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lunes, 11 de enero de 2021

Pandemia y creación literaria

Fernando Navarro
Fernando Navarro
Lun, 11/01/2021 - 11:51
¿Sabía que...?
Valle Inclán 1918
Ramón María del Valle Inclán pasó ocho meses confinado durante la pandemia gripal de 1918-1920.

«2020: The Worst Year Ever» proclamaba en su portada la prestigiosa revista Time el pasado 14 de diciembre.

La nuestra, como todas las generaciones, cree vivir una época de crisis sin parangón en la historia de la humanidad; pero ya sabemos que nada nuevo hay bajo el sol. Cien años atrás, el mundo vivía también sumido en la desesperanza. El 11 de noviembre de 1918, la firma del armisticio había puesto fin a la mayor guerra de la historia, que había segado más de 16 millones de vidas, entre combatientes y civiles, y había acabado con cuatro grandes imperios: el alemán, el ruso, el austrohúngaro y el otomano. Un año antes, la Revolución rusa había derrocado el régimen zarista imperial para dar paso al primer Estado socialista de la historia. El Tratado de Versalles, por otro lado, dejará una Alemania humillada y arruinada, terreno abonado para el auge del nazismo, y hace temer a muchos una guerra más cruenta aún que la recién terminada. Y por si todo eso fuera poco, en primavera de 1918 se notifican en Madrid los primeros casos de una enfermedad que la prensa extranjera bautizó como «gripe española». Fue una de las pandemias más mortíferas de la historia: en los dos años que estuvo activa, causó, se calcula, entre 50 y 100 millones de víctimas mortales en todo el mundo (unas 250.000 solo en España, que entonces contaba con veinte millones de habitantes, menos de la mitad que ahora).

Ningún grupo de población se libró de la pandemia gripal de 1918‑1920: enfermaron de gripe española desde el rey Alfonso XIII y el káiser Guillermo II hasta los obreros y campesinos más humildes, pasando por Mahatma Ghandi, Amelia Earhart, Franklin D. Roosevelt, Mustafá Kemal y William Osler. También pintores como Gustav Klimt, Egon Schiele y Edvard Munch, músicos como Béla Bartók, poetas como Guillaume Apollinaire y Ezra Pound, escritores como Franz Kafka y Edmond Rostand, intelectuales como Max Weber. En otros casos, fueron víctimas indirectas: el médico novelista Arthur Conan Doyle, por ejemplo, dejó de escribir y abandonó definitivamente la literatura cuando su hijo Kingsley murió de gripe en octubre de 1918. Sigmund Freud perdió a su hija pequeña (y preferida) Sophie, víctima de neumonía gripal, en enero de 1920, y quedó profundamente afectado por su duelo. En carta a su colega y amigo, el neurólogo y psicoanalista galés Ernest Jones, escribe: «¿Puede usted recordar una época tan llena de muerte como la presente?». Como consecuencia de ello, Freud se refugia en el trabajo y termina de escribir su obra más personal ―y también más confusa―: Más allá del principio de placer (1920), en la que plantea por primera vez la dicotomía entre la Lebenstrieb (pulsión de vida o Eros) y la Todestrieb (pulsión de muerte o Tánatos).

En las creaciones de muchos intelectuales de la época que sobrevivieron a la pandemia podemos encontrar de un modo u otro la influencia inspiradora de la terrible gripe de 1918. Pienso, no sé, en A la sombra de las muchachas en flor (1919), del asmático ―población de riesgo, pues― Marcel Proust; en Un médico rural (1919) del tuberculoso Franz Kafka, también población de riesgo; en gran parte de la poesía de juventud de Federico García Lorca: Libro de poemas (1921), Poemas del cante jondo (1921), Romancero gitano (1921-1924).

Un caso paradigmático es el del modernista gallego Ramón María del Valle-Inclán, contagiado de gripe a principios de octubre de 1918 durante la segunda oleada ―la más letal― de la pandemia. Lejos de la ajetreada vida social madrileña, en su pazo familiar de la Puebla del Caramiñal ―que describe así en carta al periodista Corpus Braga: «ahora vivo en el campo, frente al mar, un lugar maravilloso»―, superó sin problemas la enfermedad en un par de semanas, pero quedó muy debilitado. Decide, pues, no regresar a Madrid y pasar su convalecencia en el Pazo de la Merced: fueron en total ocho meses de estricto confinamiento, sin prácticamente ningún tipo de actividad social, ni siquiera para acudir al entierro de parientes o amigos. Y sumamente productivos en lo literario, puesto que escribió al menos cinco piezas teatrales: Divinas palabras: tragicomedia de aldea, Farsa italiana de la enamorada del rey, Farsa y licencia de la reina castiza, Cara de Plata y, sobre todo, Luces de bohemia, posiblemente el texto más importante de Valle-Inclán y una de las obras más influyentes de toda la dramaturgia española del siglo XX.

Ideado y escrito en su mayor parte durante el confinamiento en el Pazo de la Merced, y publicado por entregas en el semanario España entre el 31 de julio y el 23 de octubre de 1920, Luces de Bohemia inauguró un nuevo género teatral, el esperpento, que constituye una manera especial de mirar al mundo. En palabras del propio Valle-Inclán, «consiste en buscar el lado cómico en lo trágico de la vida misma»; una concepción revolucionaria de la literatura que, en una mezcla de comicidad y pesimismo, difumina las fronteras tradicionales entre novela y teatro.

¿2020, el peor año de la historia? No lo creo, la verdad; quizá más bien la antesala de unos nuevos «felices años veinte».

Fernando A. Navarro

Nuestra generación, como todas, cree vivir una época de crisis sin parangón en la historia de la humanidad; nuestros bisabuelos, no obstante, conocieron pandemias peores que la del coronavirus. Y la literatura no se resintió de ello, más bien al contrario. Off Fernando A. Navarro Off

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