La pandemia de la covid-19 ha incidido directamente sobre la situación vacunal y el futuro del abordaje de la vacunación de gripe, incluyendo aspectos como indagar las posibilidades de producción de vacunas con plataformas modernas como las de ARN mensajero, el empleo de adyuvantes para aumentar efectividad y la importancia de aumentar las tasas de vacunación, según ha manifestado Raúl Ortiz de Lejarazu, consejero científico y director emérito del Centro Nacional de Gripe, encuadrado en la red GISRS de la OMS, y consultor emérito del Sacyl, durante VII Jornadas Seqirus de actualización de la gripe, que se celebran en Valencia.
Para el experto, la pandemia de la covid ha hecho coincidir dos fenómenos que son prácticamente iguales (enfermedades respiratorias capaces de desarrollar pandemias) y cuyas vacunas no se diferencia mucho entre sí porque “su efectividad es subóptima y en ambos casos (gripe y covid) se produce la evanescencia de anticuerpos con el tiempo, y aparición de variantes de escape lo cual obliga a revacunar”.
Respecto a la situación de las vacunas antigripales, señala que “vivimos un momento en el que nunca ha habido tantas posibilidades de uso de diferentes vacunas”, apuntando como grandes logros que “estén prácticamente periclitadas las vacunas trivalentes” y que se hayan consolidado las tetravalentes. También destaca los avances en los procedimientos de producción.
Vacunas adyuvantes
“Aunque existen vacunas que siguen utilizando el método clásico del huevo, que no es la mejor manera de producirlas, ya se dispone de otros sistemas: desde la vacuna de producción celular, de la cual es pionera el sponsor de las Jornadas, hasta las producidas por recombinación genética”. A todas esas vacunas hay que sumarles el uso de adyuvantes, que se está empezando a emplear en la siguiente generación de vacunas de coronavirus. Los adyuvantes “aumentan los títulos de anticuerpos -la inmunogenicidad- de la vacuna, pero también la transversalidad de la protección, haciéndola más amplia”, comenta.
Dentro de los márgenes de mejora, el especialista apunta diversas líneas. Entre ellas, recuerda, la OMS lleva liderando desde 2016 un proyecto hacia una vacuna universal de gripe: “Se pretende que la inmunidad generada tenga una duración de un año frente a la enfermedad grave del virus” aunque los virus circulantes no se parezcan a los que están en la vacuna (mismatch antigénico). Este año, incide, “tenemos un ejemplo: el virus H3, que es el predominante en España, no coincide con el de la vacuna, algo lógico porque el año pasado no hubo casi gripe y por tanto muy pocas posibilidades de elegir adecuadamente los virus candidatos”.
El objetivo 2 del programa de la OMS aún va más allá y pretende vacunas con una protección de cinco años, lo cual sería “un logro inmenso”.
Epítopos conservados
Entre las aproximaciones, se encuentra la del burgalés Adolfo García Sastre, director del Instituto de Salud Mundial y Microbios Patógenos Emergentes en el Hospital Monte Sinaí de Nueva York, y otros grandes investigadores, que están trabajando en vacunas contra epítopos conservados de hemaglutinina. Además, todos los productores mundiales de vacuna se han fijado en la tecnología que se ha puesto en marcha en covid y el foco máximo de atención está en las vacunas de ARN mensajero. No obstante, matiza el especialista, “aunque hay margen de mejora, no sabemos hasta dónde llegarán estas plataformas de producción”.
También ”aún es muy prematuro decir que el coronavirus va a seguir el mismo camino que la gripe”. En su opinión, no será así, una visión que comparten muchos científicos: “Aunque ahora es un virus que tiene menos poder de mutación y, por tanto, no puede seguir ese mismo camino. Otra cosa es que haya reintroducciones desde el reservorio animal porque los coronavirus, al igual que la gripe, lo tienen”, apunta, recordando que una de las señas de identidad biológica de los coronavirus es la capacidad de hacer recombinaciones con otros coronavirus animales y volver a los humanos.
El experto añade que cuando se habla de “gripalizar” la covid, se banaliza la gripe y a la covid al tiempo. La menor patogenicidad de los virus de la gripe sucede en los virus gripales estacionales e incluso en la gripe tarda un tiempo variable (uno a 2,5 años en suceder).
Con el tiempo es muy probable que SARS-CoV-2 pierda patogenicidad, a lo cual contribuirá la inmunidad creciente de la población y la capacidad de mutación del virus. Desde 1968 hay un virus de la gripe A del subtipo H3, que contribuye a que mueran personas de edad avanzada que, sin embargo, están más protegidas frente al subtipo H1. Las personas nacidas antes de 1957 están marcadas por una primera infección gripal del subtipo H1, un fenómeno que forma parte de la huella inmune que deja la primera infección por un virus gripal y marcará la futura respuesta a infecciones por otros subtipos. Ese fenómeno, apunta el experto, “deberá evaluarse en la covid-19”.
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