Siempre se ha dicho que las farmacias son la puerta abierta al sistema sanitario. Pero, ¿están plenamente abiertas a todas las personas, también a las que tienen alguna discapacidad? ¿Son farmacias accesibles para todo el mundo? ¿Están preparadas para ofrecer la atención especializada que merecen colectivos con necesidades especiales? Pues a lo mejor, no todo lo que desearían. Porque ser una farmacia accesible es mucho más que poner una rampa para que una persona acceda con una silla de ruedas, o que el espacio interior del establecimiento esté libre de obstáculos. Es tener la formación necesaria para entender la realidad de las personas ostomizadas, por ejemplo; es ofrecer información sobre la diversidad de productos que tienen a su alcance; es querer comunicarse con alguien que, por ejemplo, tiene afasia porque ha sufrido un daño cerebral adquirido o, simplemente, dedicarles el tiempo que necesitan para saber qué quieren, siempre, mirándolos a los ojos.
Estas son las principales demandas expresadas por representantes de personas con alguna discapacidad, que participaron ayer en una mesa redonda enmarcada en la jornada Accesibilidad: soluciones desde la farmacia, organizada en Madrid por el Consejo General de COF. En el debate intercambiaron opiniones Jesús Hernández Galán, director de Accesibilidad e Innovación de la Fundación ONCE; Luis J. Alonso Calzada, gerente del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (Cermi); Claudia Tecglen García, de la Junta Directiva del Foro Español de Pacientes y presidenta Asociación Convives con Espasticidad; Yolanda Fernández de Dios, vicepresidenta de la Federación de Asociaciones de Personas Ostomizadas de España, Mar Barbero Lázaro, directora de la Federación Española de Daño Cerebral. Los cinco estuvieron moderados por Mª Carmen Mijimolle Cuadrado, vocal Nacional de Ortopedia.
Fernández de Dios comentó que, cuando los pacientes ostomizados, como ella, salen del hospital, les dan un disco y una bolsa para hacer sus necesidades y piensan que solo hay uno, pero luego ven que hay más, pero los desconocen, porque, entre otras cosas, no tienen contacto con la industria. Para ella, es crucial que cuando van a la farmacia, "que está preparada para asesorar al paciente y en la que uno se siente seguro", dijo, les asesoren sobre los diferentes productos que tienen, aunque también reconoció la labor que actualmente están haciendo las enfermeras especializadas en ostomías. "Nosotros solo recibimos información de una vía, que es la enfermera especializada que se llama estomaterapeuta y soy yo la que informo a mi médico de cabecera, a mi digestivo y a mi urólogo de lo que me tiene que poner en la receta, porque él no sabe de todos estos productos". Pero también apuntó que en la farmacia "hace falta mucha formación". En ese sentido, reconoce la labor de algunos COF, como el de Madrid, "que están trabajando mucho en ello", pero anima a seguir trabajando para que la formación del profesional de farmacia les ayude. Además, criticó que "el acceso a los productos no está al cien por cien". Lo bueno, remarcó, es que las consulta de estomaterapia "se han ido implantando en muchos hospitales, aunque no en todos, como los privados".
Mijimolle apuntó que esta formación es más que necesaria porque se da la circunstancia de que "un paciente ostomizado sale del hospital con una bolsa de colostomía y luego con la que te encuentras dentro de dos meses no tiene nada que ver con la primera y hay que hacer un máster en bolsas de urostomía y colostomía".
Precisamente, la vocal nacional de Ortopedia anunció que el Consejo General de COF próximamente celebrará un curso sobre colostomía y urostomía, "que va a resultar muy interesante", aseguró.
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