Oficina Virtual GRATIS 2 MESES

Oficina Virtual GRATIS 2 MESES
CONSIGUE TU OFICINA VIRTUAL GRATIS

jueves, 4 de noviembre de 2021

Lunares de natura y de afeite

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Jue, 04/11/2021 - 08:36
Vocablos olvidados
lunar
«Ese lunar que tienes, cielito lindo, junto a la boca...»

En español llamamos lunares (posiblemente por atribuirse antaño a un influjo de la Luna) a los nevos melanocíticos o pigmentados, que en algunas culturas se consideran un defecto, pero no, desde luego, en la nuestra, heredera de la grecolatina.

Si la belleza más consumada estriba en buena medida en el contraste, un pequeño lunar en el lugar adecuado consigue resaltar la blancura de la piel, considerada desde antiguo como atributo de belleza. En francés, por ejemplo, llaman al lunar grain de beauté (o petit grain de beauté; literalmente, «granito de belleza»). Y uno de los versos más conocidos de la canción tradicional mejicana Cielito lindo piropea a la mujer amada por «ese lunar que tienes, cielito lindo, junto a la boca».

¿Se han parado a pensar en la cantidad de iconos sexuales femeninos que, en el siglo XX, lucían junto a su boca un pícaro lunar? Marilyn Monroe, Imperio Argentina, Jean Harlow, Kim Novak, Marlene Dietrich, Cindy Crawford, Madonna, Amy Winehouse... En algún caso aislado, estos estratégicos lunares pueden ser reales, pero en buena parte son postizos, añadidos adrede para alcanzar el estrellato sin necesidad de ponerse en manos de un cirujano plástico o grabarse tatuajes perpetuos.

La moda no es nueva, desde luego. El uso de lunares artificiales está documentado en la antigua Persia, en China, en al-Ándalus, en la India... En el siglo XVIII, en Francia, las aristócratas y otras damas elegantes ―bastantes hombres también― se pegaban diminutos parches de tafetán en el rostro para destacar el tono claro del cutis y realzar su belleza natural. El lugar exacto de estos lunares postizos podía ser también muy revelador: las más castas lo llevaban en la mejilla (en la izquierda si casada, en la derecha si comprometida); las más tímidas, sobre una verruga; las más apasionadas, en el rabillo del ojo; las más descaradas, en la nariz o en el escote. Un lunar en la frente podía indicar majestad; un lunar junto a la boca, deseos de besar o ser besada.

A principios del siglo XX, el lápiz de ojos trajo consigo la democratización de esta forma de coquetería, refinamiento y sofisticación: los viejos parches de tafetán dan paso a un simple lunar dibujado en un santiamén.

En España, la distinción entre lunares de natura, por un lado, y lunares postizos o de afeite, por otro, está ampliamente documentada en nuestra tradición literaria. A modo de muestra, traigo dos ejemplos. El primero, de La lozana andaluza (1528), sobre la belleza artificial e impostada: «las cejas se tiñe cada mañana, ya que el lunar postizo es porque, si miráis en él, es negro y unos días más grande que otros; y los pechos, llenos de paños para hacer tetas; y, cuando sale, lleva más dijes que una negra, y el tocado muy plegado por henchir la cara, y piensa que todos la miran, y a cada palabra su reverencia; y, cuando se asienta, no parece sino depósito mal pintado».

El segundo, de El celoso prudente (h. 1615) de Tirso de Molina, donde el lacayo Gascón se refiere en estos términos a una dama: «entre el resplandor hechizo / nos muestras la cara hermosa / con tanto lunar postizo / que ya pecas de pecosa».

Fernando A. Navarro

Marilyn Monroe, Imperio Argentina, Jean Harlow, Kim Novak, Marlene Dietrich, Cindy Crawford, Madonna, Amy Winehouse... ¿Se han parado a pensar en la cantidad de iconos sexuales femeninos que, en el siglo XX, lucían junto a su boca un pícaro lunar? Off Fernando A. Navarro Off

via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3EGgGUY

No hay comentarios:

Publicar un comentario