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sábado, 12 de junio de 2021

La pandemia ha tensionado aún más el abordaje de la cronicidad

Profesión
saradomingo
Sáb, 12/06/2021 - 16:30
Infarma 2021
La pandemia ha supuesto un cambio importante en la atención al paciente crónico. (ILUSTRACIÓN: Gabriel Sanz)
La pandemia ha supuesto un cambio importante en la atención al paciente crónico. (ILUSTRACIÓN: Gabriel Sanz)

La pandemia de la covid-19 ha afectado a toda la población y, en concreto, el confinamiento en el hogar, algo insólito, cambió los hábitos de forma radical. “La falta de contacto social y de ejercicio; los cambios en las dietas habituales; la tristeza, el nerviosismo y la angustia, y las consultas por la falta de sueño”, son algunos de los efectos bien conocidos, enumera Lola Murillo, responsable de Cronicidad de la Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria (Sefac).  En contraste, “también hubo gente que disfrutó justo de eso, de tener tiempo, de estar en familia, incluso que comió mejor pues disponían de más tiempo para cocinar”.

En el caso de los pacientes crónicos, ese impacto se ha visto reflejado de forma negativa  en este colectivo. Según Francisco José Sáez Martínez, responsable del Grupo de Trabajo de Cronicidad de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG), “para nuestra sociedad, la pandemia de la covid-19 ha supuesto un cambio importante en la atención al paciente crónico, perdiendo gran parte de los procedimientos de diagnóstico, control y seguimiento de su enfermedad que existen en el Sistema Nacional de Salud (SNS)”, ha declarado a CF. 

Así, el SARS-CoV-2 ha centrado el funcionamiento de los sanitarios y sociosanitarios en la atención de procesos agudos, “obviando las necesidades de los pacientes crónicos e incluso, en algunos casos, dejando de prestar los cuidados necesarios y marginando a estos pacientes a un concepto residual, pese a la importancia de las actuaciones para garantizar su supervivencia”. 

Francisco José Sáez. Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia: “El diagnóstico de la EPOC se ha vuelto a hacer con criterios clínicos, sin confirmación. Es una vuelta atrás de 20 años”

Para Murillo, “el paciente crónico perdió el contacto con su centro de salud, que han estado cerrados durante meses; era imposible contactar, y aun ahora es complicado tener consultas presenciales tanto con los médicos como con el personal de enfermería, y, por supuesto, con especialistas. La pandemia les aisló y el sistema les dejó solos”. 

En resumen, añade Sáez, los pacientes crónicos, al igual que la Atención Primaria y la salud pública, “han sufrido de manera especial esta pandemia, perdiendo gran parte del esfuerzo desarrollado en España para intentar atacar las enfermedades causantes de la mayor morbimortalidad de los ciudadanos”. 

Precisamente, de cómo ha afectado la pandemia a los pacientes crónicos y qué puede hacer el farmacéutico para mejorar la salud y la atención a este colectivo, el congreso Infarma, que se celebrará on line del 15 al 17 de junio, tiene previsto celebrar una mesa redonda en la que participarán Laura Gomà, vocal de la Junta del COF de Barcelona; Sònia Martínez, médico adjunta a la Dirección del Servicio de Atención Primaria Delta del Llobregat; Caridad Pontes, gerente del Medicamento del Servicio Catalán de la Salud de la Generalitat de Cataluña; y Rafael Ruiz, director estratégico de Atención Primaria Del Departamento de Salud de la  Generalitat de Cataluña ‘parón asistencial’. Entre los expertos consultados por CF para tratar este asunto, Murillo considera que el llamado parón asistencial “ha sido un sinsentido, y no se ha sabido gestionar ni explicar”. Y es que el impacto de la pandemia ha afectado a todas las patologías, desde interrumpir los planes y protocolos de seguimiento, aplazándolos en más de un año, hasta “incluso hacerlos desaparecer, como hemos evaluado desde el Grupo de Trabajo en Cronicidad de SEMG, con la participación de los profesionales sanitarios y las asociaciones de pacientes”, comenta Sáez.

José Antonio Amérigo. Asociación de Pacientes Cronic: “Necesitamos hacer mucha más prevención. Nuestro sistema sanitario debería hacer exámenes rutinarios a personas sanas”

En la práctica, apunta José Antonio Amérigo, presidente de  Cronic (Asociación Española de Enfermos y Enfermas con Enfermedades Crónicas), aunque ese impacto ha sido “desigual”, evidentemente “los que más han sufrido y donde más muertos ha habido, ha sido entre los pacientes con patologías respiratorias, entre ellas, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), disnea, bronquitis crónica y enfisema”. Pero también menciona a otras personas que se creían sanas porque no tomaban ninguna medicación y “ahora se ha descubierto que tienen problemas de coagulación y no lo saben”. 

La suspensión o retraso de las pruebas diagnósticas en ese tipo de patologías ha causado serios problemas en su abordaje; “por ejemplo, dadas las carencias de profesionales, espacio, higiene y accesibilidad en AP, no está permitido realizar la espirometría en los centros de salud (salvo aquellos que asumen un riesgo con carácter personal), con lo que el diagnóstico de EPOC ha vuelto a realizarse con criterios clínicos sin confirmación, con una vuelta atrás de casi 20 años”, apunta Sáez.  

También el seguimiento de la diabetes ha sufrido importantes alteraciones o el de la insuficiencia cardíaca o la cardiopatía isquémica, en las que los atrasos en la atención hospitalaria y el uso de la consulta telefónica han alterado la tradicional eficacia de los controles y ajustes terapéuticos. 
Pero sin duda, enfatiza Sáez, las más perjudicadas han sido las “enfermedades raras” que si ya con un funcionamiento normal del SNS tenían bastantes dificultades para acceder a él, con la pandemia han sido prácticamente olvidadas e incluso “apartadas” de la existencia. 

Al margen de las patologías crónicas, los pacientes más mayores y aquellos con problemas psicológicos han sido dos colectivos especialmente castigados, como apuntan las fuentes consultadas. 

Según Murillo, “para las personas más mayores, cuyo aislamiento fue extremo, ha sido un año en el que por miedo ni sus familiares las visitaban. Creo que en ellas la soledad ha sido una gran lacra en su estado de ánimo”. 

Y también aquellos con problemas psicológicos lo han pasado realmente mal, empeorando mucho su estado de salud: “Hemos tenido muchas consultas por insomnio y se han incrementado mucho las prescripciones de ansiolíticos”, comenta Murillo. Y ante situaciones complejas, en ocasiones funciona el sencillo contacto directo: “Ahora sé más de los problemas de los pacientes que su médico de AP o su psicólogo, por poner un ejemplo”. Esta farmacéutica relata que, dado que en las consultas telefónicas los pacientes se ponen nerviosos, no saben qué decir y no se enteran de lo que los médicos les dicen, “les doy mi teléfono y les digo que cuando hablen con su médico que éste me llame. Así lo hacen y luego les explico”. Según Murillo, esta forma de trabajo “está funcionando muy bien y los médicos están muy agradecidos”. 

Amérigo hace otra reflexión a raíz de esta catástrofe: “Necesitamos hacer mucha más prevención”. Y lanza una propuesta: “Nuestro sistema de sanidad debería iniciar exámenes rutinarios, sobre todo a las personas que no han tenido enfermedades. Y eso se debe hacer en el terreno público y en el privado”.  En su opinión, “presenciar la muerte de un familiar o un amigo, como seguro ha ocurrido en muchas familias, debería hacernos pensar”. Aunque fuera “una sindemia que no se esperaba, podría haberse prevenido mucho mejor: ha fallado lo que debe ser fundamental: un sistema de detección temprana de enfermedades”. O lo más probable, “que nunca ha existido”.

El papel del farmacéutico

Realizada esta fotografía de la realidad de las patologías crónicas, Amérigo señala que el farmacéutico “es esencial” en este panorama, argumentando que “el control de la enfermedad crónica no solo depende de los médicos y las enfermeras, sino que fundamentalmente lo tiene que hacer el farmacéutico, que es el que está en contacto directo en el día a día del paciente y su familia”. 

Ese enlace vital, además de su labor de vigilar la adherencia a los tratamientos médicos, hace necesario que los farmacéuticos deban estar dotados de más herramientas de telecomunicación.  

Según Murillo, “sin los farmacéuticos comunitarios, el sistema sanitario hubiese colapsado aún más, pues hemos sido los únicos profesionales sanitarios accesibles a toda la población, no sólo a los crónicos, ya que esta situación ha afectado igualmente a los pacientes con patologías agudas”. 

Para la portavoz de Sefac, el farmacéutico comunitario puede aportar lo que siempre ha venido realizando en su labor asistencial, su conocimiento como especialista en medicamentos y su buen hacer como sanitario en su comunidad, e insiste en que si el sistema, de verdad, quiere superar este difícil año y quiere reconducir el gran problema que tenemos con los pacientes de AP, debe contar con el farmacéutico de otra manera e integrarlo en los equipos de AP como eslabón fundamental, “sobre todo porque ahora debemos sumar y para ello el trabajo conjunto hará que el sistema sea más eficiente y la comunicación entre los centros de salud y las farmacias comunitarias puede agilizar la vuelta a la normalidad”. 

Lola Murillo. Sociedad Española de Farmacia Clínica, Familiar y Comunitaria: “Sin los farmacéuticos el sistema sanitario hubiera colapsado aún más, pues hemos sido los únicos sanitarios accesibles  a toda la población”

Sáez coincide con esa visión: “La integración en la atención primaria de los farmacéuticos comunitarios es quizás una de las principales medidas que deberían haberse adoptado. El diseño de la actividad de los farmacéuticos comunitarios en España permite un acceso a la información sobre la realidad del paciente, que en situaciones de crisis, como la de la pandemia, debería ser aprovechada”. 

En su opinión, un farmacéutico comunitario, como sanitario de atención primaria, conoce múltiples aspectos de un paciente crónico: desde su uso de fármacos a la situación de algunas de sus constantes o la impresión del paciente sobre su estado de salud, “que, de transmitirse al médico de familia o a la enfermera que lo lleva, permitirían un abordaje más rápido, eficaz y eficiente. Sin embargo, esta ausencia de comunicación continua, que las modernas tecnologías pueden solventar, no permite aprovechar estos posibles beneficios en épocas como la crisis sanitaria que estamos viviendo”. 

Por poner un ejemplo, en la Comunidad de Madrid se decidió la renovación automática a través de la receta electrónica de fármacos de uso crónico en el segundo trimestre de 2020 hasta marzo de 2021, un mes antes de su cancelación, de lo que se informó a los profesionales del Servicio Madrileño de Salud (Sermas) y a los pacientes, pero no a los farmacéuticos comunitarios, con lo que éstos, que pueden ver la necesidad de renovación de la receta con dos meses de antelación, se lo comunicaban al paciente, que solicitaba cita en el centro de salud para ser atendido en la renovación cuando ésta ya estaba realizada, generando consultas no necesarias que sobrecargaban la primaria. “De ahí que la necesidad de integración y comunicación, algo que en el medio rural es tradicional, debe extenderse a todo el sistema sanitario, como opinamos desde la SEMG”, destaca. 

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Integrar a la farmacia en la AP y crear vías de comunicación eficaces, medidas para reconducir los efectos colaterales de la pandemia en los crónicos. Off Enrique Mezquita. Off

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