La pandemia ha hecho girar al mundo 180 grados, ha revolucionado nuestras vidas, ha puesto de manifiesto la importancia de tener un sistema sanitario consistente y ha sacado a la luz la impagable dedicación de los sanitarios. Algunos de ellos, especialmente volcados en una planta de la que poco se habla fuera de los hospitales y que ahora adquiere un enorme protagonismo. Se trata de la Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI), crucial para evitar en muchos casos la intubación a través del uso de terapias menos invasivas.
Se trata de un espacio de tratamiento y vigilancia a medio camino entre la planta de hospitalización y la UCI, para pacientes "que aún no tienen la gravedad necesaria para ingresar en la UCI, pero que tampoco pueden estar en planta porque requieren monitorización y otros cuidados", argumenta Myriam Calle, neumóloga del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. El objetivo: evitar los riesgos que conlleva la intubación y reducir las estancias en las camas de la UCI.
La literatura científica ya ha medido ampliamente los buenos resultados que aporta desde el punto de vista del paciente y coste-efectivo. Pero la pandemia que nos azota ha subrayado aún más sus beneficios y la necesidad de potenciar estas plantas. Un metaanálisis realizado entre marzo y mayo de 2020, basado en 50.000 pacientes, elogia la labor de las unidades de cuidados respiratorios intermedios a la hora de evitar la intubación en un alto porcentaje de los casos. Algo especialmente relevante en esta pandemia por Covid-19, ya que "entre 5 y 10 de cada 100 pacientes con infección por SARS-CoV-2 desarrollan insuficiencia respiratoria grave", apunta Javier Marco, director médico del Hospital madrileño de Emergencias Enfermera Isabel Zendal (HEEIZ), donde actualmente tienen una UCRI con 32 camas y van a añadir otras 18. "Lo habitual es que los hospitales en España y el resto de Europa tengan unas 10-12 camas, por lo que se puede decir que nuestra UCRI es la más grande y avanzada de nuestro continente".
Según Marco, se ha demostrado que "otras técnicas no invasivas, como el oxígeno a alto flujo, la ventilación mecánica o la presión positiva continua en la vía aérea, evitan la intubación en un 70% de los pacientes". Aparte de ser bien toleradas, han presentado un bajo nivel de fracaso (definido como el fallecimiento o la necesidad final de intubación). A tenor de los consensos de expertos, "el momento ideal para iniciar las terapias no invasivas sería aquel en que el paciente requiere una concentración de oxígeno suplementario del 40-50%".
Se reduce la mortalidad
Gracias a estos mecanismos, "podemos ofrecer una alternativa más segura en la que están monitorizados y tienen soporte continuo de enfermería", señala la especialista. Cabe recordar que la intubación conlleva un riesgo de neumonía nosocomial en un porcentaje muy elevado. Consiste en "generar una vía artificial en la tráquea por donde pueden entrar gérmenes más fácilmente y que además son enormemente agresivos. En los pacientes que desarrollan esta neumonía, la tasa de mortalidad es muy alta. El 50% va a fallecer".
Haciendo una recapitulación de números en el último mes (del 11 de diciembre al 11 de enero) en el Hospital de Emergencias Enfermera Isabel Zendal, han sido ingresados 374 pacientes y de todos ellos, sólo 11 han precisado ingreso en la UCI, lo que supone el 2,9%. Durante ese mismo periodo, ingresaron en la UCRI 47 pacientes (12,5%) y de estos, sólo cinco (10%) requirieron traslado a la UCI. "Estamos evitando ingresos en UCI. Estos resultados nos hacen pensar que el manejo precoz de estos pacientes en la UCRI puede llevar consigo una menor morbilidad y mortalidad junto con un tratamiento mucho más coste efectivo", expone Marco. "Está demostrado que el uso precoz de la ventilación mecánica no invasiva acelera la recuperación del paciente".
Es un "modelo puente" muy eficaz para reducir la ocupación de camas en la UCI y previene la saturación. Por un lado, evita ingresos innecesarios y además, "facilita la salida de pacientes de la UCI que aún no están para pasar a la planta de hospitalizaciones, pero sí para su traslado a la UCRI, donde estará muy bien controlado en todo momento", ilustra la neumóloga. Además, "uno de los principales problemas en los pacientes covid es que si hay un empeoramiento, resulta muy rápido e imprevisible. De ahí la importancia de la monitorización para poder llegar a tiempo".
Evidencia científica
En definitiva, la evidencia científica sobre las unidades de cuidados respiratorios intermedios deja claro que reducen las complicaciones en la UCI (neumonías), aportan mayor seguridad, menor mortalidad, mayor confort, agilizan y optimizan los recursos sanitarios, previenen la saturación de camas en la UCI, reducen la estancia en la UCI y ahorran costes. "En UCI puede haber una persona de enfermería por cada uno o dos pacientes y en la UCRI puede llevar a cinco o seis. En cuanto al especialista en neumología, en UCI se necesita a uno por cada tres pacientes y en UCRI, por cada seis", detalla Myriam Calle.
Ambos expertos coinciden en que con la pandemia por coronavirus, las necesidades de camas de UCRI se han multiplicado, son una necesidad real y de hecho, "ya no la tienen sólo los hospitales más grandes, ahora diría que el 100%, unas más dotadas que otras, han montado su zona de monitorización de grado intermedio de gravedad", puntualiza la neumóloga.
Estas plantas, cuenta Calle, "surgieron en Italia unos 20 años antes que España". En su hospital, cuentan con este servicio desde 2011. Antes de la pandemia "teníamos seis camas y ahora las han multiplicado por tres". Según esta experta, "las terapias respiratorias no invasivas están ayudando en esta pandemia, algo que ya sucedió hace años con la epidemia de la poliomelitis [...] Nunca pensé que vería esta situación. Salas de pacientes con soporte ventilatorio para poder mantenerles vivos hasta que la enfermedad y los tratamientos actúen".
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