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lunes, 25 de enero de 2021

Las vacunas y sus (nuestras) tribulaciones

Opinión
soledadvalle
Lun, 25/01/2021 - 08:00
Ante la tercera ola
Consuelo Landa, de 91 años, ha sido la primera persona en recibir la vacuna en Álava (FOTO: Osakidetza).
Consuelo Landa, de 91 años, ha sido la primera persona en recibir la vacuna en Álava (FOTO: Osakidetza).

Las vacunas, por fin, han llegado. A las de Moderna y Pfizer se unirán probablemente en breve otras, como la de Oxford/AstraZeneca o la de Janssen [aunque es probable que esto haya ocurrido ya, cuando usted esté leyendo esta tribuna]. Lo lógico sería que viviéramos este escenario eufóricamente. Por desgracia, no es así. Me temo que hemos sufrido un grave problema de expectativas. Nos dijeron que cuando las tuviéramos sería posible volver a la vida normal en un plazo breve. Es obvio que la realidad tenía otros planes. 

Hoy en día, está cada vez más claro que no vamos a tener inmunidad de grupo antes de 2022. También lo es que no había un plan serio de vacunación. No estoy convencido tampoco de que hayamos previsto un seguimiento preciso de la situación inmunológica de los ya vacunados. No estamos para medallas.

"En meses la ciudadanía se verá dividida entre los inmunizados y los que no lo estén”

A esto hay que unir que las incógnitas sobre los efectos de la vacunación no sólo no decrecen, sino que aumentan. Seguimos sin saber todavía si las vacunas disponibles confieren inmunidad esterilizante (esto es, si nos impiden contagiar el virus). O en qué grado lo hacen. O cuáles son más o menos eficientes a la hora de proporcionárnosla. Esta es una cuestión esencial, que convendría resolver cuanto antes, porque debe tener incidencia en el diseño de las políticas de salud pública, como he señalado en otras ocasiones. 

Por otro lado, la aparición de nuevas variantes o cepas del virus puede poner en jaque mucho de lo que hemos conseguido con tanto esfuerzo. Cabe que alguna vacuna no sirva, o que su eficiencia disminuya considerablemente frente a estas renovadas amenazas. ¿Algún plan de contingencia?

Este comentario me lleva, inevitablemente, al siguiente. En breve habrá diferentes tipos de vacunas disponibles, con sus características propias. ¿Hemos decidido ya a quién se administrará cada una? ¿Vamos, por ejemplo, a ofrecer las que ofrezcan mayor grado de inmunidad frente a la covid a los más vulnerables? ¿Destinaremos las que muestren mejor capacidad de esterilización a los colectivos con más riesgo de transmitir el virus? ¿Permitiremos a los ciudadanos que rechacen unas en favor de otras? ¿Reforzaremos su efecto mezclándolas adecuadamente? ¿Vamos a intentar vacunar al máximo número de personas posible, o apostaremos por asegurar la inmunización de grupos poblacionales concretos? Convendría, creo, empezar a dar respuestas a estas interrogantes.

“Dudo que en un futuro los vacunados sigan las medidas de precaución aconsejadas”

No puedo, por fin, evitar referirme a la certeza de que en unos meses la ciudadanía se hallará dividida en dos grandes grupos, los inmunizados (sea por haber sido vacunados exitosamente o por haber pasado la enfermedad recientemente) y los que no lo estén (porque no hayan querido o podido vacunarse o porque no hayan obtenido inmunidad pese a hacerlo). No va a ser fácil organizar su convivencia. 

Durante mucho tiempo se nos ha dicho que no conviene permitir que los ciudadanos accedan a las pruebas de antígenos porque ello sólo serviría para conferirles una falsa sensación de seguridad. ¿Cree alguien que el hecho de estar vacunado no va a producir ese efecto? Dudo mucho de que en un futuro todos los vacunados vayan a seguir escrupulosamente las medidas de precaución recomendadas, por más que expliquemos que cabe que no desarrollen anticuerpos eficientes, o que, a pesar de no poder contraer la enfermedad, tal vez puedan contagiar el virus a terceros.

Tendremos que tener todo esto presente al trazar una estrategia adecuada de salud pública, que no solo nos permita optimizar la respuesta frente a la pandemia, sino también evitar desde infecciones causadas por puro desconocimiento de la propia vulnerabilidad hasta la aparición de conflictos sociales o escenarios de discriminación frente a personas vulnerables.

Qué hace Israel

Mi sugerencia, en último término, es seguir con atención la estrategia de Israel. El mero hecho de que probablemente vaya a ser el primer país del mundo en vacunar a buena parte de su población (no entro en problemas políticos, que los hay, y graves) ya lo haría recomendable. Pero es que, además, son los primeros, hasta donde yo sé, que han propuesto (y parece que va en serio) la implantación de un pasaporte verde que permitiría a sus poseedores (los vacunados, los que hubieran padecido la covid en el semestre anterior o los que tuvieran una prueba reciente de esterilidad) acceder a determinados espacios. Habrá que ver el efecto real de una medida hasta ahora inédita, que ha sido diseñada para incentivar la vacunación, pero cuya incidencia puede ir más allá de este punto. De momento, Grecia ya está promoviendo una iniciativa un tanto similar en la Unión Europea. Nuestra ministra de Industria y Turismo ya ha declarado que España apoyará esta iniciativa. 

La Asociación Internacional de Transporte  Aéreo (IATA, por sus siglas en inglés), por su parte, ha anunciado que su Travel Pass, un certificado de inmunidad basado en una aplicación para dispositivos móviles, estará disponible en marzo. Será difícil volar sin él a partir de ahora. Habrá que ver si el uso de estas herramientas no se extiende a otros contextos. Es obvio que se avecinan nuevos tiempos.

coronavirus Off Íñigo de Miguel Beriain, investigador en la UPV/EHU e IKERBASQUE Research Professor. Participa en el proyecto financiado por la Unión Europea Panelf Política y Normativa Off

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