La implantación de prótesis es una práctica habitual en la cirugía ortopédica. Vinculada al envejecimiento poblacional, estas operaciones aseguran la calidad de vida en un número importante de personas, pero en un pequeño porcentaje de casos pueden aparecer infecciones.
En la intervención protésica del hombro, la infección es una complicación excepcional; apenas acaece en un 2-3% de las operaciones. No obstante, es la principal complicación y una de las más devastadoras para el paciente, porque es muy difícil de curar y comporta la realización de nuevas cirugías, por no mencionar la carga económica que implica para el sistema sanitario.
La mayor parte de las veces que se detecta la infección de prótesis de hombro hay que retirar el implante, puesto que se hace evidente con el proceso ya avanzado. Si se ha identificado el germen causante en el momento de retirar la prótesis, puede ser suficiente con una intervención, pero, normalmente, hay que esperar a realizar una segunda operación para colocar la nueva prótesis.
De ahí el reconocimiento internacional a una investigación que analiza la presencia de un patógeno concreto en la cirugía primaria del hombro. Así lo acaba de hacer la Sociedad Americana de Cirugía de Hombro (American Shoulder and Elbow Surgeons), al premiar en la categoría de Ciencia Clínica el estudio ‘Cutibacterium acnes (formerly Propionibacterium acnes) in primary reverse shoulder arthroplasty: from skin to deep layers’ dirigido por Carles Torrens, jefe de sección de extremidad superior del Servicio de Cirugía Ortopédica del Hospital del Mar (Barcelona).
En el estudio prospectivo que dirige Torrens se analizó la contaminación quirúrgica durante la cirugía protésica de hombro en 90 pacientes, con 12 muestras de cultivo obtenidas de cada uno de ellos.
Según los resultados, en uno de cada cinco pacientes la intervención acabó con una contaminación de los tejidos profundos con la bacteria Cutibacterium acnes, que habitualmente vive en la piel y que es uno de los gérmenes más frecuentes en las infecciones de hombro. Al hilo de esos resultados, Torrens destaca a DM que “probablemente, las medidas de profilaxis antibiótica o de desinfección cutánea habituales no son las idóneas”.
El cirujano considera que la profilaxis antibiótica para la cirugía de hombro suele estar basada en la que se aplica a intervenciones de rodilla y cadera, cuando son operaciones muy distintas.
“No es fácil cambiar los protocolos, teniendo en cuenta que se necesita acumular mucha evidencia -quizá con trabajos multicéntricos-, pero los resultados sugieren que la profiliaxis debería adaptarse más. La bacteria Cutibacterium acnes no se encuentra normalmente en rodilla o cadera, y es algo que hay que tener en cuenta”.
El equipo de Torrens está trabajando para favorecer que se instaure un tratamiento específico para Cutibacterium, mediante la secuenciación genética de la bacteria. “Hay muchos tipos y algunos son más infectivos que otros; con esta investigación esperamos poder identificar los subtipos más virulentos y así poder instaurar el tratamiento que evite la infección”.
Un reconocimiento internacional
El premio Neviaser, la primera edición que entrega la sociedad americana, recae en este estudio, que se ha seleccionado entre los publicados en Journal of Shoulder and Elbow Surgery, la revista científica más importante en este campo quirúrgico. De hecho, el nombre del premio rinde homenaje a Bob Neviaser, quien fue director de Journal of Shoulder and Elbow Surgery y presidente de la sociedad estadounidense de esta rama de a cirugía.
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