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sábado, 10 de octubre de 2020

Tratar la enfermedad mental en los tiempos del coronavirus

Psiquiatría
soniamoreno
Sáb, 10/10/2020 - 08:00
Día Mundial de la Salud Mental
Juan Diego Martínez es el coordinador facultativo del área de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos.
Juan Diego Martínez es el coordinador facultativo del área de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos.

La pandemia de la covid ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con los demás. Sin ir más lejos, la mascarilla nos resta información del otro, algo que en una relación usual puede ser más o menos un obstáculo, pero que adquiere connotaciones para los profesionales que trabajan con el delicado mundo de la enfermedad mental.

Debido a las mascarillas, "estamos aprendiendo a ‘leer’ los ojos”, reconoce el psiquiatra Juan Diego Martínez. Detrás de esta afirmación, se engloba todo un proceso de adaptación y reorganización al que se han visto abocados, de un día para otro, pacientes y profesionales sanitarios.

Las estadísticas indican que el impacto global de la primera ola de covid-19 en la enfermedad mental ha sido menor del que cabría esperar. Se han registrado menos trastornos mentales derivados de la pandemia de los que se habían previsto  y, en general, la salud mental de la población “ha dependido de la resiliencia de cada uno”, opina Martínez. “Probablemente, la pandemia ha generado mayor angustia entre las personas aisladas que estaban solas o que ya tenían problemas para gestionar sus emociones antes de esta situación”. Pero una vez pasado el confinamiento domiciliario, que no deja de ser un hecho puntual, apostilla Martínez, “quizá este momento de incertidumbre social y económico que atravesamos ahora pueda repercutir más en las emociones”.

Juan Diego Martínez es el coordinador facultativo del área de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos (Madrid), el más grande de España en salud mental y discapacidad intelectual, con cerca de 1.200 pacientes ingresados. Durante la primera ola pandémica, las medidas de seguridad tomadas amortiguaron con eficacia el impacto del virus. La mayoría de los 300 casos de covid-19 que se registraron en el centro se trataron allí, salvo los 25 pacientes más graves que tuvieron que derivarse al hospital. A ello favoreció la amplitud del centro, que cuenta con varios edificios, y la reorganización diseñada por la dirección y gerencia con el consenso de los diferentes profesionales del centro, que en seguida habían constituido una Comisión Covid-19. “Por nuestro trabajo, estamos acostumbrados a que las diferentes disciplinas colaboren, y eso se nota”, apostilla el psiquiatra.

También influyó que las medidas de seguridad se adoptaran con precocidad (antes del anuncio del primer estado de alarma, en marzo). El centro se cerró entonces hasta que volvió a abrirse en verano y así permanece –con un cierre puntual debido a algún caso positivo-, manteniendo una serie de medidas de seguridad y ciertas restricciones.

Una de ellas es la de las salidas del centro a los pacientes ingresados. En la era precovídica, los pacientes ingresados, dependiendo de su funcionalidad y autonomía, podían salir y entrar del centro. “Ahora, al margen de los pacientes que viven en pisos tutelados de nuestra red, donde se tiene una situación más normalizada, no son posibles estas salidas”. No obstante, se trabaja para que dentro del centro, los pacientes puedan sentir menos esa pérdida. Para ello, han manteniendo abiertas las actividades terapéuticas y de ocio –adaptando horarios y número de participantes-, permitiendo la movilidad de los pacientes por circuitos seguros y el acceso a las cafeterías del centro y, facilitando las visitas de familiares.

Cuando las visitas presenciales estuvieron suspendidas, en el Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos se organizaron vídeollamadas para “paliar la ausencia de lo presencial”.

Los encuentros virtuales fueron “mejor que una ausencia total de contacto”, pero, matiza el responsable facultativo, “no son un sustituto, sino una gran ayuda” en una situación especial.

De igual forma opina sobre las consultas por vídeoconferencia o vía telefónica. Si en otras especialidades, la telemedicina se ha revelado como una gran aliada en la gestión de recursos sanitarios, que incluso podría haber llegado para quedarse, en el ámbito de la psiquiatría y de la psicoterapia, Martínez apunta a las limitaciones, y opina que, de momento, no puede tomarse como un sustituto de la consulta presencial.

La presencia “aporta información a nivel diagnóstico y permite establecer una relación” que el especialista no cree intercambiable con la que se pueda conseguir por teléfono. “Lo que no significa que las vías telemáticas no puedan establecer otro tipo de vínculos, diferentes, pero creo que todavía están por explorar. Desde luego, el avance tecnológico, con modelos de 3D y avatares, por ejemplo, quizá podrían ayudar en ese camino”, reflexiona.

El responsable facultativo de Salud Mental del Centro San Juan de Dios de Ciempozuelos expone cómo han adaptado el centro y su labor diaria por la pandemia. coronavirus Off Sonia Moreno Psiquiatría Investigación Enfermería de la Salud Mental Off

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