Con las dosis de las vacunas contra la covid-19 llevando a cuentagotas, con el acuerdo de la Comisión de Salud Pública (Ministerio de Sanidad y CCAA) de continuar avanzado en la Estrategia de Vacunación contra el covid-19 priorizando la inmunización en función de la edad (principal factor de riesgo de enfermedad grave y de muerte) y vacunando a menores de 60 años con condiciones de riesgo alto y con la campaña nacional gestionada por las 17 comunidades autónomas, el panorama de totum revolutum no puede ser, en estos momentos, más desolador.
Y, para colmo, entran ya en escena los vacunódromos. Se trata de grandes espacios, algunos ya en marcha, que van a ser la tónica general en España al igual que en otros países como Francia, sin ir más lejos. En el Reino Unido, Irlanda y Francia, por cierto, se cuenta con la participación de las oficinas de farmacia, que es algo que aquí, que se sepamos, ni siquiera está sobre la mesa.
Parece evidente que los megaespacios (ferias de muestras, estadios, plazas de toros,…) ofrecen a los políticos con responsabilidad de gobierno en la pandemia la espectacularidad que necesitan para desviar la atención de la ciudadanía de errores de mayor o menor calado desde el punto de vista de la salud pública, la gestión de recursos asistenciales y el gasto de fondos económicos.
Otra cosa es que, aunque estén pensados para población considerada de bajo riesgo, los vacunódromos sean realmente la mejor alternativa frente a la vacunación masiva en los centros de atención primaria y servicios hospitalarios de Medicina Preventiva. La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (semFYC) y la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) consideran que la vacunación tanto de los grupos de alto riesgo como del conjunto de la población debería realizarse en los servicios de Medicina Preventiva y en los centros de atención primaria, en el marco de una estrategia colaborativa entre los dos niveles asistenciales.
El debate, no nos engañemos, no es político sino técnico; y, además, desde el punto de vista de los ciudadanos, resulta incluso irrelevante, porque para ellos, dado el evidente riesgo para la salud y la supervivencia que supone la covid-19, lo importante es vacunarse cuanto antes mejor.
Según lo que se está haciendo y anunciando en las comunidades autónomas, la intención es que cada persona reciba un mensaje de SMS avisándole de cuándo y dónde se le va a vacunar. En Cataluña, por ejemplo, además de eso, se ha habilitado la web vacunacovidsalut.cat para que las propias personas de entre 60 y 65 años de edad pueden pedir cita (solo pueden utilizarla los de esa franja de edad aunque no hayan recibido aviso ya sea por llamada telefónica o SMS). No queramos pensar la cara que se les habrá puesto al conocer esa iniciativa del departamento que lidera en funciones Alba Vergés a profesionales de riesgo y a personas mayores de 65 años de riesgo que están esperando angustiadas a ser vacunadas cuanto antes; entre ellos, la mayoría de los de más de 80 años.
El foro crítico de atención primaria FOCAP, de acuerdo con entidades profesionales, resumía así peros de la solución de los vacunódromos esta semana:
- No asegura la equidad en el acceso a la vacunación. Las personas con dificultades para usar herramientas telemáticas o que no dispongan de conexión a internet móvil no podrán acceder.
- No establece ningún criterio de priorización por motivos de situación clínica o de especial vulnerabilidad social como sí lo podrían hacer los profesionales que atienden a los ciudadanos, y los conocen, desde sus centros de atención primaria.
- Obliga a las personas a desplazarse lejos de sus consultorios y centros de primaria de referencia. Perjudica a las personas mayores y / o con dificultades de desplazamiento. Este hecho se agrava en el ámbito rural.
- Sólo los centros de primaria permiten que los profesionales de referencia resuelvan dudas y den respuesta a los temores que genera la administración de la vacuna.
- Suponen un gasto de recursos (espacios, personal para organizarlo, enfermeras y administrativos para llevarlo a cabo) que no sirve para reforzar la credibilidad en torno al discurso de fortalecimiento de la atención primaria y salud comunitaria.
- Vacunar en los centros de primaria da una mejor garantía de seguridad del paciente en caso de un eventual efecto adverso.
Que hay que vacunar cuanto antes a toda la población es algo que no admite discusión. ¿Por qué se está optando por vacunódromos en lugar de reforzar la actividad vacunal en los centros de primaria ampliando el persona y el calendario de trabajo (fines de semanas y festivos) y horarios en estos centros, ya acostumbrados a grandes campañas de vacunación como la anual de la gripe? La primaria, además, ya está participando en la vacunación en residencias de ancianos.
Tal y como dijo David Nabarro, enviado especial sobre covid-19 de la OMS, en una entrevista con Pilar Pérez que publicamos esta semana : “Se va a necesitar más de una 'ronda' de vacunación a nivel mundial para mantener la inmunización. Y ya no se trata de un programa único de vacunación masiva, sino de mantener la vacunación a largo plazo. Esto es un trabajo muy muy arduo. ¿Por qué no somos más honestos entre nosotros y reconocemos esto? Hacer frente a esta pandemia requiere centrarse en ayudar a las personas y tener buenos servicios públicos”.
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