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sábado, 30 de julio de 2022

El riesgo de 'vender la burra'

Carmen Fernández
carmenfernandez
Dom, 31/07/2022 - 08:00
Divulgación científica
Divulgar avances en ciencia es tan importante como hacerlo bien.
Divulgar avances en ciencia es tan importante como hacerlo bien.

El Código de Deontología del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos reza en su capítulo sobre Publicaciones Profesionales (artículo 64): “El médico tiene el deber de comunicar en primer lugar a los medios profesionales los descubrimientos que haya realizado o las conclusiones derivadas de sus estudios científicos, cualesquiera que sean sus resultados”. Y también: “Son contrarias a la Deontología las siguientes actuaciones: dar a conocer de modo prematuro o sensacionalista procedimientos de eficacia todavía no demostrada o exagerar ésta; falsificar o inventar datos; plagiar lo publicado por otros autores; dejarse incluir como autor sin haber contribuido sustancialmente al diseño y realización del trabajo; no mencionar todas las fuentes de financiación del trabajo que motiva la publicación; realizar publicaciones repetitivas, y hacer publicidad engañosa encubierta o promoción de un producto sin suficiente soporte científico o con información insuficiente del mismo”.

Y el Código de Deontología del Consejo de Colegios de Médicos de Cataluña, que son los únicos que tienen uno propio, dice (normas 130, 131 y 132): “El médico, cuando comunique a la prensa o a otros medios de difusión información sobre actividades profesionales o de tipo sanitario y científico debe ser cuidadoso, especialmente cuando ésta afecte a la población de forma generalizada. Esta información deberá ser veraz y entendedora, y basarse en fuentes objetivables, fiables, identificables y susceptibles ser contrastadas”. “Cuando el médico participe en un espacio de información de carácter divulgativo sanitario, es necesario que lo haga en temas de su competencia, que sea prudente y que considere las repercusiones que puede tener en el público. Debe abstenerse de tener una actitud publicitaria y de avalar productos de consumo sin beneficios demostrados para la salud”. Y, por último, “el médico no debe fomentar esperanzas engañosas de curación, ni tampoco debe promover falsas necesidades relacionadas con la salud. También debe abstenerse de emplear medios y/o mensajes publicitarios que menosprecien la dignidad de la profesión, o la de otros compañeros, o que tengan afán exclusivo de lucro”.

Esos preceptos de uno y otro código, que son poco discutibles por su racionalidad, no siempre se tienen cuenta a la hora de dar de conocer públicamente avances médicos y quirúrgicos más o menos relevantes. Y no lo digo por ningún caso o ejemplo concreto y/o reciente; no sean malpensados.

Lo traigo a colación porque nunca está de más recordar que es importante para la sociedad, y en particular para la propia ciencia biomédica, que investigadores clínicos y básicos divulguen bien los nuevos conocimientos y las nuevas terapias a que dan lugar y sus resultados.

Porque los periodistas tenemos la responsabilidad de tratar (con rigor y ética) y hacer llegar esa información al resto de la comunidad médica y farmacéutica y a la ciudadanía, pero nuestra fuente básica (de la que dependemos) son los científicos y, además, hoy en día, con internet y las redes sociales, ellos también pueden divulgarla directamente, sin filtro; es decir, sin nuestra intermediación.

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