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sábado, 10 de octubre de 2020

Autoconocimiento y equilibrio de la vida personal y profesional, claves para la salud mental del MIR

MIR
nuriamonso
Sáb, 10/10/2020 - 08:00
Consejos para los R1
El inicio de la formación MIR va asociado a problemas como la falta de sueño, la automedicación y el burn-out (Jaume Cosials)
El inicio de la formación MIR va asociado a problemas como la falta de sueño, la automedicación y el burn-out (Jaume Cosials)

Hace unas semanas, los nuevos R1 se han incorporado a sus centros para iniciar su residencia. Se trata de una etapa en la que, según diferentes estudios, aumenta la incidencia de problemas psicosociales. Es por eso que es fundamental para el MIR trabajar en sus habilidades sociales y mantener un buen equilibrio entre su vida personal y profesional.

Un estudio sobre la salud de los MIR en Cataluña realizado por la Fundación Galatea entre 2013 y 2017 mostró que a lo largo del primer año empeora el estado de salud autopercibido (la califican de mala o regular un 6% frente al 2% antes de la residencia), aumenta la automedicación (de un 53 a un 66% sólo el primer año), el consumo de psicofármacos (del 8 al 13%) y el riesgo de sufrir un trastorno psicopatológico (del 15 al 29%). 

Hay que tener en cuenta que, según los datos de un reciente estudio del Consejo Estatal de Estudiates de Medicina y la Sociedad Española de Educación Médica (Sedem), hasta un 41% de los estudiantes españoles de Medicina muestra algún síntoma de depresión, y el porcentaje medio de incidencia del burn-out durante la carrera se sitúa en el 36,8%.

"La Medicina en España consigue profesionales de la medicina muy bien preparados en muchos aspectos, pero no en todos", apunta Antoni Calvo, psicólogo y director de la Fundación Galatea. "Hoy la formación de los médicos prioriza el conocimiento, la competencia y la capacitación respecto a las enfermedades, la tecnología, la terapéutica"

En cambio, hay aspectos determinantes que quedan relegados "como la comunicación médico-paciente y, en especial, la adquisición de habilidades de afrontamiento, de trabajo en equipos interdisciplinares, la gestión de las emociones, el necesario autoconocimiento para el ejercicio de profesiones de ayuda".

Los R1 están en general más expuestos a presentar manifestaciones de estrés que sus compañeros de promociones más avanzadas, expone Mónica Leira, psiquiatra del Paime en Madrid. Entre esos factores están "la falta de experiencia en los contextos clínicos, y en concreto en los más estresantes, como Urgencias. Los MIR tienen una extensa formación en conocimientos teóricos, pero les faltan herramientas de gestión de las emociones, comunicación y relaciones interpersonales".

Por otra parte, para muchos de ellos iniciar el MIR "supone cambiar de lugar de residencia, desarraigarse, perder su entorno de relación habitual. Esto puede ser estimulante, pero también puede suponer pérdida de factores de apoyo sociofamiliar".

En resumen, "están más expuestos a focalizar sus metas exclusivamente en el aprendizaje del rol profesional, descuidando otros ámbitos de desarrollo personal que son esenciales para mantener un buen equilibrio entre la vida personal y profesional". 

Los residentes de otras promociones más avanzadas, por su parte, "pueden presentar con más frecuencia problemática asociada a la sobrecarga asistencial y/o el desgaste profesional". 

Buen equilibrio entre la vida personal y profesional

Partiendo de la base de que los MIR están bien preparados a nivel de conocimientos y capacidad de trabajo, Calvo opina que lo que les genera más estrés es lo relacional: cómo integrarse en el trabajo con otros compañeros o en el equipo, la relación con los enfermos y sus familiares...

En resumen, el manejo de niveles de comunicación adecuados para las distintas situaciones. "Estoy convencido que el gran reto de la Medicina, y también de la sociedad, no es sólo tecnológico, es también relacional: tener la capacidad de empatizar con el otro y aplicar tus conocimientos en ese contexto", valora Calvo.

El nuevo MIR "debe prepararse para afrontar situaciones complejas propias de la Medicina, debe tener un buen nivel de autoconocimiento que le permita saber por dónde están sus límites y por dónde hay que mejorar a nivel relacional y comunicativo, tanto con los pacientes como con el equipo. Además, añadiría un elemento importante más: la actitud flexible que predispone a la adaptación".

Por su parte, Leira aconseja a los residentes a "cuidar su patrón de alimentación y descanso, incorporar rutinas de ejercicio físico, cuidar las relaciones con personas del entorno significativo, cultivar actividades de ocio no relacionadas con la Medicina, y aprender a separar los profesionales de la vida personal, es decir, desconectar". Otra cosa importante es evitar canalizar las emociones negativas a través de conductas disfuncionales, como el consumo de alcohol y drogas de abuso. 

Leira apunta que la mentalidad para adaptarse a esta nueva etapa de manera exitosa tiene que incluir "la capacidad de asumir que van a experimentar sensaciones y emociones negativas durante la formación: inseguridad, cansancio, dilemas éticos, conflictos en las relaciones con pacientes, compañeros y supervisores docentes..."

La etapa universitaria 

Hay que tener en cuenta que "durante la etapa de formación universitaria han aprendido a diagnosticar y tratar enfermedades, ahora tienen que incorporar otro tipo de conocimientos técnicos que sobre todo tienen que ver con gestionar las relaciones humanas en el contexto sanitario y laboral", apunta Leira. 

En ese sentido, cree que "en la universidad deberían incorporarse más contenidos relativos a la relación médico-enfermo y a las dificultades en la adquisición del rol profesional". 

"Sin duda, sería deseable que los responsables de la formación universitaria en las facultades de Medicina, tuvieran en cuenta también esa vertiente más cercana a la formación de la persona, a la vertiente relacional que conlleva el ejercicio de la Medicina. Hoy se habla bastante de la humanización de la Medicina", recuerda Calvo.

Por otra parte, los supervisores clínicos y docentes tienen que convertirse en referentes de los médicos en formación, "acompañándoles en este proceso y estando dispuestos a escucharles y orientarles en las dificultades que se les presenten", opina la psiquiatra.

La pandemia ha hecho mella

Leira reconoce que "la pandemia de coronavirus ha supuesto un factor de limitación de nuestra capacidad de gestión emocional, para todas las categorías profesionales, independientemente del nivel de experiencia de cada uno". 

"Nos hemos visto inmersos en una situación amenazante por el temor a contagiarnos y a contagiar a personas de nuestro entorno, manejando una mayor presión asistencial, con importantes márgenes de incertidumbre respecto a la eficacia de los protocolos de tratamiento para el SARS-CoV-2. La escasez de recursos humanos y medidas de protección en determinados momentos y contextos, el aislamiento de los pacientes y la gestión de la información a distancia con los familiares han sido situaciones muy inusuales y desbordantes". 

La manera de afrontar los duelos también ha sido altamente impactante, según esta psiquiatra. "Nos hemos visto empujados a la acción, a la toma de decisiones rápidas, a la ejecución de tareas, sin margen o espacio para procesar los impactos emocionales vividos por todos estos factores, y eso está pasando factura en muchos profesionales". 

"Hay que reflexionar para dotar a los profesionales, veteranos y novatos, de herramientas de autocuidado,  y diseñar intervenciones preventivas de validación, contención y procesamiento emocional de experiencias de este tipo".

La situación ha sido dura, y eso ha podido motivar a los médicos jóvenes a cuestionarse su futuro profesional: "El impacto de lo ocurrido con la pandemia no ha sido poca cosa para ellos", apunta Calvo.

No obstante, "sabemos que hay MIR que han renovado su vocación y decisión de dedicarse a la Medicina:  han hecho una inmersión en la profesión en unas circunstancias muy especiales y sin precedente y han desarrollado ya unas capacidades de manejar dificultades de forma muy precoz", apunta Calvo.

"Lo que sí que estamos convencidos que hoy, los MIR y, a propósito de la pandemia, son más conscientes sobre la necesidad de estar más preparados emocionalmente, relacionalmente. Van entendiendo que hay que cuidarse para cuidar".

La residencia va asociada a un mayor riesgo psicosocial, pero esto se puede paliar reforzando las habilidades sociales y cuidando la vida personal. Off Nuria Monsó. Madrid Autocuidado Off

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