El inicio del curso académico en las diferentes facultades de Medicina de nuestro país se está viendo alterado seriamente por la segunda ola de la pandemia Covid-19.
Entre otras muchas consecuencias de la Covid-19, las diferentes autoridades académicas y sanitarias han decidido prohibir el acceso de los estudiantes de Medicina a los diferentes hospitales universitarios, en los que muchos de ellos reciben enseñanzas teóricas y realizan las prácticas clínicas, que son esenciales para adquirir los conocimientos, habilidades y aptitudes imprescindibles para desempeñar en un futuro inmediato su profesión de médico.
Si bien esta prohibición afecta a todos los estudiantes, esto es especialmente lesivo para los estudiantes de 6º curso, que debe ser eminentemente práctico. Los estudiantes realizan sus últimas rotaciones por los diferentes servicios asistenciales y consolidan los conocimientos prácticos, las habilidades y las aptitudes necesarios para la práctica clínica; además, deben superar al final del curso el examen ECOE (Examen de Competencias Objetivo y Estructurado), un examen absolutamente práctico necesario para obtener el grado de Medicina.
Amparar esta decisión adoptada por algunas comunidades autónomas en el objetivo de garantizar una mayor seguridad de los estudiantes y de los pacientes es muy debatible, especialmente porque el riesgo sería similar al de los profesionales sanitarios y no sanitarios, o al de los pacientes no Covid-19 ingresados en el hospital y sus acompañantes; además, el número de estudiantes que hacen prácticas en un centro es muy reducido, comparado con el de pacientes o profesionales.
"Amparar la suspensión de las prácticas en la seguridad del alumno es muy debatible"
Pero, además, el bloqueo a la formación práctica de alumnos de último curso de Medicina también tiene otras consecuencias, que chocan especialmente con las perentorias necesidades asistenciales actuales. Dada la escasez de personal sanitario en los últimos meses, los estudiantes bien formados podrían ayudar a paliar esta situación, lo que supone una oportunidad formativa excepcional. El aprendizaje y la colaboración de los estudiantes redundaría también en el propio sistema sanitario y en la sociedad a corto, medio y largo plazo.
Se están implementado algunas soluciones. Las clases teóricas pretenden impartirse en plataformas online optimizadas, sometidas a un proceso de mejora extraordinario, y que pueden suplir, probablemente con muchas garantías, las necesidades de formación teórica a medio plazo. En cualquier caso, esto no debe suponer el establecimiento definitivo de esta forma de enseñar a largo plazo, ya que la docencia teórica presencial debe ser el pilar fundamental de la enseñanza del grado de Medicina.
En lo que se refiere a la enseñanza práctica, los estudiantes de Medicina deben volver a los hospitales universitarios, siempre respetando todas las medidas que se establezcan para preservar la seguridad de los pacientes y la de los propios estudiantes.
Hay que ser imaginativos, planteando soluciones que superen las actuales dificultades estructurales fruto de la pandemia. Algunas opciones podrían basarse en retrasar las prácticas clínicas y/o adoptar medidas que se adecuen a la situación sanitaria que estamos viviendo (menos tiempo de prácticas, pero poder presenciarlas, grupos reducidos…). Habría que arbitrar medidas extraordinarias de gestión de recursos materiales y humanos en las facultades de Medicina y en los hospitales universitarios que posibiliten la entrada de los estudiantes en los hospitales de forma ordenada, y que no comprometan las medidas dictadas por la situación de pandemia.
¿Qué pasa con el postgrado?
Respecto a la enseñanza postgraduada de los residentes de las especialidades quirúrgicas, la situación resulta especialmente grave, ya que afecta a todos los años de formación (desde R1 a R5). En estos residentes, el déficit de formación práctica es especialmente perjudicial. Por una parte, debido a la limitación en el número de personas que pueden reunirse, no se pueden llevar a cabo las sesiones clínicas planificadas, donde los residentes aprenden a tomar decisiones acerca de las indicaciones quirúrgicas de los pacientes, se analizan las complicaciones y se discuten diferentes aspectos asistenciales, docentes e investigadores.
"El déficit de prácticas es especialmente perjudicial para los MIR quirúrgicos"
Se estima que en los residentes de Cirugía de 5º año la disminución del número de cirugías electivas durante los meses de pandemia va a suponer una merma de, al menos, unos 6 meses en sus periodos formativos (si es que no se prolonga aún más esta situación). Todo ello repercutirá en la actividad clínica que lleven a cabo como cirujanos los residentes de Cirugía cuando terminen administrativamente sus periodos de formación el próximo mes de junio.
Por todo ello, es urgente diseñar planes de actuación que permitan soslayar o aminorar los efectos negativos de esta situación. Deberían establecerse medidas que palien la situación, entre ellas, el incremento de la actividad quirúrgica sin ingreso (estrategias de cirugía mayor ambulatoria, estrategias de cirugías de corta estancia, programas de recuperación postoperatoria precoz,..) o la ampliación, de forma excepcional, de sus periodos de residencia (como ya se hace cuando hay situaciones o enfermedades en los MIR que les puedan impedir completar los periodos legalmente establecidos: enfermedades de larga duración, intervenciones quirúrgicas, embarazo...).
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