La curación del VIH es para muchos expertos el mayor desafío que tiene la Virología entre manos. A diferencia de lo que ocurre con otras infecciones, sin ir más lejos la del coronavirus SARS-CoV-2 o la de la gripe, el sistema inmunitario no elimina al VIH de forma natural, por ello es tan difícil conseguirlo con fármacos; estos controlan al virus y evitan la enfermedad, pero el patógeno se acantona en células del organismo llamadas reservorios donde permanece, siempre con el riesgo de que sin el freno de la terapia farmacológica se reactive y se transmita. Esa es una de las razones por las que resulta tan difícil acabar con la epidemia del VIH/sida en el mundo. La compañía Gilead Sciences recoge el guante del desafío, con un amplio programa de I+D que contempla desde la prevención a la cura.
Esta farmacéutica trabaja en la innovación en el campo del VIH desde hace 35 años, durante los cuales ha desarrollado una decena de tratamientos antirretrovirales, incluido el primer régimen presentado en un comprimido y la primera pastilla de profilaxis pre-exposición (PrEP) para reducir nuevas transmisiones en individuos de riesgo. Más allá del sida, Gilead también cuenta entre sus logros el haber lanzado el primer fármaco que curó la infección por virus de la hepatitis C (VHC), si bien sus científicos reconocen que reproducir tal hazaña en el VIH va a ser mucho más complicado.
Con motivo de la 24º Conferencia internacional de Sida (AIDS 2022), que se está celebrando en Montreal (Canadá) hasta el 2 de agosto, Gilead ha expuesto su estrategia para acabar con la epidemia del VIH. Como asegura Jared Baeten, vicepresidente de Desarrollo Clínico de VIH de la farmacéutica, “nuestro objetivo es reducir a cero las nuevas infecciones por VIH”. Baeten, junto con Tomas Cihlar, vicepresidente senior de Investigación en Virología, son responsables de las estrategias básicas y clínicas para lograrlo; ambos las desgranan en exclusiva para este medio.
Desde San Francisco, Jared Baeten recuerda que “hemos visto en las últimas décadas una transformación del VIH en una condición prevenible y tratable, pero todavía nos queda un largo camino por delante, porque el problema del VIH no está solucionado en ninguna parte del mundo. Hay demasiada gente viviendo con el virus que no está eficazmente tratada; individuos que podrían beneficiarse de tratamientos preventivos, pero no están tomando la medicación, y si bien hemos alcanzado grandes avances, todavía no tenemos la capacidad para bloquear completamente las infecciones por VIH”.
Para reducir las nuevas transmisiones, enfatiza, “tenemos que aplicar estrategias de prevención y tratamiento que funcionen para todos, en todas partes”. Una pastilla diaria es la pauta idónea para mucha gente; hay datos a cinco años con el comprimido único de Gilead, presentados en la reunión de AIDS 2022, que confirman una alta eficacia y supresión viral duradera en pacientes que inician con este régimen su tratamiento para el VIH.
Si bien para algunos las ventajas que ofrecen los tratamientos simplificados son suficientes, también “hay un número considerable de personas que no llegan a cumplir con la pauta de una pastilla aldía”, expone Baeten sobre la importancia de encontrar opciones diferentes que cubran las necesidades de todos.
La forma de trabajar de la compañía, describe este responsable, consiste “colocar al paciente en el centro del programa de desarrollo de medicamentos incluso antes de empezar en el laboratorio”. La “cooperación con la comunidad” –integrada por personas que viven con VIH y trabajadores socio-sanitarios, entre otros agentes implicados en la prevención y el tratamiento- determina los primeros pasos de la investigación farmacológica, de forma que las terapias que finalmente superan la fase de investigación “responden a las necesidades de las personas que viven con VIH o que requieren estrategias preventivas”. Y esto culmina en tratamientos que pueden tomarse fácilmente cada día, así como en otros que faciliten la adherencia a quienes deben “superar las barreras del estigma y de la discriminación”.
Programas de prevención
Son barreras bien conocidas por este médico especialista en VIH que empezó su carrera a mediados de los 90 -“todos recordamos entonces los puñados de píldoras diarias que suponían el tratamiento”- y le llevó por diferentes lugares de Estados Unidos y África. Antes de iniciar su andadura en Gilead, Baeten ha dedicado gran parte de su labor a trabajar en prevenir la infección, en concreto, a través de los programas de PrEP.
En ese sentido, una de las innovaciones impulsadas desde Gilead son los antirretrovirales de acción prolongada (long acting), fármacos cuya administración se espacia lo máximo posible, de esa forma que apenas interfiera con la vida cotidiana. La farmacéutica está desarrollando en fase clínica un medicamento que será el primero de su clase. Lenacapavir inaugura la familia de los inhibidores de la cápside del virus; “dado que tiene un nuevo mecanismo de acción puede ser útil en individuos que han desarrollado resistencias o intolerancia a otras familias farmacológicas”, apunta Baeten.
Casi ‘una vacuna’
A finales de junio, el Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) adoptó, sobre la base del estudio multicéntrico internacional Capella en fase II/III, una opinión positiva para lenacapavir, en combinación con otro u otros antirretrovirales, para adultos con infección por VIH-1 multirresistente que están en un régimen de tratamiento fallido debido a mala tolerabilidad, aparición de resistencias o consideraciones de seguridad. El fármaco también se está ensayando –en el estudio Calibrate- como una opción para quienes inician su tratamiento del VIH, añade este especialista.
De forma destacable, además de ser el primero de su familia, es un tratamiento que se puede administrar cada seis meses en forma de inyección subcutánea. Son dos inyecciones anuales, destaca Tomas Cihlar, “si tenemos éxito, es prácticamente lo más próximo que pueda haber a una vacuna”. Los datos procedentes de estos y otros estudios en marcha muestran la alta eficacia y seguridad del tratamiento, apostilla Baeten, lo que impulsa a explorarlo también en programas de prevención.
“Uno de los motivos de trabajar aquí es tener la posibilidad de hacer llegar medicamentos tal como los necesitan las personas”, apostilla Baeten, de forma que encajen en sus vidas y contribuyan en la lucha contra el sida en cualquier rincón del mundo. En 2011, Gilead fue la primera compañía farmacéutica en donar todas sus patentes a Medicine Patents Pool, organización respaldada por Naciones Unidas (ONU) para facilitar el acceso de los tratamientos. También, según información de la compañía, los acuerdos de licencias llevados a cabo han permitido que el año pasado más de 16,5 millones de personas en países en vías de desarrollo pudieran acceder a sus tratamientos de VIH.
Curación funcional
Junto a la prevención y el tratamiento, la tercera gran pata para acabar con la epidemia es, sin duda, la curación. “Gilead lleva años trabajando en ello, con pasos firmes hacia ese objetivo”, destaca Cihlar, no obstante, “hay que ser realista, la curación del VIH es todo un desafío que llevará tiempo. Vemos que a lo largo de estos años se han curado apenas unas pocas personas en todo el mundo a través del trasplante de células hematopoyéticas, un procedimiento que no es adecuado para la mayoría, por las complicaciones asociadas y por no ser reproducible a gran escala. No existe un mapa para llegar hasta la curación del VIH, y desde luego nadie en solitario va a alcanzarla. Será necesaria mucha colaboración entre farmacéuticas, biotecnológicas, científicos, académicos, gobiernos y la comunidad de quienes viven con VIH”.
Para este bioquímico checo, con una extensa carrera científica en el desarrollo de antivirales para el VIH y la hepatitis B, y, recientemente, en el de remdesivir para la covid-19, encontrar “la curación del VIH es el mayor desafío actual de la Virología”. Estamos ante un virus totalmente diferente a otros que sí se han logrado curar. “Sin ir más lejos Gilead lo ha conseguido con el VHC: con un tratamiento antiviral específico durante unas diez semanas consigues que desaparezca del organismo”. En cambio, el VIH forma reservorios persistentes que el sistema inmune no es capaz de reconocer ni eliminar.
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