El sistema MIR ha sido uno de los pilares del sistema sanitario español. La medicina española se ha codeado con la más moderna del resto del mundo gracias a él. Un examen nacional y único ha sido el responsable de los grandes estándares de calidad que se ofrecen a diario en cada hospital o centro de salud, en cualquier técnica diagnóstica o terapéutica. Este modelo ha permitido que los especialistas mejor formados y la mejor medicina lleguen a todos los rincones de España, siendo una de las partes fundamentales de la equidad social y sanitaria de nuestro país.
Ojalá la Selectividad copiara del MIR y tuviera un único examen nacional. Redundaría en el nivel de conocimientos y evitaría que las plazas de las universidades se escogieran por nota en vez de por número. Además homogeneizaría las exigencias necesarias para acceder a cualquier facultad, haciendo del territorio español un campus único, ofreciendo transparencia al examen y sosiego a los estudiantes. Pero es posible que veamos antes una Selectividad única europea que una única Selectividad española.
"Uno de los pocos exámenes nacionales que quedan"
El MIR es de los pocos exámenes nacionales que nos quedan y de los que tenemos que estar muy orgullosos. Pero ha habido momentos en los que se intentó trocear por autonomías, como la Selectividad y hubo huelgas de médicos para impedirlo. El sistema MIR siempre se ha intentado “mejorar”, cuando siempre ha funcionado perfectamente desde sus inicios. Hace poco tiempo se ha barajado la posibilidad de que el aspirante a especialista no eligiera la especialidad sino un tronco de varias, con lo que en la práctica no sería ella o él el verdadero elector, otros elegirían por ellos, pervirtiendo totalmente el método actual. El MIR ha progresado porque es la voluntad individual de cada médico el que modifica y estimula al sistema. Es mejor, para que los hospitales y servicios progresen, que elija el departamento el aspirante y que no sea el jefe del departamento el que decida sobre quién se incorpora al mismo.
Ese escollo parece salvado de momento, pero en los últimos tiempos estamos asistiendo a modificaciones en el examen en sí. Ahora el número de opciones de respuesta y de preguntas es menor. Aparentemente se trata de facilitar las cosas a la persona que se examina, pero en la práctica esta nueva fórmula está determinando que, al ser menor el número de preguntas, existan bolsas enormes de aspirantes con el mismo número de respuestas acertadas, haciendo pesar mucho más el expediente para determinar el número de puesto final, lo que en sí, atenta contra el espíritu inicial de la convocatoria MIR, igualar a todos los aspirantes independientemente de su facultad de procedencia.
Ahora parece que queremos rematar al MIR definitivamente y asistimos a la sinrazón de que los futuros especialistas no pueden elegir la plaza personalmente, será un algoritmo el que elegirá por ellos. Eso sí, sobre largos y farragosos listados que con mucha antelación han tenido que hacer por los aspirantes. La excusa es la pandemia. Una pobre disculpa epidemiológica. Si podemos llenar un estadio de fútbol para ver a la Selección Española con miles y miles de personas sin conocer su estado inmunológico, es ilógico y absurdo evitar que cada día unos cientos de aspirantes, médicos de profesión, todos vacunados, no puedan elegir presencialmente su plaza y cambiar, en el último minuto, si así lo deciden, qué va a ser del resto de su vida, eligiendo la ciudad en la que van a vivir, e intentando conciliar su vida familiar, personal y sus justas aspiraciones individuales.
Se rumorea que a los que quieran presentarse de nuevo al MIR para intentar realizar otra especialidad o renuncien a la que están haciendo, se les penalizará sin poder presentarse en muchas convocatorias. ¿Qué puede motivar todas estas restricciones? ¿La falta de médicos, que ya es palpable en todos los órdenes de nuestro sistema sanitario y es muy acusado en los medios rurales?¿Eso es lo que está haciendo tomar todas estas poco acertadas decisiones? Supongo que los que deciden piensan que hay que rellenar la lista de aspirantes como sea y una vez que estos entran en esa rueda ya no deben poder salir, porque el déficit de médicos ya empieza a ser insostenible. Pero intentando cubrir plazas vacantes cómo sea, no podemos estropear nuestro sistema formativo, porque lo único que conseguiríamos es empeorar todavía más el problema. Además, si lo que queremos es solucionar la falta de especialistas que padecemos, habría que poner el foco en los adjuntos y no en los residentes, mejorando sus condiciones laborales y salariales, dando la plaza a los interinos con muchos años en su haber en hospitales de difícil cobertura y modificando las actuales ofertas de empleo.
Para ser médico se necesitan dos años de duro estudio en Bachillerato, hacer la mejor Selectividad posible para alcanzar una nota de corte que cada año es más alta (por la propia dinámica de la competencia entre autonomías que se evitaría con un único examen nacional, por cierto), realizar una carrera (grado-máster) de 6 años dura y muy competitiva y de remate estudiar otro año (o varios) para aprobar el examen MIR, sacar una nota adecuado y finalmente poder formarse durante cuatro o cinco años más de exigente trabajo y formación.
"Negamos un humanismo que les exigimos"
Les exigimos a los futuros médicos estar en tensión continua durante más de 12 años. Además les pedimos que no olviden nunca la parte humanista de su profesión cuándo estén delante de un paciente. Eso sí, con ellos no tendremos ninguna consideración, ni compasión y será un ordenador el que decida sobre el resto de sus vidas, robotizándoles, quitándoles el mismo humanismo que después tendrán que aplicar diariamente para ser buenos profesionales.
España se comporta aquí, como en muchos otros aspectos, como una madre esquizofrenógena, pide una cosa y hace la contraria. Por una parte agradece el esfuerzo y la vida entregada (literalmente en muchos casos) de tantos médicos durante la pandemia y, a la vez, sin haber salido todavía del atolladero sanitario del coronavirus, no tiene ninguna compasión con los nuevos profesionales. No es la mejor forma de cuidar y mimar a los médicos internos residentes, a esta élite juvenil que se ha dejado la piel y su propia juventud en los ideales en los que han creído desde adolescentes, que son los que hacen progresar a cualquier país y que son los que nunca nos podemos permitir perder.
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