"Na ná, na naná" (Opus). En algunas ocasiones he comentado la cercanía entre las pseudoterapias y los nuevos tipos de sectas, a las que llamamos 2.0 por sus estructuras alejadas de las clásicas. Cuando pensamos en sectas (destructivas), enseguida nos viene a la cabeza gente con túnicas danzando en retiros, entonando cánticos y mantras religiosos. La explosión esotérica de los años 60 y sus clichés televisivos nos ha inundado con estas imágenes.
Pero los tiempos cambian, y con ellos los avispados gurús quienes, si en algo suelen destacar, es en usar eficazmente las herramientas de difusión y persuasión a su alcance para lograr sus propósitos. En el siglo XXI, estas herramientas son claramente las redes sociales. ¿Por qué limitarse a una docena de acólitos cuando puedes acceder a millones de ellos? Cierto que se pierde cierta capacidad de control y supervisión, pero si les haces llegar el mensaje adecuado, ellos mismos se encargarán de sentir una dependencia extrema a tu criterio y se andarán con mucho cuidado de no saltarse una coma. La prisión del adepto, aunque a veces sea también física, siempre es mental, de ahí que en el ámbito de las sectas se hable mucho de la "grupodependencia": una sumisión total a los criterios y designios del líder.
Las sectas 2.0 que encontramos hoy en día se parecen mucho más a negocios con estructura de estafa piramidal; las túnicas cambian a trajes y corbata, sombreros o ropa casual. Los retiros de un puñado de gente medio aletargada por las drogas mutan a eventos multitudinarios que transcurren entre un espectáculo de luces y mensajes hiperestimulantes. Lo que sí permanece igual son los bombardeos de amor y promesas de salud y dinero (porque tres cosas sigue habiendo en la vida). Siguen haciendo sentirse a quienes se acercan a ellos como parte de un grupo de élite, distinguido de entre la masa de ignorantes o cobardes que no se atreven, a diferencia de ellos, a estar enfocados al éxito, a conocer la verdad, a enfrentarse a algún tipo de orden preestablecido que intenta mantener a la sociedad en la sombra, impidiendo su iluminación, acceso a estados superiores de conciencia, una salud a prueba de balas, etc.
El campo de los comportamientos coercitivos está muy depurado evolutivamente y poco ha cambiado, siendo básicamente los mismos que en las sectas clásicas. A sumar al ya mencionado bombardeo de amor y certezas de mejora en el campo que preocupa a la víctima, está la presión de pares, la exaltación de las virtudes del grupo, la intolerancia a la crítica…
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