Celebramos hoy el sesquicentenario de la muerte, en pleno corazón de África, de uno de los mayores exploradores de la historia: el doctor Livingstone.
Tras una infancia dickensiana en Escocia (con 10 años entró a trabajar en una fábrica textil en jornadas laborales de 12 horas diarias), y lector voraz de libros de teología, viajes y ciencias naturales, a los 21 años decidió formarse para poder viajar a China en calidad de misionero médico. Durante años compaginó los estudios de medicina ―primero en Glasgow y más tarde en el Hospital Charing Cross de Londres― con la formación teológico-filosófica como pastor protestante. En 1840, por fin, pudo inscribirse en el Colegio de Médicos y Cirujanos de Glasgow e ingresó en la Sociedad Misionera de Londres.
Obligado a abandonar sus planes de viajar a China debido a la Guerra del Opio declarada entre el Reino Unido y el Imperio Chino, ese mismo año 1840 aceptó una misión en Ciudad del Cabo a las órdenes del misionero escocés Robert Moffat, con cuya hija Mary contrae matrimonio en 1845. Entre 1849 y 1863, emprendió diversas expediciones de exploración por el África central, en el transcurso de las cuales hizo importantes descubrimientos geográficos, como las impresionantes cataratas Victoria del río Zambeze, en la actual frontera entre Zambia y Zimbabue.
Relató por escrito los detalles de sus expediciones y descubrimientos en varios libros y publicaciones de éxito internacional, entre los que destacan Missionary Travels and Researches in South Africa (1857), Narrative of an Expedition to the Zambesi and Its Tributaries (1865) y, de manera póstuma, The Last Journals of David Livingstone in Central Africa (1874).
Antiesclavista declarado, estaba convencido de que, si fuera capaz de dar con las legendarias fuentes del río Nilo, su fama le granjearía el prestigio mundial necesario para acabar de una vez por todas con el comercio de esclavos. Aceptó, pues, el encargo de la Real Sociedad Geográfica de Londres y a principios de 1866 se puso al frente de una expedición para buscar el nacimiento del Nilo. A partir de ese momento, y durante más de cinco años, nada se supo de él; Livingstone perdió todo contacto con el mundo exterior y, aunque nunca llegó a las fuentes del Nilo, continuó haciendo importantes descubrimientos hidrográficos.
La falta de noticias suyas indujo a uno de los mayores periódicos de la época, The New York Herald, a organizar una expedición de rescate dirigida por el periodista Henry M. Stanley. El 10 de noviembre de 1871, por fin, Stanley logró encontrar al doctor Livingstone, gravemente enfermo de paludismo y disentería, en una aldea a orillas del lago Tanganica. Fue allí donde supuestamente pronunció su célebre frase de salutación: «Dr. Livingstone, I presume?». A continuación, ambos exploraron juntos el tramo septentrional del lago Tanganica durante unos meses, tras lo cual el periodista regresó a Inglaterra. El doctor Livingstone no quiso acompañarlo y siguió explorando posibles ríos que fluyeran hacia el norte hasta su muerte, acaecida hoy hace exactamente ciento cincuenta años en un pequeño poblado lacustre de Zambia.
El libro que escribió Stanley relatando su aventura ―How I Found Livingstone: Travels, Adventures and Discoveries in Central Africa; Including an Account of Four Months’ Residence with Dr. Livingstone (1872)― fue ya la guinda que faltaba para consagrar al doctor Livingstone como máximo héroe nacional de la Britania victoriana.
Fernando A. Navarro
El doctor Livingstone, fallecido hoy hace exactamente 150 años en Zambia, fue médico, misionero, escritor y explorador del África negra. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/D2Gwybt
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