La multinacional británica AstraZeneca (AZ) no ha pasado el último año y medio dedicada únicamente al desarrollo de su vacuna frente a la covid-19, y aunque muchos han oído por primera vez su nombre a raíz de la pandemia, la realidad es que en este tiempo el esfuerzo de la empresa para desarrollar la vacuna “no ha mermado de ninguna manera” su apuesta por la que es su área estrella, la oncología, “que representa la mitad de las ventas y algo más de la mitad del crecimiento de la compañía”. Las otras áreas de AZ se unifican en su división biofarmacéutica –fundamentalmente, cardiovascular y respiratorio-, y tampoco han visto mermadas las inversiones en este año.
David Fredrickson, vicepresidente ejecutivo de la Unidad de Negocio de Oncología de AZ, explica que durante el último año la compañía ha mantenido “una clara estrategia para garantizar el equilibrio entre la investigación en oncología y las otras áreas fundamentales, partiendo del objetivo de centramos en las áreas en las que hay pacientes con necesidades más importantes”. En su opinión, “esta diversidad es una fortaleza de la compañía”, y “garantiza el éxito empresarial”. La diversificación a la que hace referencia el directivo se reforzó a finales del pasado año con la compra de la compañía estadounidense Alexion, especializada en enfermedades raras e inmunología, por 32.000 millones de dólares, y que refuerza su tendencia hacia la especialización.
Sesión plenaria en ASCO
Fredrickson asegura sentirse muy orgulloso del trabajo hecho en el último año para desarrollar la vacuna frente a la covid-19, que constituye “una contribución muy importante en la lucha frente a la pandemia”, aunque “nuestra apuesta en oncología es mayor que nunca”. Y fruto de esa apuesta son los “datos históricos” que AZ acaba de presentar en sesión plenaria en la Reunión Anual de la Asociación Americana de Oncología Clínica (ASCO) clausurada el pasado fin de semana: los resultados del ensayo en fase III OlympiA con su inhibidor de la proteína PARP Lynparza (olaparib), una terapia dirigida esencial en los procesos de reparación del ADN que ha demostrado “una reducción del 42% en el riesgo de muerte o recidiva en mujeres con cáncer de mama temprano de alto riesgo y con una alteración genética hereditaria en BRCA1 o BRCA2", lo que amplía el uso de este fármaco hacia el cáncer de mama precoz.
Hasta la fecha, el uso de olaparib en cáncer de mama estaba restringido a enfermedad metastásica en pacientes con una alteración genética en BRCA1 o BRCA2. Pero los resultados del OlympiA avalan la ampliación de su uso en pacientes diagnosticadas de un cáncer de mama precoz.
El directivo de AZ justifica su valoración de este resultado por lo que supone en términos de adelantar el tratamiento a etapas más tempranas de la enfermedad, I y II, lo que "nos permite hablar de la posibilidad de curación, que es nuestro objetivo".
Cambiar la forma de tratar
Afirma que parte de la estrategia de la compañía es intentar "cambiar la forma de diagnosticar y tratar a los pacientes con cáncer; atacar a la enfermedad de manera más temprana y precisa para llegar a una curación". Reconoce que "no llegaremos a curar a todos los pacientes" al mismo tiempo o con una sola estrategia. "En algunos casos estamos más cerca, y seguramente en otros aún queda mucho trabajo por hacer y debemos continuar investigando, pero la estrategia de tratar en etapas más tempranas y con más precisión es muy importante porque nos permite atacar el cáncer dónde se pueden lograr los mejores resultados. Por eso, gran parte de nuestro trabajo consiste en entender los desencadenantes e impulsores de los distintos tipos de cáncer, un área en la que tenemos habilidad y capacidad, y en la que el conocimiento científico está muy avanzado. Creo que es un factor clave en nuestra intención de curar, y el ejemplo del ensayo OlympiA nos permite afirmar que contamos con una terapia dirigida para mujeres con cáncer de mama temprano de alto riesgo y con la mutación germinal del gen BRCA; una señal de que vamos en la dirección correcta".
Otros ensayos
AZ también ha presentado en ASCO los datos del ensayo en fase II GeparNuevo, que "pretende demostrar la eficacia de tratar a pacientes de cáncer de mama con la inmunoterapia durvalumab tanto en monoterapia como en neoadyuvancia en combinación con obinutuzumab"; el estudio Pacific, con darvalumab en cáncer de pulmón no microcítico en estadio III irresecable que no ha progresado tras quimio-radioterapia, y en el que se han obtenido los índices de supervivencia con mayor seguimiento registrados en un ensayo de inmunoterapia de fase III en este estadio de la enfermedad, y el ensayo Elevate-TN, con un seguimiento a cuatro años que confirma el beneficio clínico sostenido de acalabrutinib, tanto en monoterpia como en combinación con obinutuzumab en leucemia linfocítica crónica de primera línea.
En definitiva, "tenemos más de 21 medicamentos y hemos presentado 100 abstracts que demuestran nuestro esfuerzo y foco en cáncer de pulmón, mama y hematológicos".
El futuro de la oncología
De cara al futuro, Fredrickson afirma que "las plataformas en las que estamos invirtiendo son las terapias dirigidas, la inmunoterapia -porque sabemos que nuestro sistema inmune es más potente que cualquier medicamento que podamos desarrollar- y los anticuerpos conjugados". El objetivo es eliminar la quimioterapia sistémica, que presenta problemas importantes de efectos adversos. También es tendencia de futuro "iniciar los ensayos clínicos en las primeras fases de la enfermedad, frente a las prácticas del pasado, en las que empezábamos a ensayar en tercera línea o en cáncer metastásico, para después pasar a la segunda o primera línea".
El papel de España
El responsable de oncología de AstraZeneca destaca, por último, el papel de España en la investigación del cáncer, y en el desarrollo de los medicamentos de la compañía. "España tiene algunos de los investigadores en oncología más importantes del mundo. Estoy seguro de que continuaremos aumentando nuestra actividad en ensayos clínicos en España, no solo de fases 3 sino también en las fases 1 y 2". Fredrikson estuvo en una etapa anterior en la filial española de Roche, también especializada en oncología, y asegura haber podido comprobar personalmente que "la capacidad y nivel científico que existe en España es impresionante”.
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