En Cataluña tenemos un modelo particular de atención primaria que se caracteriza por su extensión y capilaridad. Un total de 38 empresas tienen concierto con el Servicio Catalán de la Salud (CatSalut) para la provisión de servicios de salud en atención primaria y comunitaria. La diversidad de las empresas proveedoras los es en tanto a su naturaleza jurídica como en la naturaleza organizativa (provisión exclusiva de servicios de atención primaria, atención primaria y hospitalaria y organizaciones sanitarias integrales con todos los niveles de atención) y en su tamaño. Eso es porque algunas empresas de provisión de servicios son de titularidad pública y otras de titularidad privada con o sin ánimo de lucro, incluyendo algunas de base asociativa (EBAs). Entre todas ellas, ponen a disposición de la población de 7,5 millones de habitantes 473 equipos de atención primaria (EAP) que prestan sus servicios en 433 centros de atención primaria (CAP). La red cuenta además con 798 consultorios locales en los que estos EAP también llegan a las poblaciones más pequeñas y/o alejadas de las ciudades más pobladas y 28 centros de urgencias de atención primaria repartidos por la geografía catalana.
A partir de mediados de abril el papel desarrollado por la atención primaria en la gestión de la crisis causada por la pandemia de covid-19 ha resultado clave en Cataluña, evitando imágenes de elevada ocupación y “colapso” acaecidas en los hospitales de otros países que pudimos ver a través de las noticias.
Los profesionales de los EAP, con plena autonomía organizativa en un entorno de crisis, se reorganizaron para poder seguir domiciliariamente a los casos de covid no complicados, acceder a tratamientos hasta entonces de dispensación controlada, desplegar un seguimiento e intervención intensiva en las residencias geriátricas altamente afectadas por el covid, liderar la atención sanitaria en los dispositivos alternativos a los hospitales (hoteles salud y algunos pabellones salud) e incluso acudiendo a algunos servicios de urgencias hospitalarias para colaborar en la atención a la demanda urgente.
A la salida de la primera ola de la epidemia, los EAP se dotaron de capacidad diagnóstica frente a la covid, no sólo para hacer PCR en primera instancia y tests antigénicos después, sino consiguiendo una rápida implantación de la ecografía pulmonar como herramienta sensible y accesible (puede realizarse incluso en el domicilio), adoptando un papel clave y de peso en las estrategias cribaje y contención de la pandemia a los que ha sumado su consustancial objetivo de atender a las personas con patologías crónicas, la población pediátrica y la demanda aguda.
Todo ello explica que, desde junio de este año, comparado con el año 2019, mes a mes la actividad global de atención primaria haya ido incrementando hasta ser un 36% superior este mes de octubre del 2020 respecto al del año pasado. Así mismo las modalidades de atención se han transformado para incrementar hasta el 60% del total la atención no presencial, en consonancia a las necesidades de reducir la circulación de personas en los centros, mantener distancias de seguridad y sectorización de centros en un contexto de confinamiento primero y restricciones a la movilidad después.
Este contexto ha tenido lugar en una atención primaria que ha sufrido extensamente las consecuencias de la crisis económica del 2008 (el gasto en atención primaria descendió de los 1636,92 millones de euros en 2010 hasta los 1291,49 en 2014 para subir progresivamente hasta los 1591,12 millones de euros en 2019) y que en el 2018 se plantó ante la sociedad para reclamar una mejora de sus condiciones de trabajo y carrera profesional.
Ante todos estos hechos y la previsión de nuevas olas epidémicas de diversa intensidad; de forma conjunta con el sector, desde el CatSalut durante los meses de verano se diseñó la puesta en marcha de un plan de soporte y transformación de la atención primaria, con un horizonte de despliegue a dos años (hasta 2022) y una inversión de más de 300 millones de euros.
Ésta nos sitúa en un escenario de previsión de gasto en atención primaria a cierre del 2020 de 1.821,09 millones de euros (superior al gasto de 2010). Este plan se articula en cinco líneas de mejora de la accesibilidad (pasando de una mayoría de visitas presenciales por el/la facultativo/a a la resolución de las necesidades por el profesional y la vía de atención más adecuados); resolución (la atención primaria como líder y propietaria del proceso ambulatorio); mayor integración vertical entre niveles asistenciales, clima laboral (la atención primaria como un proyecto satisfactorio de carrera profesional), y satisfacción de la ciudadanía con el servicio recibido.
Estas líneas de mejora se despliegan en 4 ámbitos de actuación que son la incorporación de más y nuevos roles profesionales a los EAP, la revisión de los procesos de trabajo para su optimización y simplificación, incorporación de nuevas tecnologías para revertir la obsolescencia tecnológica (las centralitas telefónicas deben ser actualizadas a soluciones de telefonía IP, centralitas inteligentes… ) y hacer posible las alternativas no presenciales a la asistencia (tabletas, teléfonos móviles, webcams…) e incorporación de nuevos espacios adyacentes a los centros para poder segmentar la atención necesaria para hacer frente al covid respecto a la atención a la patología “ordinaria” así como poder alojar a los nuevos profesionales que se han incorporado (y lo seguirán haciendo).
En cuanto al ámbito de los profesionales, a parte de la previsión de incorporación estructural de más de 2.300 en 2022, la fortaleza del plan reside a nuestro entender, en maximizar las competencias de médicos, enfermeras, administrativos y técnicos auxiliares de curas enfermeras (siempre bajo el principio de subsidiaredad). Todo ello pivota en la instrucción de desburocratización de atención primaria (5/2020) publicada en agosto pero también en crear la figura del asistente clínico cuya función sea desburocratizar al máximo la tarea de enfermeras y médicos, incorporar nutricionistas y trabajadores sociales en todos los equipos así como cubrir las necesidades coyunturales de atención al COVID con profesionales (gestores de casos y contactos, referentes de escuelas, equipos de cribajes ad hoc…).
La contribución a los objetivos planteados de estos profesionales no será máxima si no se acompaña de las herramientas necesarias y de una revisión de los procesos de trabajo para conseguir mejoras en la atención de los ciudadanos como en las dinámicas internas de los equipos. En cuanto a las herramientas de momento se ha dotado a los equipos de 8.000 webcams (con la previsión de llegar a las 12.000 entre diciembre y enero del 21), 3.000 terminales portátiles tanto PC como tabletas (con la previsión de llegar a los 9.500 entre diciembre y enero del 21), más de 500 teléfonos móviles y 1.000 profesionales ya disponen de soluciones de telefonía IP integradas en sus estaciones de trabajo clínico (con la previsión de llegar a los 5.000 en el 1T de 2021). Todo ello sin olvidar el esfuerzo de simplificación de procesos de citación y creación de peticiones de PCR que ha permitido la incorporación de lectores ópticos en los equipos de cribaje.
Toda esta transformación transcurrirá con el paraguas de la creación del nuevo historial de salud que nace con el objetivo de aglutinar la información clínica de cualquier persona y permitir una mejor gestión del tiempo del profesional de cara a la atención del paciente en el cual se invertirán 40 millones de euros en los próximos 4 años.
Con estas palancas entendemos que en dos años la atención primaria seguirá siendo la puerta de entrada al sistema y la verdadera propietaria del proceso ambulatorio garantizando un nivel óptimo de resolución/coste en Cataluña.
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