"La ocasión la pintan calva". Estamos viviendo una época privilegiada en muchísimos sentidos. Sobre todo, en el campo del progreso científico. Cosas que vimos en la escuela de pequeños y jóvenes y eran poco menos que entelequias abstractas, las podemos ver “de verdad”, plasmadas en el mundo real.
En internet hay una imagen graciosa recurrente cada vez que un tema mediático da paso a otro y surgen hordas de "cuñados" a pontificar de ese tema. Un hombre (que ha dado pie a infinidad de otros memes divertidos y se llama Harold en la vida real) dice algo como “Ya me he cansado de ser epidemiólogo. Ahora soy vulcanólogo”. Es una imagen que nos recuerda, en efecto, lo fácil que es dárselas de experto de un tema hablando de términos que el día anterior no conocía.
Y los términos socialmente inusuales que hemos escuchado en estos dos años no han sido pocos. Por poner unos cuantos: receptores, citoquinas, terapia génica, criogenia, PCR, RT-qPCR, antígeno, carga viral, secuenciación, ciclos, asintomático, dosis de refuerzo, cebadores, inmunidad celular, ARNm, trombocitopenia, nanotecnología, grafeno, óxido de grafeno, dióxido de cloro, clorito sódico, 5G… Además, han venido acompañados de algunos términos que no eran tan inusuales, como ensayo clínico, ondas electromagnéticas, evolución, mutación, farmacovigilancia, anticuerpo, neumonía o sistema inmunitario (ni inmunológico, que inmunología es como se denomina la ciencia, ni inmune, que si lo fuera no tendríamos problema alguno).
"He visto oportunidades perdidas para hacer pedagogía social en los medios"
Y, sin embargo, donde habría habido una gran oportunidad a nivel social para aprender en qué consistían, tejiendo una red de conocimiento interesante sobre cómo funciona la biología, la tecnología médica, los avances médicos, la propia ciencia, o los ecosistemas sociales de creación y propagación de bulos, un grupo de víctimas de estos últimos han sucumbido al fenómeno de la manipulación sectaria del lenguaje, entendiendo de la peor forma posible muchos de esos términos y la relación entre ellos.
En redes he podido asistir (y sigo haciéndolo cada día) a verdaderas ensaladas mentales de gente que se limita a repetir acríticamente lo que lee en grupos de Telegram, que a menudo son mantras instando a criticar a los "creyentes en la pandemia" por repetir acríticamente lo que ven en la televisión. Hordas de descerebrados repitiéndote una y mil veces que tal o cual agencia oficial ha dicho que las PCR son inválidas, sin saber qué hace una PCR, cómo funciona, qué tipos hay y por qué el que uno muy poco usado de los cientos que hay se descarte en pro de otros más avanzados es perfectamente normal. O que con las vacunas nos meten grafeno y por eso se nos pegan las cucharillas, sin saber que el grafeno es carbono distribuido en monocapa y no es magnético y, las cucharillas, a menudo, ni siquiera son de materiales imantables, ni el efecto de pegarse al cuerpo responde más que a que no se han lavado bien la zona antes de probar.
Personalmente, he podido aprender mucho, muchísimo sobre todos estos temas, leyendo a profesionales de cada área marcándose verdaderos tours de force y de paciencia para explicar al enésimo covidiota por qué las cosas no son como le han dicho que son. Pero lo más importante que he aprendido es que, a menudo, cada uno de estos temas tiene niveles de profundidad mucho más compleja de lo que, sin un conocimiento todavía mayor, estamos en condiciones de entender en su integridad. He aprendido que hay sutilezas que cambian completamente el significado de una frase en un ensayo clínico o un artículo periodístico, y no siempre las vamos a saber captar si no nos han preparado para detectarlas y entenderlas. Que es muy fácil caer en el efecto Dunning-Kruger si no eres autoconsciente de tu nivel de (falta de) conocimiento en una materia.
He visto oportunidades perdidas para hacer pedagogía social en los medios, aprovechando las ingentes cantidades de coronabulos surgidos. Oportunidades perdidas en intentar atajar uno de los pilares básicos de los que se aprovechan los charlatanes, que es la falta de formación e información veraz a la ciudadanía. Y también, oportunidades perdidas en atajar el otro pilar básico: sacar de la circulación a esos charlatanes para evitar daños sociales como los que seguimos viendo a diario (¡y aún no ha empezado la fiesta de la vacunación infantil, que está radicalizando a sus tropas como una llama en un polvorín!).
Cada oportunidad perdida hoy de sembrar conocimiento y erradicar malas hierbas la recogeremos mañana en forma de lo que hayamos creado: un erial repleto de zarzas por las que es peligroso transitar.
La buena noticia es que nunca es demasiado tarde para empezar a hacerlo. La mala, que no parece haber nadie que esté por la labor. A punto de cerrar el 2021, los mismos embaucadores que mareaban a la sociedad a principios de 2020 siguen campando a sus anchas.
via Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3qn1JmS
No hay comentarios:
Publicar un comentario