Víctor Pedrera, vicesecretario general de la Confederación Estatal de Sindicatos Médicos (CESM) y máximo responsable de CESM en Alicante, será proclamado oficialmente secretario general del Sindicato Médico de la Comunidad Valenciana (CESM-CV) en el transcurso del III Congreso del sindicato autonómico, que se celebra el próximo lunes en Valencia.
Médico de Familia, doctor en Medicina y experto en gestión clínica (con más de 50 publicaciones en libros y revistas especializadas sobre el tema), sustituye a Andrés Cánovas, que ha ocupado el cargo durante los últimos 20 años. Según Pedrera, la pandemia de la Covid-19 ha puesto sobre la mesa las "debilidades" de un sistema sanitario lastrado por la pérdida de financiación y por el deterioro de las condiciones de los profesionales.
Pregunta. ¿Qué radiografía hace de la situación actual del médico valenciano?
Respuesta. La situación que atravesamos los médicos en la Comunidad Valenciana no dista mucho de la que se vive en el resto del Estado. Estamos inmersos en una pandemia que ha dejado al descubierto las múltiples deficiencias del que, supuestamente, es el mejor sistema sanitario del mundo, y que ha resultado no serlo tanto. A la primera tensión importante, nuestro sistema sanitario ha sido incapaz de dar una respuesta adecuada y se ha visto desbordado. Esto obedece a bastantes años de pérdida de financiación, de progresivo deterioro de las condiciones laborales de los profesionales, a la inestabilidad crónica que padecemos especialmente los médicos y a una falta absoluta de liderazgo y criterios profesionales en la gestión de la sanidad pública. A nivel autonómico, en nuestra comunidad se ha utilizado también el argumento de la infrafinanciación para no abordar mejoras laborales ya solventadas en otras, tales como la jornada laboral de 35 horas o la recuperación de los recortes provocados por la anterior crisis.
P. Dentro de este panorama general tan deteriorado que dibuja, ¿cuáles serían las problemas o déficits que exigen una actuación inmediata?
R. La precariedad laboral ha hecho mella en nuestro colectivo. Durante esta última década hemos visto como cada año no se forma a un número adecuado de residentes para cubrir las necesidades reales de especialistas. A eso se suma el continuo aumento del porcentaje de especialistas que emigran a otros países de nuestro entorno, ya que les ofrecen mejores retribuciones, contratos más estables y unas condiciones laborales inimaginables en nuestro sistema sanitario. Todo ello ha provocado una situación de difícil manejo que exige un abordaje inmediato.
P. ¿Tanta es la diferencia entre las condiciones laborales y salariales del médico español y las de sus colegas de nuestro entorno europeo?
R. ¿Alguien piensa que un médico de Familia alemán o escandinavo aceptaría atender agendas con 40, 50 o más pacientes, como ocurre aquí? ¿Cree alguien que un médico en Italia, Bélgica o Irlanda aceptaría contratos a días sueltos? Y si hablamos de las retribuciones el abismo es aún mayor: ¿Alguien cree que en Holanda o Francia un médico está dispuesto a trabajar durante una jornada completa por un salario mileurista? Pues ésa es, en esencia, la triste realidad de las condiciones laborales que estamos padeciendo los médicos, en España y en la Comunidad Valenciana, y la causa principal de la falta de profesionales. Mala planificación, malas condiciones laborales y, en consecuencia, fuga creciente de profesionales a otros países.
P. ¿Qué relación mantienen actualmente con la Administración valenciana, su principal interlocutor para intentar revertir la situación que describe?
R. La falta de diálogo y de profesionalización de nuestros dirigentes sanitarios es un problema sobreañadido a lo que acabo de relatar. Seguimos padeciendo una administración que basa su gestión sanitaria en criterios cortoplacistas y centrados sólo en los intereses políticos; que designa a los mandos intermedios por mera afinidad ideológica, sin que tengan formación específica, y que opera con argumentos puramente demagógicos.
P. ¿Explicaría eso que el conflicto abierto con los MIR no acabe de encontrar una salida?
R. Sí, la situación que se vive en nuestra comunidad con conflictos como el de los MIR es una prueba evidente; en otras autonomías, la movilización de los residentes ha tenido, antes o después, una solución digamos que más fácil, pero aquí el conflicto permanece enquistado y sin solución a la vista después de tres meses de protestas. Pero es que en atención primaria pasa algo parecido. Tenemos un nivel asistencial que ha colapsado por la falta agudizada de recursos, la sobrecarga y la nula planificación. No se han planteado soluciones eficaces, pese a las continuas propuestas y recomendaciones de todo el colectivo, no sólo el sindicato, sino también los colegios profesionales y las sociedades científicas. Todas las propuestas caen, una y otra vez, en saco roto.
P. ¿A su juicio, qué debería cambiar en esa interlocución con la Administración?
R. Necesitamos, y echamos de menos, una relación más fluida y sincera, con capacidad de escucha ante las sugerencias que, una y mil veces, les ofrecemos. Hasta ahora, no estamos viendo ni voluntad de diálogo ni profesionalidad a la hora de planificar o plantear soluciones.
P. ¿A nivel sindical, cuáles son sus prioridades como nuevo secretario general?
R. La situación laboral que atraviesa nuestro colectivo requiere de una acción sindical contundente, pero a la vez dialogante, y ahí vamos a poner el foco de nuestra actuación. De entrada, hay que mejorar la estabilidad contractual, desterrando de una vez por todas los contratos basura. Nos referimos especialmente a los contratos a días sueltos; los contratos de guardias, utilizados para cubrir déficits estructurales de plantilla, y las interinidades eternas, que, en algunos compañeros, llegan hasta el día de su jubilación. Es una situación que no pude durar más; es preciso revertirla o nuestra sanidad pagará un alto precio, como ya se está viendo.
P. ¿Y retributivamente? ¿Entiendo que uno de los objetivos es acortar la brecha salarial con Europa a la que antes se refería?
R. Las retribuciones se han de adecuar, en efecto, a las de los países de nuestro entorno. De no ser así, seguiremos formando a especialistas para otros países, que se beneficiarán de ellos sin haber invertido un solo euro en su formación. Nuestro país no puede ser tan generoso, permitiendo que sus médicos sean aprovechados por sus vecinos. La única fórmula para evitar esto es la homologación de las condiciones retributivas, pero también de las laborales. No es de recibo la existencia de presiones asistenciales que impidan un ejercicio de calidad y seguro, tanto para el paciente como para el profesional. En definitiva, la calidad de los contratos, el nivel retributivo y las condiciones laborales son tres factores que determinan, en gran medida, la situación que atraviesa nuestra sanidad pública. Solucionar esos tres puntos es imperioso.
P. El decreto sobre recursos humanos del Ministerio de Sanidad ha levantado una oleada de críticas unánimes de la profesión. ¿Qué análisis hace de esa norma?
R. El Real Decreto Ley 29/2020 ha sido la gota que ha colmado el vaso de nuestra paciencia y es, de hecho, el desencadenante de la convocatoria de huelga para el 27 de octubre. Es una norma que faculta a la Administración para movilizar a profesionales de unas especialidades a otras y para acreditar a profesionales extracomunitarios sin garantías formativas equiparables a las de nuestro sistema MIR. La norma ministerial abre la puerta para fulminar, vía decreto, nunca mejor dicho, derechos laborales básicos de los profesionales que hasta ahora creíamos consolidados, pero además le da la puntilla a nuestro sistema MIR, que tan buenos profesionales y tanto prestigio le ha dado a la profesión médica española en el resto del mundo.
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