Intubaciones y endoscopias son actos médicos delicados que requieren de una meditada y cuidada protección para el personal sanitario. La pandemia les ha abocado a extremar las medidas preventivas. “Tenemos que sumar capas, como en las cebollas; obtendremos más protección cuantas más tengamos”, comenta gráficamente Francisco Guillén, de la Unidad de Medicina Preventiva de la Clínica Universidad de Navarra, quien señala a la mascarilla y a la protección ocular como elementos clave.
Dado que la PCR varía en poco tiempo, si hay sospechas lo mejor es retrasar la intervención.
La mascarilla debe ser una FFP3 y estar muy bien ajustada. Además de las gafas, se puede utilizar una pantalla. “Nosotros usamos capuz porque cubre los hombros y nos protegen mejor de las salpicaduras”, añade Guillén. En la CUN también se han diseñado unas mamparas para colocar entre el paciente y el médico. Se trata de una especie de cubo de tres lados y la cara que se sitúa en medio tiene dos agujeros para poder introducir las manos.
Hay otras medidas que se deben adoptar: “Es necesario seguir escrupulosamente el procedimiento para quitarse el EPI y después lavar las manos con una solución hidroalcohólica porque nos tocamos la cara unas 20 veces por hora y es un gesto que podemos hacer aún más después de un período sin hacerlo”. Guillén llama la atención sobre el hecho de que se hayan producido más contagios en las áreas no covid del hospital, lo que atribuye a una actitud más relajada: “En las zonas covid el personal es más consciente del riesgo y tiene muchísimo cuidado cuando se pone y se saca el EPI”.
Aboga por realizar siempre, junto a la PCR, un cuestionario a todos los pacientes que se vayan a someter a una endoscopia o se vayan a intubar, salvo obviamente en las intervenciones urgentes: “Hay que preguntar por síntomas y contactos de riesgo”.
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