Hace ahora casi un año que la ONU decidió sacar el cannabis de la lista IV, la reservada a las drogas más peligrosas sin utilidad alguna como la heroína, e incluirla en su lugar tan sólo en la lista I, la de drogas que hay que tener bajo control pero que presentan propiedades terapéuticas de algún tipo, como la morfina.
El cambio internacional de estatus del cannabis, adoptado en diciembre del pasado año, ha precipitado en España un debate político, social y científico que, con todo, hacía ya años que se barruntaba, al calor de iniciativas como la malograda proposición no de ley de Ciudadanos de 2017 para regular su uso medicinal.
Pero también, al calor de la proliferación de más de medio centenar de países como Alemania, Italia o Reino Unido y de más de la mitad de los estados de Estados Unidos, que han autorizado ya su uso medicinal. Y, sobre todo, al calor de las cifras que constatan un uso generalizado del cannabis entre la población, pese a la prohibición.
Tres iniciativas para la legalización
En el último mes de octubre, tres iniciativas (de Más País, Podemos y ERC) se han puesto sobre la mesa del Congreso de los Diputados instando a una ley que regule no sólo el uso medicinal del cannabis sino también su uso recreativo, argumentando que la prohibición no ha frenado su uso -es de hecho la droga ilegal más consumida en España- y, sin embargo, trae consigo problemas como falta de control y calidad de los productos e incentiva el narcotráfico y el mercado negro.
Frente a esa visión en pro de la despenalización del cannabis, compartida por toda la izquierda parlamentaria y Ciudadanos, se han alzado PP y VOX, pero también el PSOE desde el Gobierno, que ha cortado de raíz la primera iniciativa de estas características en el Congreso, la presentada por Íñigo Errejón, instando a esperar a las conclusiones de la subcomisión para el estudio del cannabis que se creó en primavera a instancias del PNV, y dejando la puerta abierta tan sólo al apoyo de los socialistas a la regulación del cannabis medicinal, pero no del cannabis recreativo.
Sólo un 4,6% de españoles se opone a legalizar el uso médico del cannabis
La falta de consenso político sobre esta regulación contrasta con el apoyo masivo que las encuestas del Consejo de Investigaciones Sociológicas (CIS) parecen dar a la legalización del cannabis terapéutico. El último barómetro del CIS que preguntó sobre esta cuestión, en abril, muestra que el 90,1% de los españoles está a favor de la “legalización del consumo de la marihuana para uso médico”, tal y como está formulada la pregunta del CIS a los ciudadanos y tan sólo habría un 4,6% de españoles que se opondrían a ese uso terapéutico, indicado en los países en los que se ha autorizado con fines diversos, desde el tratamiento del dolor oncológico hasta las recetas para ayudar a dormir. El resto de ciudadanos no contesta o no sabe pronunciarse sobre la cuestión.
Mucha más división hay en la sociedad cuando sobre lo que se pregunta es sobre la legalización del consumo de cannabis con fines recreativos, esto es, su paso a droga legal en condiciones semejantes al alcohol o el tabaco.
El 49% de españoles legalizaría el cannabis para uso recreativo
Sobre esta cuestión, la división de la sociedad española es un hecho: el 49,7% de los españoles dice estar a favor de esa legalización del cannabis con fines recreativos mientras que el 40,9% se muestra en contra de legalizar “la venta de marihuana en determinados establecimientos y condiciones”, tal y como se formula la pregunta en el barómetro del CIS.
Cuando se observa el perfil político de los ciudadanos apenas hay diferencias en el apoyo masivo al cannabis medicinal; sin embargo, sobre el cannabis recreativo, la negativa a legalizarlo llega a ser del 60% entre los que votaron al PP en las últimas elecciones y de sólo el 16% entre los votantes de Podemos. Los jóvenes y los hombres son más proclives a apoyar la legalización del cannabis que los mayores y las mujeres.
Un 37,5% de española ha probado el cannabis
Detrás de ese respaldo de casi el 50% de la población española a la legalización del cannabis están las altas cifras de consumo que hay pese a la prohibición actual y que sitúan a España como tercer país europeo de mayor consumo de cannabis entre los jóvenes, con un 19% que lo ha consumido en el último año, sólo ligeramente por detrás de Italia y Francia. La propia proposición de ley fallida de Más País recordaba, de hecho, que el 37,5% de la población española adulta ha probado el cannabis alguna vez en su vida según la encuesta EDADES, en la que se refleja también que en el último año el 14,6% de lo hombres adultos y 6,3% de las mujeres lo consumió.
Las cifras de consumo de cannabis que ponen sobre la mesa Más País y Podemos para argumentar la legalización con fines tanto medicinales como recreativos son precisamente las mismas que sacan a la luz las sociedades científicas para justo lo contrario, reclamar que el cannabis se mantenga como droga ilegal y evitar así una menor percepción del riesgo que entraña, una banalización de su uso y que las cifras sigan creciendo hasta alcanzar las de las dos drogas legales, el alcohol y el tabaco.
Red Europea REPT: "Es una puerta de entrada al tabaco y tiene graves repercusiones para la salud"
“Si existe una realidad social de consumo de cannabis habrá que abordar esa realidad social con educación y con control policial, por qué no. Muy flaco favor se va a hacer legalizándolo: es un producto adictivo, es una droga con graves repercusiones en la salud y muy relacionada con el tabaco, que sirve de puerta de entrada y potencia su consumo. Como sanitarios es imposible que estemos a favor de ese uso recreativo”, afirma rotundo Francisco Lozano, presidente de la Red Europea de Prevención del Tabaquismo REPT-ENSP, dejando la puerta abierta en su caso a una regulación exclusivamente de sus fines terapéuticos.
SEPAR: "Nadie nos ha consultado cómo regularlo y las sociedades tenemos mucho que decir"
En línea muy semejante se expresa Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología (Separ) con un rotundo no a la despenalización del cannabis con fines recreativos pero también con muchas reticencias a su uso terapéutico: “El cannabis es una droga y todo lo que sea legalizar drogas provoca un aumento del consumo; la prueba la tenemos con el tabaco".
"Es una droga que tiene impacto en patología respiratoria -advierte el presidente de Separ-, provoca bronquitis aguda pero también bronquitis crónica, produce cáncer de pulmón y se sabe que la utilización de cannabis es una vía de entrada al consumo de tabaco y además hay grandes problemas a nivel psicológico y psiquiátrico debido al uso del cannabis y por eso sería una pésima noticia cualquier camino a una legalización del uso recreativo del cannabis”.
Jiménez tiene también muchas dudas sobre su legalización con fines terapéuticos: “No hay casi datos, no hay casi evidencia sobre si ese cannabis terapéutico ha funcionado bien o mal donde se ha probado y los pocos datos que hay al respecto no se han recogido siempre de forma correcta. Es algo que hay que estudiar y pensar muy bien y sobre lo que las sociedades científicas tenemos mucho que decir, no sólo Neumología, sino otras muchas sociedades implicadas".
"Y de momento no sabemos nada sobre cómo se quiere regular porque nadie se ha dirigido a nosotros para que valoremos un texto o hagamos aportaciones. Si se aprueba un uso terapéutico va a ser muy importante cómo se haga, bajo estricta supervisión de un sanitario especializado, pero no sabemos si va a ser así o no”, se lamenta Jiménez.
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Sin evidencia clínica de calidad
A la falta de evidencia científica solvente sobre sus beneficios se aferra también la Sociedad Española del Dolor (SED) para dar su no al cannabis terapéutico. Desde la SED se recuerda que la Asociación Internacional para el estudio del Dolor (IASP por sus siglas en inglés) publicó ya un documento en julio de 2021 que dejaba clara su posición respecto al cannabis medicinal como tratamiento para el dolor. Según relata la SED, “el panel de expertos de la IASP identificó importantes lagunas en la investigación sobre seguridad y eficacia clínicas del cannabis y de los cannabinoides para aliviar el dolor”. Y debido a esa falta de “evidencia clínica de alta calidad” ni la IASP ni la SED respaldan el uso generalizado del cannabis y los cannabinoides para aliviar el dolor.
Sociedad Española del Dolor: "Los avances son prometedores, pero aún tienen que verse trasladados a medicamentos eficaces y seguros"
Además las sociedades del dolor reclaman “urgentemente estudios preclínicos y clínicos”, “aumentar nuestra comprensión de la biología del sistema endocannabinoide” y “una investigación de alta calidad para dilucidar los tipos de dolor y características de los individuos, en dónde hay beneficio o daño del uso terapéutico del cannabis y medicamentos a base de cannabinoides para el tratamiento del dolor”.
La SED y la IASP reconocen que “los avances científicos en relación al cannabis medicinal son prometedores, pero aún tienen que verse trasladados en medicamentos eficaces y seguros”. Y por eso consideran que su no actual “no significa cerrar la puerta definitivamente al cannabis medicinal para el tratamiento del dolor”, sino tan sólo la demanda de “más estudios de alta calidad para dilucidar los beneficios y daños”.
Sin cerrar la puerta definitiva pero aferrada también a la falta de evidencia científica actual se expresa Enriqueta Felip, nueva presidenta de la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), una de las áreas desde las que más se está reivindicando entre las asociaciones de pacientes el uso del cannabis.
SEOM: "Hay estudios preclínicos sobre su potencial beneficios, pero sin evidencia científica sólida de momento"
“El canabidiol, un ejemplo de cannabinoide activo, tiene como principales efectos el alivio de determinados síntomas entre los que se encuentran el control de las náuseas y los vómitos, el estímulo del apetito, el alivio del dolor o la ansiedad. Estos síntomas pueden aparecer en el paciente con cáncer y de ahí su interés para que se evalúe su papel terapéutico en este grupo de pacientes”, explica Felip.
Según detalla la presidenta de SEOM “existen estudios preclínicos que hablan sobre el potencial papel beneficioso de los cannabinoides en el tratamiento del cáncer actuando en el bloqueo de diferentes vías de señalización que conducen a la muerte celular, pero sin evidencia científica sólida hasta el momento. También faltan grandes estudios con suficiente seguimiento, en diferentes tipos tumorales, para conocer el efecto real que estas sustancias pueden tener sobre el tumor y sobre el alivio de determinados síntomas”.
Riesgo de efectos secundarios
Sin embargo, “a la hora de generalizar el uso de los cannabinoides es importante tener en cuenta sus potenciales efectos secundarios como el incremento de la frecuencia cardíaca, disminución de la presión arterial, relajación muscular, enlentecimiento de la motilidad del tracto digestivo, mareos, somnolencia, depresión, alucinaciones o paranoia. Otro aspecto importante a la hora de administrar estas sustancias es que pueden ser adictivos y, por tanto, producir síntomas de abstinencia. Además, será recomendable realizar una revisión del resto de medicación concomitante y el tratamiento oncológico que esté recibiendo el paciente para evitar interacciones”, concluye Felip.
Las advertencias de Felip no son baladí. La experiencia de lo sucedido en países como Canadá o Estados Unidos con amplia trayectoria ya en uso de alguna forma de cannabis medicinal muestra que buena parte de los problemas del uso cotidiano que se han dado han estado asociados a la reticencias de los facultativos a prescribir cannabis ante la falta de evidencia sólida sobre sus efectos y al temor a demandas por los efectos adversos y, en paralelo a esas reticencias de buena parte del colectivo médico, al riesgo de la aparición de médicos especializados únicamente en recetar este tipo de productos.
Medicamentos, fórmulas magistrales y productos de venta libre
El contrapunto a esta visión lo ofrece David Larios, presidente de la Asociación Juristas para la Salud y portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas) en esta cuestión que urge a “regular, extender y normalizar el uso terapéutico del cannabis en España porque vamos ya muy tarde”.
Larios reconoce que en Sespas no hay una postura común de las sociedades científicas sobre las proposiciones de ley de regulación integral del cannabis que se han presentado en el Congreso y que incluyen tanto el uso recreativo como el uso con fines médicos del cannabis. Sí hay, sin embargo, una posición común y a favor de lo que se refiere exclusivamente a la regulación del uso médico o medicinal y del uso terapéutico del cannabis “porque con un 90% de la población a favor y 70 países que ya lo han regulado creemos no sólo que es necesario sino que hay que urgir al Gobierno y al Congreso a que se regule ya el uso terapéutico del cannabis”.
Larios detalla que “cerca de 300.000 personas en España con dolor crónico se podrían beneficiar” de esta regulación en la que habría que diferenciar por una lado el uso médico o medicinal del cannabis y, por otro lado, el uso terapéutico
En su opinión, la letra pequeña de esa regulación debe contemplar por un lado el uso médico o medicinal, entendido como el que se viene dando a cualquier otro medicamento. Dentro de este uso medicinal hay sólo dos medicamentos autorizados en España que tienen cannabinol, uno para casos de epilepsia grave y otro para dolor crónico pero asociado a unas patologías muy concretas. Y los dos con una vía de administración que es además muy concreta, un jarabe y un inhalador”.
Según Larios, ese uso medicinal del cannabis tan restringido “creemos que no satiface las necesidades de miles de pacientes que para paliar el dolor están acudiendo al autocultivo, al mercado negro o a los clubs de cannabis, que están en un limbo legal que parece que no se quiere aborda, para conseguir una sustancia que les aminore el dolor y les mejore la experiencia de vida”.
Por esa razón, el presidente de la Asociación de Juristas para la Salud, sí cree que hay que regular, y con urgencia, el otro uso posible del cannabis, el uso terapéutico, que estaría dirigido a mayor número de pacientes, más patologías, más indicaciones y tendría también más formas de administración y presentación.
“Sin renunciar a la incorporación de nuevos medicamentos, con su ensayo clínico y autorización y con su dispensación posterior en farmacia y bajo receta médica como ocurre en otros países, creemos que sería importante añadir otras posibilidades de administración del cannabis con fines terapéuticos, que implicaran usar la propia planta y fueran destinadas a un abanico mucho más amplio de pacientes e indicaciones”, afirma Larios.
Diferentes porcentajes de CBD y THC y vías de administración
Según detalla, ese uso terapéutico debería incluir “la regulación de fórmulas magistrales y preparados medicinales que se dispensarían en farmacia y bajo receta personalizada pudiendo modificar los porcentajes de CBD y THC, los componentes activos de la sustancia, y que podrían variar también la forma de administración, que podría ser vía cutánea, vía inhalador u otras vías en función del dolor a combatir”.
Además de esas fórmulas magistrales, en su opinión la regulación del uso terapéutico del cannabis debe incluir también “los productos de dispensario, que ya no se dispensarían en farmacia ni requerirían receta sino que distribuirían en un dispensario no farmacéutico como sucede en Estados Unidos para aquellos productos de menor concentración de THC que no requieran un control médico”.
El atrevimiento o desacierto de las proposiciones de ley presentadas en el Congreso, que mezclan estas tres fórmulas de regulación del cannabis, unidas al uso recreativo de la droga, sobre el que todavía hay mucha división social, ha dejado claro que todavía queda mucho trabajo por hacer antes de conseguir un consenso político, social y científico a la vez para la regulación del cannabis.
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