Al inicio de la pandemia, a los niños se les llegó a considerar 'supercontagiadores'. Un bulo que ha ido aminorando a medida que se han publicado estudios con resultados que lo contradecían hasta el punto de señalar que incluso eran menos contagiosos que los adultos. Ahora, una nueva investigación afirma que los más pequeños, especialmente hasta los tres años de edad, transmiten con mayor facilidad que los adolescentes en el interior de sus hogares.
Lejos de volver a poner a los menores en el ojo del huracán, los autores de este trabajo aclaran que sus conclusiones no vienen a resolver el debate sobre si los niños infectados son tan contagiosos como el resto de la población y tampoco sugieren que estén impulsando la pandemia. Simplemente, ponen sobre la mesa "el papel" que desempeña en la cadena de transmisión dentro del hogar.
Tal y como revela el artículo, publicado en la revista 'JAMA Pediatrics', los bebés y los niños pequeños tienen menos probabilidades de infectarse que los adolescentes, pero cuando ocurre, es más probable que transmitan el virus a sus convivientes. El origen parece situarse en un factor de comportamiento, ya que los niños muy pequeños requieren mucha atención y no pueden ser aislados cuando están enfermos.
Para los pediatras tiene sentido. Así como los adolescentes pasan más tiempo fuera de casa, juntos y a menudo, en lugares bastante cerrados, se tocan e incluso comparten bebida, los más pequeños tienen menos interacción social fuera del hogar, tienden a estar en estrecho contacto físico con convivientes, además de llevarse las manos y otros objetos a la boca con frecuencia. Existe una suma de condiciones que facilita el contagio dentro de casa.
El nuevo estudio, que fue realizado por investigadores de Public Health Ontario, se ha desarrollado a partir de los registros de casos de covid-19 y pruebas positivas de coronavirus en Ontario desde el 1 de junio hasta el 31 de diciembre de 2020. Los científicos detectaron todos los positivos asociados con hogares privados y después, identificaron el "caso índice" (la primera persona que desarrolló los síntomas de coronavirus o dio positivo en la prueba del virus). Tras analizar 6.280 hogares en los que la primera persona en contraer el virus era menor de 18 años, buscaron casos secundarios entre los convivientes durante las dos semanas siguientes.
Conviene señalar que en la mayoría de los casos, la cadena de transmisión se detuvo con el niño infectado, pero en el 27,3% de los hogares, los pequeños contagiaron al menos a otro familiar.
Al cruzar datos, se observó que a pesar de que los adolescentes (entre 14 y 17 años) constituían el 38% de los casos índice y los menores de tres años, sólo el 12%, a la hora de contagiar en casa, las probabilidades eran un 40% más altas en los pequeños.
Los autores del estudio no descartan la posibilidad de que los niños tengan niveles más elevados de virus que los adolescentes. Investigaciones anteriores mostraban que aunque los más pequeños rara vez enferman gravemente, pueden portar niveles de virus similares o incluso más altos que los de los adultos.
Lo cierto es que la dinámica de la transmisión de enfermedades no es sencilla y el papel de los niños en la propagación del virus sigue siendo incierto. Pero teniendo en cuenta que, según los datos, tienen capacidad para transmitirlo a velocidades clínicamente significativas, habrá que asegurarse de que quienes están alrededor estén vacunados para ayudar a frenar la propagación en el hogar. Y, sin duda, las precauciones, tanto en casa como en las guarderías, resultan esenciales: distanciamiento físico, buena ventilación, mascarilla y una frecuente higiene de manos.
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