Soy guionista de humor separada que cría a su hijo de cuatro años en una gran ciudad con ayuda de sus amigas. Un día, después de un año 2020 muy complicado por la pandemia, el confinamiento, mi separación, la injustísima papitis de mi hijo y la batalla judicial por su custodia, me he encontrado con un tumor en el pecho que ha resultado ser maligno; bueno, tres.
Tengo tantas cosas que asumir: voy a perder un año de mi vida, voy a perder la capacidad de tener más hijos...
Dentro de poco ya no podré hablar de mis tetas en plural, un drama para una chica tan coqueta como yo. Sin embargo, quise escribir mi historia desde otro lugar, sin blanquear el sufrimiento, pero huyendo del victimismo y tratando siempre de convertir el dolor en risa.
[...]
Es 1 de agosto de 2020 y estoy en la consulta del médico oncólogo. Me pregunta que por qué he venido sola, le explico que todo el mundo está de vacaciones y que tampoco les quiero preocupar.
-Total, si luego resulta que no tengo nada... ¿para qué? -digo esbozando una sonrisa.
El doctor me coge de las dos manos y yo me pongo a llorar. Está claro que tengo cáncer: ¡Ningún médico te coge de las manos para decirte que estás hecha un toro!
-Raquel, tienes tres carcinomas en el pecho izquierdo, es decir, tres tumores malignos. Es un HER2 positivo, un cáncer hormonal que, sin embargo, gracias a los avances de los últimos años...
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