Illa llegó hace ahora un año al Ministerio de Sanidad por sorpresa, por no decir, chiripa. Era la cuota catalana de un Ejecutivo conformado con pinzas tras varios intentos fallidos.
Filósofo de formación y político por única profesión, el sector acogió con desilusión su falta de conocimiento de una sanidad diezmada desde la crisis económica y muy necesitada de atención tras varios años de parón legislativo por el conflicto catalán y la repetición de elecciones. No era, con todo, la primera vez que llegaba a la sede de Paseo del Prado alguien completamente ajeno a la sanidad, y profesionales e industria se aferraron pronto a la fama que le precedía de buen talante y excelente negociador para recibirle con la mano tendida.
Después de todo, bueno o malo, la experiencia dictaba que duraría poco; Sanidad quema rápido y se cuentan con los dedos de la mano los ministros que desde la democracia han durado más de un año y medio al frente de la sanidad, en un despacho sin presupuesto ni apenas competencias y agotados mediáticamente ora por la crisis de las vacas locas, ora por la gripe A, los fármacos para la hepatitis C, el Ébola.... o el coronavirus.
Capaz de contestar una y otra vez las mismas frases vagas del guión oficial de Moncloa al escuchar durante meses preguntas sistemáticas de toda la prensa como las de las cifras de muertos en las residencias, y de no contestar a ellas nada concreto sin ni siquiera sonrojarse, Illa ha conseguido lo imposible: ser ministro de Sanidad durante la mayor pandemia que afronta el mundo y sobrevivir a ello sin quemarse mediática ni políticamente. Claro está que en eso probablemente ha tenido mucho que ver la inmolación de un técnico como Fernando Simón asumiendo sobre sus espaldas el discurso político del Gobierno.
Ni las decisiones sobre la tardía actuación de España, ni los errores en la compra de los test defectuosos, ni los masivos contagios de sanitarios por la falta de material de protección, ni el caos en las cifras de casos y fallecidos, ni el cambio de criterio sobre las mascarillas, ni la confusión sobre las medidas de desescalada, ni la opacidad de los comités de expertos en los que se amparaba la toma de decisiones, ni la falta de liderazgo en la segunda y tercera ola... Nada parece haber hecho mella en la imagen de un Illa que los socialistas ven tan fuerte como para cargar sobre sus espaldas la otra gran crisis que, junto a la pandemia, afronta España: el conflicto independentista catalán.
Su candidatura por el PSC a las controvertidas elecciones catalanas y su decisión de mantenerse en el cargo hasta el inicio de la campaña electoral han provocado semanas de medidas politizadas, insurrecciones autonómicas y crispación entre partidos.
Bien es cierto que eso tampoco era nuevo en la crisis del coronavirus. Pese a sus formas tranquilas, Illa ha protagonizado varios golpes de efecto y giros de guión propios de la mejor serie de ficción, con el “la paciencia tiene un límite” que espetó a la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso apenas unos días después de su mediática tregua con Pedro Sánchez, la contraprogramación de ruedas de prensa o la respuesta con un estado de alarma sin apoyos a las decisiones judiciales sobre el cierre de Madrid.
Sus victorias políticas se han sentido, sin embargo, como fracasos por el sector sanitario que dice masivamente haber visto más ideología en la toma decisiones que políticas basadas en criterios técnicos para combatir la pandemia.
Entre los representantes del sector sanitario son pocos los que aprobaban su gestión y muchos los que le reclamaban que escuche a los profesionales, se aleje de ideologías y lidere a las autonomías o, al menos, no les ponga obstáculos.
La Organización Médica Colegial (OMC) cree que “al ministro le han faltado conocimientos médicos y decisiones valientes. Uno puede asesorarse de expertos, pero el conocimiento práctico es muy necesario. No basta ser empático”. Además, sorprende también que, “en ocasiones, las decisiones y los protocolos se han ido cambiando según las existencias y no ante las evidencias”.
OMC: "Le han faltado conocimientos médicos y decisiones valientes"
A la falta de conocimientos y a politización se refiere también Florentino Pérez, presidente del Consejo General de Enfermería: “No ser un experto en Sanidad ha sido un grave problema. Su mayor error ha sido no dejarse además asesorar por verdaderos expertos y convertir la crisis en una batalla política. Su equipo no ha sido el adecuado y en general no se ha contado con el asesoramiento de los profesionales sanitarios”.
CESM: "Le doy un suspenso, no ha escuchado a la profesión al tomar medidas"
El portavoz de los enfermeros reconoce que Illa “es un hombre de talante dialogante y reflexiones sosegadas”, pero valora con un suspenso su gestión porque “su liderazgo ha sido fundamentalmente político. La coordinación ha estado regida por intereses políticos y no profesionales”.
Con dureza, el sindicato de funcionarios CSIF explica que “ha tenido una mala previsión de la pandemia, mala coordinación y poca o nula interlocución. Recordemos que fue el responsable máximo del desabastecimiento de EPI, que provocó el contagio en la primera ola de más de 55.000 profesionales del SNS”.
El sindicato de funcionarios CSIF alude a otra de las grandes críticas que pesan sobre su actuación: la falta de liderazgo y el abandono de las autonomías a su suerte. “El Consejo Interterritorial es un órgano que debería establecer criterios comunes en todas las autonomías, y aún hoy vemos que nada más lejos de la realidad”.
Consejo de Enfermería: "Se ha regido por intereses políticos en lugar de por criterios profesionales"
Falta de diálogo real y de liderazgo están en boca también del sindicato médico CESM, que da directamente a Illa un suspenso. “Inició bien su andadura, con predisposición al diálogo, pero en el momento en que tuvo que hacer frente a la pandemia perdió la capacidad de coordinación y diálogo. No ha habido una coordinación efectiva entre Gobierno central y autonomías y no se ha dado la sensación de que fuéramos todos unidos en la misma dirección, aunque nos confundiéramos, por lo que ha parecido que hacíamos la guerra cada uno por su cuenta”. Con sarcasmo, sólo valora como acierto el haber cesado a todo su equipo.
CSIF: "Ha tenido mala previsión de la pandemia y poca o nula interlocución"
Más benévolo se muestra Satse, el sindicato de enfermería, que reconoce que “en su labor hemos constatado, entre otros errores, falta de previsión, planificación y coordinación con el resto de administraciones sanitarias”, pero en conjunto le da un aprobado alto destacando “su talante moderado y prudente y su capacidad de dialogo y de búsqueda de entendimiento. Somos conscientes de que ha tenido que gestionar el Ministerio con una presión social e informativa muy grande”.
Sindicato Satse: "Le damos un aprobado por su talante moderado y capacidad de diálogo"
Con dureza, José Polo, presidente de Semergen, da un suspenso general a su gestión “también en esta tercera ola que ha dejado que se nos viniera encima”, explicando que entre sus grandes errores está “haber mantenido en puestos a personas que han demostrado una clara irresponsabilidad total como Fernando Simón diciendo que las mascarillas no eran convenientes simplemente porque no teníamos suficientes. Eso bastaba para que hubieran dimitido todos”.
SEMG: "Ha ido por detrás de los acontecimientos y en su gestión ha predominado la ideología"
Con mejor nota y aprobado pero sin ocultar duras críticas se expresa la sociedad de atención primaria SEMG: “En ocasiones ha predominado la ideología en la gestión, rodeada muchas veces de enfrentamientos con otros políticos de signo contrario, perjudicando a la imagen de la política sanitaria”. Además, “con el argumento de un comité opaco, no ha conseguido mostrar consistencia, yendo siempre por detrás de los acontecimientos, desde el uso o no de las mascarillas hasta las decisiones del confinamiento”.
Semergen: "Haber dicho que no hacían falta mascarillas simplemente porque no teníamos era ya motivo de dimisión"
Consciente de los difíciles tiempos que le ha tocado capitanear, Jesús Aguilar, presidente del Consejo de Colegios de Farmacéuticos, cree que ”su gestión ha ido de menos a más y se ha evitado el colapso del Sistema Nacional de Salud. Aunque en relación con la Farmacia creemos que no se han atendido la mayoría de las demandas, reconocemos especialmente su actitud de mantener una vía de diálogo abierta”.
Consejo de Farmacéuticos: "Reconocemos su actitud d mantener una vía de diálogo abierta"
Con aprobado o suspenso, el sector reclama de forma unánime al sustituto o sustituta de Illa que no tiña aún más de ideología la gestión de la pandemia y acabe por convertir a un ministerio de campaña en un ministerio en campaña.
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