Los alimentos empaquetados contienen declaraciones nutricionales, reguladas por el Reglamento nº 1924/2006 de la Comisión Europea (CE), tras muchos años en situación de vacío legal. En él se recogen las más de treinta declaraciones nutricionales que se pueden hacer de los alimentos y, en ellas, no solo se destaca la presencia o ausencia de aporte energético, sino también, diferentes tipos de grasa, fibra, proteínas, azúcares, vitaminas o minerales.
Pues bien, un estudio realizado por el equipo Badali de la Universidad Miguel Hernández (UMH), de Elche, dirigido por las profesoras de Nutrición y Bromatología Ana Belén Ropero y Marta Beltrá, sobre 3.197 alimentos a la venta en España -3.839 declaraciones nutricionales-, revela que el 49% no cumplían la legislación al respecto.
Según Ropero, ese incumplimiento se debía a que "no indicaban la cantidad del nutriente al que hace referencia, algo que es obligatorio". Destaca también el 29% de las que no cumplían con las características específicas de cada declaración y un 19% que eran no autorizadas por el reglamento”. En especial, destacan las incorrecciones entre los frutos secos, las semillas, los pescados, mariscos, dulces y chocolates.
Ropero y Beltrá destacan el gran número de declaraciones nutricionales tras analizar los alimentos, ya que alrededor de un tercio de los analizadas las tenían -media de 3,3 declaraciones por alimento-.
Donde más aparecen es en frutos secos y semillas (63% de ellos las hacían), legumbres (54%) y bebidas no alcohólicas (53%), siendo los nutrientes más mencionados las grasas y vitaminas, seguidas de minerales y fibra.
Ropero apunta especialmente que “el 77% de los cereales de desayuno/barritas -agrupados para el estudio- llevan declaraciones” y también que, aunque el 33% de los productos que llevaban declaraciones nutricionales hicieran solo una, “había 18,5% que llevaba más de cinco e, incluso el 4% llevaba más de diez”.
Las declaraciones más usadas
Entre las declaraciones nutricionales más populares se encuentran rico en fibra, sin azúcares añadidos, con calcio o bajo en sal. Este tipo de declaraciones son habituales, según las expertas de la UMH, en cereales de desayuno, galletas, bebidas lácteas o vegetales y margarinas.
Entre los resultados, Ropero señala que el “47%o de las declaraciones sobre la fibra se hacen en alimentos del grupo de los cereales, destacando especialmente las galletas, mientras que el 51% de las declaraciones en alimentos del grupo de las carnes son sobre la grasa y el 60% en dulces y chocolates, sobre azúcar. Por otra parte, en el caso de los pescados, es muy habitual declaraciones referentes al omega 3".
Los que no tienen alegaciones
En contraste, destaca que difícilmente se ven declaraciones nutricionales en frutas, verduras o pescado fresco.
Según Ropero, “la base de datos recoge alimentos con información nutricional en las web de los fabricantes y los productores de alimentos frescos no suelen tener web, ni empaquetar los alimentos, por lo que no suelen hacer declaraciones”.
Pero las investigadoras insisten en que eso no significa que no contengan nutrientes importantes, ya que los alimentos naturales son la base de la alimentación y de ellos se pueden hacer multitud de declaraciones. Por ejemplo, de alimentos como la lechuga o la naranja se puede afirmar que no llevan azúcares añadidos, tienen bajo valor energético y no contienen grasas saturadas ni sal, además de ser ricas en fibra, contienen ácido fólico y vitamina C. Asimismo, las lentejas son ricas en proteínas y fibra, no tienen azúcares añadidos, son bajas en grasa y grasas saturada, pero ricas en vitamina B1, ácido fólico, B6, hierro, fósforo y zinc y contienen vitamina B2, magnesio, potasio y selenio. En el campo de los pescados, apunta Ropero a modo de ejemplo, “las sardinas contienen vitamina B2 y son ricas en proteínas, omega 3, vitaminas B3, B6, B12 y D, fósforo y selenio”.
Los fines comerciales
Para el equipo Badali, las declaraciones se usan con el objetivo de aumentar las ventas de los productos que las llevan -de hecho, la propia Comisión Europea reconoce que confieren una imagen positiva a los alimentos.
Y, aunque numerosos trabajos de investigación han estudiado su efecto sobre la elección de compra de los consumidores y, en la práctica, es más probable que estos elijan productos que llevan declaraciones, no obstante pueden confundir sobre el contenido real del producto. Algunos autores hablan de que las declaraciones confieren un halo saludable a los alimentos.
No obstante, las profesoras de la UMH Ropero y Beltrá aclaran que el uso de las declaraciones solo aporta información acerca de uno de los nutrientes del alimento. El nutriente que le interesa destacar al fabricante.
Para determinar si es o no saludable habría que tener en cuenta todos los nutrientes que contiene, además de su aporte energético. En este sentido, estudios recientes en Brasil, Canadá y Nueva Zelanda muestran que una gran cantidad de alimentos con declaraciones nutricionales no son saludables. A juicio de Ropero, “en el primer país, un estudio muestra que el 65% de los alimentos con declaraciones nutricionales eran considerados no saludables según el Modelo de Perfiles Nutricionales de la Organización Panamericana de la Salud y la oficina regional para las Américas de la Organización Mundial de la Salud. Y en Canadá, el 42% de los productos con declaraciones nutricionales analizados se consideran "menos saludables" según el Modelo de Perfiles Nutricionales de la institución Food Standards Australian New Zealand”.
Requisitos nutricionales adicionales
Y es previsible que resultados similares se obtuvieran en España. Para evitar que los alimentos no recomendables hicieran declaraciones, la CE se comprometió a establecer requisitos nutricionales adicionales. La institución estuvo trabajando en ello en 2008, pero todavía no ha conseguido materializar legislación alguna al respecto.
Ana Belén Ropero considera que para avanzar en este campo “debería implementarse la legislación vigente y asegurarse que se cumpla. Pero, aunque se cumpliera, los consumidores seguirían percibiendo que los alimentos son más saludables de lo que son en realidad. Por lo tanto, es fundamental desarrollar un modelo de perfiles nutricionales que evite que alimentos no recomendables lleven declaraciones nutricionales”. Y añade que ese modelo de perfiles nutricionales debería ajustarse a criterios exclusivamente nutricionales, “sin interferencia de intereses económicos”, sobre todo porque “está en juego la salud”.
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