El año pasado se pusieron en marcha en la Comunidad de Madrid las unidades de atención a residencias (UAR), que son equipos específicos de atención primaria que prestan asistencia sanitaria a los residentes de centros sociosanitarios públicos, privados y concertados de personas mayores y discapacitados.
El objetivo de estas unidades no es otro que "mejorar la calidad y seguridad asistencial del paciente institucionalizado, acercando la asistencia sanitaria a los centros sociosanitarios", según informan a este medio fuentes de la Comunidad de Madrid.
Además, trabajan con "una visión que va más allá del paciente individual, permitiendo un abordaje global del centro y de sus residentes". Son, por tanto, "un apoyo para los profesionales de los centros de salud a los que están adscritos los residentes y son claves en la coordinación entre distintos ámbitos asistenciales de atención primaria, hospitalaria y sociosanitaria", defienden desde la Administración madrileña.
Ya están en funcionamiento veintitrés unidades distribuidas entre las siete direcciones asistenciales del territorio madrileño y son 131 los profesionales de distintas disciplinas sanitarias que trabajan en ellas, entre ellos, farmacéuticos de atención primaria, médicos de familia, enfermeras, técnicos de cuidados auxiliares de enfermería, así como auxiliares administrativos.
En total hay diez farmacéuticos de atención primaria y "cada uno trabaja con dos o tres unidades, según el número de pacientes al que se le da asistencia", como relata a este periódico Marina Peláez Agudo, de la Dirección Asistencial Sur y una de estas farmacéuticas.
Estos profesionales cumplen un papel esencial en el equipo multidisciplinar, siendo una de las funciones principales la conciliación y la revisión de tratamiento de los pacientes institucionalizados.
"También trabajamos con las residencias para una buena conservación, distribución y administración de los medicamentos dentro de los centros, así como en la promoción del uso racional del medicamento a través de formaciones y reuniones con el equipo médico", añade.
La revisión de la medicación es la labor fundamental de los farmacéuticos de estas unidades
Además, ante la presencia de cualquier patología, valoran la adecuación del tratamiento farmacológico a la condición individual del paciente. "En aquellas personas que presentan disfagia -continúa- revisamos que toda su medicación permita el triturado sin alteración de sus condiciones terapéuticas y, en los casos que sea necesario, proponemos al médico que proceda con otra alternativa más adecuada". Y para ampliar conocimientos, envían a los profesionales de los centros sociosanitarios información sobre el uso adecuado de manipulación de todas las formas farmacéuticas.
Peláez Agudo confirma que están "totalmente integradas en el equipo multidisciplinar” que forma las UAR. "Compartimos el mismo espacio cómo lugar de trabajo y todos les dedicamos la jornada laboral completa a la atención sanitaria de los centros residenciales", detalla. Asimismo, puede presumir de que la relación con los médicos y enfermeros es "muy buena y sinérgica", como ella misma califica, y de que conforman un equipo con un mismo objetivo común: la atención del paciente institucionalizado. máxima coordinación.
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