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miércoles, 20 de enero de 2021

Joe Biden presidente: Buenas noticias para la Bioética

Federico de Montalvo
soledadvalle
Mié, 20/01/2021 - 09:00
Cambio de presidencia en Estados Unidos
Joe Biden trae esperanza para que la Bioética vuelva a tener su espacio en el Gobierno de la poderosa nación norteamericana.
Joe Biden trae esperanza para que la Bioética vuelva a tener su espacio en el Gobierno de la poderosa nación norteamericana.

"El sol nunca se pone en los comités de bioética. En todo momento, en algún lugar del mundo, un grupo de hombres y mujeres están sentados alrededor de una mesa deliberando sobre un tema ético planteado por la medicina y la investigación" (AM Capron, Hasting Center, 2017)

El 20 de enero, como constitucionalmente prescribe la Vigésima Enmienda a la Constitución norteamericana, Joe Biden accederá, hombres bisontes y otros personajes estrafalarios mediante, a la Presidencia de los Estados Unidos de América. Dicha noticia es esperada con ilusión no solo en muchos lugares del país norteamericano, sino también en muchos del mundo, sobre todo, porque tal evento supondrá superar, de manera definitiva, una etapa de cuatros años que para muchos es, posiblemente, la más oscura de la Historia contemporánea de este gran Estado, incluso más de lo que lo fue la ignominiosa presidencia de Richard Nixon.

El Presidente en Estados Unidos es un verdadero líder moral 

El denominado Inauguration Day, en el que será investido Joe Biden como 46 Presidente de Estados Unidos, es un acto muy solemne, más propio de un modelo presidencialista que de un modelo parlamentario como el nuestro, donde la investidura y acto de juramento o promesa se llevan a cabo de manera mucho menos rimbombante. Y ello, obecede a que el Presidente norteamericano, el llamado POTUS, no es un mero primus inter pares, ni siquiera un Canciller del moderno parlamentarismo racionalizado, sino, algo mucho más, un verdadero primus solus. Como explicara hace décadas el emblemático Presidente Franklin D Roosevelt, la Presidencia no es un cargo administrativo ni de mera gestión de gobierno. El Presidente es un verdadero líder moral, siendo la luz que ha de orientar el pensamiento del pueblo norteamericano cuando se necesitan determinadas ideas para optar por el rumbo preciso en el razonamiento histórico de la nación. A la vista de esta definición queda suficientemente justificada la pompa y circunstancia de un acontecimiento político y social que guarda tintes cesaristas y napoleónicos.

El cambio en la Presidencia, como decíamos, es visto con esperanza, no solo por muchos norteamericanos, al menos, los que no tienen costumbre de asaltar Parlamentos, sino también por muchos ciudadanos de todo el mundo. Y tal cambio también va a tener, con toda probabilidad, unos efectos muy importantes en el ámbito de la Bioética. Y ello, porque en breve puede que el sol se ponga nuevamente sobre la Bioética ahí, cuando el Presidente Biden proceda a nombrar al Comité Presidencial de Bioética, tras cuatro largos años de oscuridad. Y ello merece la pena ser destacado porque el Presidente Trump es el único, a salvo de Bush padre, que no ha dispuesto en su mandato de un Comité Presidencial de Bioética o, en traducción literal de su denominación oficial, Comisión Presidencial para el Estudio de los Temas Bioéticos. El último Comité Presidencial de Bioética, órgano colegiado de asesoramiento del Presidente en materia de bioética, es decir, el equivalente a nuestro Comité de Bioética de España, fue el nombrado por el Presidente Obama en 2009 y renovado en su mandato en 2013 hasta el fin del mandato de aquél, siendo su última presidenta, la Rectora de la prestigiosa Penn University, Ammy Gutmann.

Miembros del Comité norteamericano de Bioética 

El Comité norteamericano, recordemos, constituye un verdadero hito en el origen y desarrollo de la Bioética, encontrando su precedente en la Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica (1974-78), que es considerada comúnmente como la primera comisión nacional de bioética. Y dicha Comisión primigenia es la autora del archiconocido y muy citado Informe Belmont. Entre los que han sido miembros del Comité, además de la ya citada profesora Gutmann, destacan, entre otros, Michael Sandel, Francis Fukuyama, Leo Kaas, Edmund Pellegrino o James Childress, lo que da buena cuenta de la importancia que al otro lado del Atlántico tiene dicha institución.

Además, es importante recordar que desde la misma aparición de la Bioética, como nueva ciencia del saber, entre la década de los sesenta y la de los setenta, la misma quedará indisolublemente unida a lo que puede considerarse no tanto un modelo o escuela bioética, sino, más bien, en sentido estricto, un método de trabajo como es el de los comités. El Comité se constituye desde los inicios de la Bioética en el instrumento esencial a través del que se desarrollará y expandirá dicho saber. Incluso, puede afirmarse que el método de reflexión y decisión colectiva a través de un comité precede a la propia Bioética o, incluso, viene a justificar en gran parte su aparición como nueva ciencia del saber. Recuérdese, a estos efectos, que el inicio de la Bioética ha sido situado en una fecha muy concreta, como es el mes de diciembre de 1962, con la publicación de un artículo en la revista Life escrito por la periodista Shana Alexander que llevaba por título They decide who lives, who dies y que contaba la historia de un Comité creado en Seattle con la finalidad de seleccionar a los pacientes candidatos a quienes se podía ofrecer tratamiento de hemodiálisis.

"La ausencia estos años de un Comité Presidencial de Bioética puede afirmarse que resulta absolutamente inaudito" 

Junto a este acontecimiento que acompaña o que, incluso, dicen algunos que da lugar a la creación de la Bioética, otro de los grandes hechos que vendrá a marcar el posterior desarrollo y extraordinario impulso de esta nueva área del saber será la constitución en 1974 en Estados Unidos de la mencionada Comisión Nacional para la Protección de los Sujetos Humanos de la Investigación Biomédica, como reacción a los famosos experimentos de Tuskegee, entre otros. Así pues, la Bioética queda, por tanto, vinculada a la figura de los comités desde su origen.

Y sin solución de continuidad, todos los Presidentes han ido renovando el Comité y nombrado a sus miembros hasta la llegada del Presidente Trump, cuando ello se interrumpe. Además, la ausencia estos años de un Comité Presidencial cobra especial relevancia, incluso, puede afirmarse que resulta absolutamente inaudito, si atendemos al hecho de que estamos viviendo uno de los contextos históricos en los que la Bioética viene ostentando una actualidad y trascendencia innegable como consecuencia de la pandemia de la Covid-19.

La Bioética, aquella que, como diría Toulmin, había salvado la vida a la Ética, siempre ha de tener un papel destacado y, más aún, en momentos como los actuales en los que atendemos a los mayores avances en el ámbito de la biomedicina, siendo el CRISPR/Cas9, el ejemplo paradigmático de los nuevos conflictos, dilemas y problemas a los que ha de enfrentarse dicha ciencia. Sin embargo, su función es aún más, si cabe, indispensable cuando los derechos individuales y los intereses colectivos son puestos en extrema tensión, como ocurre con la pandemia. A estos efectos, podemos recordar no solo el protagonismo que han tenido y siguen teniendo durante esta crisis de salud pública global todos los Comités Nacionales de Bioética tanto en Europa como en otros continentes, siendo un buen ejemplo de ello la labor desarrollada por el español, con varios informes y declaraciones vinculadas directamente a la pandemia, sino el que tuvo el Comité norteamericano durante la crisis del Ébola, de mucha menor intensidad y mortalidad que la que ahora estamos desgraciadamente viviendo. Durante dicha crisis de principios de esta década, el Comité norteamericano publicó un importante Report de febrero de 2015, bajo el título de Ethics and Ebola: public health planning and response, en el que se abordaron cuestiones éticas de calado como la del confinamiento como medida para evitar la propagación del virus o el uso del placebo en los ensayos clínicos para el desarrollo de la correspondiente vacuna.

Larga vida a la Bioética 

Por tanto, en el ámbito de la Bioética, la Presidencia de Joe Biden se presenta como un halo de esperanza. Y así, en los próximos meses podamos quizás ya escuchar, last but not least, la opinión del organismo oficial en materia de Bioética en aquellos lares del mundo sobre temas tan trascendentes para nuestra nueva y extraña realidad pandémica, como son la priorización u obligatoriedad de las vacunas, la justificación del grupo control en los ensayos, una vez autorizadas algunas vacunas, entre otros muchos que se nos ponen día a día de frente.

Y acabo con una anécdota personal: durante una de las reuniones del Comité Internacional de Bioética de la UNESCO en su sede de París, le pregunté a un compañero norteamericano, figura muy relevante de la bioética y miembro del staff del último Comité Presidencial, si la falta del Comité obedecía a que Trump no quería ver su mandato obstaculizado por las posibles opiniones de un grupo de expertos que era fácil intuir que no estarían de acuerdo con muchas de sus decisiones. Pues bien, mi compañero me contestó rotundamente que, al contrario, que no era Trump el que no había querido constituir el Comité, sino la propia Bioética norteamericana la que no quería que lo hiciera. No soy yo una voz tan autorizada en cuestiones americanas, y no es mi pretensión poner en duda la docta opinión de quien tan amable y rotundamente contestó a mi pregunta, pero quizás la falta de existencia del citado Comité obedezca realmente a lo único en lo que deben estar de acuerdo Trump y la Bioética: en la falta de interés mutuo. Seas bienvenido Presidente Biden y larga vida a la Bioética.

Off Federico de Montalvo Jääskeläinen, presidente del Comité de Bioética de España Opinión Política y Normativa Off

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