El estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition), que se inició en 1992, se está realizando en 10 países europeos (Alemania, Dinamarca, España, Francia, Grecia, Holanda, Italia, Noruega, Reino Unido, Suecia) y proporciona datos de 450.112 personas de poblaciones con una gran variabilidad de consumo y de hábitos alimentarios, sigue arrojando evidencia sobre la relación entre una dieta proinflamatoria y el cáncer. A estudios dentro del EPIC sobre esa relación en el cáncer de mama, de estómago y de colon y recto, se suma ahora otro sobre cáncer de páncreas, mientras se ultiman los resultados del relativo al cáncer de esófago.
Los datos del nuevo estudio confirman, por primera vez en la literatura médica, la asociación positiva entre la dieta proinflamatoria y la posibilidad de desarrollar un cáncer de páncreas. Otros estudios intentaron demostrarlo antes pero sin demasiado éxito. No obstante, la investigación debe continuar, explica a este diario la investigadora principal del estudio y miembro de la Unidad de Nutrición y Cáncer del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y del Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell), los dos en Hospitalet de Llobregat, Paula Jakszyn.
A su juicio, no hay que cambiar el diseño del proyecto sino ampliar la muestra, porque los 1.239 casos de cáncer de páncreas diagnosticados dentro del EPIC no son suficientes para para poder hacer subgrupos (fumadores o no, mayores o jóvenes,…) con un valor estadístico destacable y, con ello, realizar más comparaciones. Cree que unos 4.000 o 5.000 casos sería un volumen mejor para reforzar los resultados ya obtenidos. También opina que sería bueno introducir datos sobre las variaciones (o modificaciones) en la dieta a lo largo del tiempo para ver cómo influyen.
Grasas, azúcares, carbohidratos...
En la dieta proinflamatoria se consumen cantidades elevadas de alimentos que están asociados a mayor riesgo de inflamación, que es una respuesta del sistema inmunológico al daño celular. Esto puede predisponer al cuerpo a sufrir algunas enfermedades cómo pueden ser la diabetes, las afectaciones cardíacas o, incluso, algunos trastornos intestinales. Así pues, el abuso de las grasas, los azúcares, los carbohidratos, las carnes procesadas, los aceites y el alcohol pueden producir este efecto proinflamatorio ya que, a veces, la ingesta de este tipo de alimentos va acompañada de dietas bajas en consumo de frutas y verduras.
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