Existen 3,48 millones de aplicaciones móviles disponibles en la plataforma Google Play y 2,22 millones en Apple App Store, de las que más de un millón están relacionadas con la salud, el estado físico, la alimentación y el bienestar general. En torno a un 70% de las aplicaciones móviles de salud se clasifican en la sección de estilos de vida y bienestar, principalmente Health & Fitness.
Son los datos que maneja Francesc Alós Colomer, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria del centro de salud Passeig de Sant Joan (Barcelona) y experto en mHealth. Sin embargo, la observación de la realidad desvela que los galenos siguen teniendo sus reservas y algunos estudios apuntan que la mayoría de los usuarios, transcurridas ocho semanas de su uso, borran las apps de sus dispositivos móviles.
Francesc Alós defiende que el buen uso de las mHealth potencia la autogestión de la salud e impulsa el autocuidado: “Ayuda a convertir al paciente en un sujeto activo, informado y autónomo, y al profesional de salud en un coach que orienta y ayuda a mejorar las potencialidades de los pacientes para conducir en tales cambios”.
En su opinión, apostar por las mHealth es apostar por la prevención, por ayudar a gestionar problemas importantes de salud, como el sedentarismo, y por motivar la adherencia terapéutica de los pacientes crónicos. Otro beneficio potencial es que pueden mejorar la accesibilidad, prestar servicios de telemedicina en zonas remotas y convertirse en una ayuda a la sostenibilidad del sistema de salud; de hecho, se calcula una reducción del 15% de los costes sanitarios totales gracias a la monitorización remota de los pacientes.
La mitad de las personas con enfermedades crónicas no toman bien la medicación y sólo entre un 2,5% y un 10% de los pacientes siguen el consejo médico
Todo esto no son cuestiones baladíes, ya que el promedio de cumplimiento de los tratamientos crónicos es de apenas el 50% y sólo entre un 2,5% y un 10% de los pacientes siguen el consejo médico (medidas farmacológicas y no farmacológicas). “Esto nos tiene que hacer reflexionar sobre el impacto que tiene la acción del médico”, asevera Alós Colomer, quien considera que AP es el ámbito ideal para implementar programas mHealth que promuevan estilos de vida saludable, dada la accesibilidad de este nivel asistencial, su integralidad y longitudinalidad: “El médico de familia es el profesional idóneo para identificar una amplia gama de mHealth adaptadas a los intereses del individuo”.
No todas valen
¿Pero cuáles son las apps que se deben prescribir? No todas valen, según este especialista. Para que sean eficaces y mantengan su uso a largo plazo tienen que cumplir cinco requisitos. El primero es que tenga una alta usabilidad, es decir, que resulte fácil, cómoda y práctica. El segundo y más importante es que cuente con la certificación de producto sanitario, lo que permite asegurar un contenido científico avalado, riguroso y de calidad. En Europa el marcado CE es garantía de que una app funciona y es clínicamente segura. En territorio español, existen organismos que certifican apps, como AppSalud en Andalucía y el Tic Salut Social en Cataluña. En Inglaterra el NHS y en Estados Unidos la FDA.
En tercer lugar, los programas mHealth deben utilizar modelos y técnicas de cambios de comportamiento a través de la inducción, el establecimiento de metas, la gamificación o la personalización: “El simple suministro de información y la simple prescripción de lo que se debe hacer, no tienen efecto directo en gran parte de la población, son necesarios abordajes basados en el diseño del comportamiento”.
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