivel de Madrid, desde luego, e incluso nacional, de cómo se puede movilizar a la comunidad científica en un momento en que es importante.
“España no sabe retener capital humano con talento y el investigador dedica mucho tiempo a tareas burocráticas”
P. ¿Es Covid-LOT el proyecto del que se siente más orgulloso?
R. Nuestro grupo de investigación no trabaja con virus, y en estos últimos 20 años tengo muchos proyectos de los que me siento orgulloso, con resultados importantes para la ciencia, como proyectos de secuenciación de genomas de levadura, que fue el primer eucariota que se secuenció, un hito internacional, entre otros. Pero en este proyecto de marzo y abril con las residencias te quedas con muestras continuas de agradecimiento por parte de las residencias, los residentes, sus familiares... Lo vivimos intensamente, con un compromiso de servicio a la sociedad que nos marcó.
P. ¿No teletrabajaban?
R. No. Estábamos todo el día en el laboratorio. Recuerdo ver Madrid desierto, jornadas de mañana, tarde y noche, con reuniones después de cenar.
P. El proyecto Covid-LOT es un ejemplo de trabajo multidisciplinar. ¿Hasta qué punto es necesario?
R. El trabajo en ciencia tiene que ser multidisciplinar. Y esto es una particularidad tanto de la red Covid-19 UCM como de Covid-LOT. La ciencia de hoy requiere de colaboración entre grupos de investigación dentro y fuera de la universidad, a nivel nacional e internacional.
P. ¿Hay que trabajar más la colaboración público-privada?
R. En los proyectos de mi grupo hemos tenido contactos, vía convenios con empresas farmacéuticas y biotecnológicas liderados por César Nombela. En España hay un nivel muy aceptable en producción científica, pero se echa de menos que las autoridades generen mecanismos que nos faciliten esa transferencia de tecnología entre laboratorios y empresas.
P. A raíz de la crisis, ¿nota más interés de los alumnos por la Microbiología?
R. Sí, por la inmunología, por la respuesta frente a los patógenos... Los alumnos están más motivados.
P. Ha realizado estancias en EE UU. ¿Difiere mucho la forma de trabajar?
R. España está infradotada. La investigación en I+D+i está en torno al 1% del PIB, en la UE en torno al 2% y en EE UU cerca del 3%. Esto marca una diferencia fundamental. Aparte, España no sabe retener capital humano con talento. Lo que viví en EE UU fue la sensación de tenerlo todo a disposición de la actividad científica. Allí el investigador no tiene más preocupaciones: investigar. En España dedicamos mucho tiempo a tareas burocráticas. Esto nos mata.
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