Aún no se cuenta con ningún marcador biológico para el autismo y en este contexto tratar de anticipar el diagnóstico de este trastorno es un objetivo clave para conseguir mejores resultados en su abordaje, al haberse demostrado que una intervención temprana mejora significativamente la evolución.
Una investigación ha conseguido definir un patrón de mirada diferente en estos niños, utilizando tecnología de eye-tracking. El proyecto ha sido dirigido por Gloria Acevedo, psicóloga y logopeda experta en autismo, con una trayectoria profesional de más de 30 años en el Servicio de Atención Temprana dependiente del Principado de Asturias, implicada “en conocer el por qué y cómo hacer para detectar y actuar tempranamente en autismo”.
En 2016 pasó a formar parte de la Asociación de Familiares y Personas con Autismo de Asturias (Adansi), para dirigir el proyecto ‘Cómo mira tu bebé’, dirigido a la detección y atención temprana de autismo, desde donde se promueve y se desarrolla la investigación con el apoyo económico de la Fundación Trapote, de Gijón.
“La edad de diagnóstico del autismo se ha ido rebajando. Cuando yo empecé a trabajar empezábamos con las intervenciones en muchos casos cuando los niños tenían unos 6 años de edad. De eso afortunadamente hace mucho tiempo; ahora a los 2 o 3 años ya estamos trabajando con ellos y el objetivo es empezar antes, incluso a los 12 meses, porque sabemos que cuanto antes empecemos la aminoración de los efectos del trastorno en el desarrollo es mayor”, explica Gloria Acevedo.
Así se puede lograr que los niños adquieran competencias básicas motoras, de comunicación, lenguaje y autonomía “en el periodo crítico en que deben ser adquiridas, que les permitan compensar mejor el trastorno y acceder a una vida autónoma y a un adecuado desarrollo social”.
Hipofunción en el surco temporal
El desarrollo de la investigación parte de un postulado en el que Gloria Acevedo comenzó a trabajar hace unos años con las aportaciones de la neurociencia, según el cual existe una zona en el cerebro, en concreto, el surco temporal, que es la puerta de entrada de la información que la red neuronal espejo necesita para activarse, “la red cuya función es la de dotarnos de la capacidad de reproducir las secuencias de movimientos que vemos realizar a otros y la red cuya adecuada activación permitirá a los bebés aprender con el adulto y acceder a un adecuado desarrollo comunicativo y social”.
La hipofunción de este surco temporal provocaría una deficiente activación de esta red y ello podría desencadenar el cuadro de síntomas que conforman el trastorno autista. Investigaciones llevadas a cabo en los últimos años en distintos países de Europa han visualizado con técnicas de neuroimagen aplicadas sobre adultos y jóvenes diagnosticados con un trastorno del espectro autista alteraciones morfológicas y funcionales en la zona del cerebro mencionada.
“Ahora sabemos que es como resultado de la actividad de un grupo especifico de neuronas del surco temporal superior por lo que durante el primer año de vida adquirimos la competencia de mirar en la misma dirección que otra persona y mirar en la dirección que su dedo señala”, explica Acevedo. “Con esa información, la activación de la red neuronal espejo le dota de la competencia de reproducirlo, de poder arrastrar con su mirada la mirada del adulto y de extender el brazo y el dedo índice hacia lo que le quiere mostrar o pedir como ha visto que se la ha hecho a él”.
Indicadores clínicos de alarma
Y es que se sabe que los primeros indicadores clínicos de alarma de autismo son “el escaso contacto visual, que los niños no se giran hacia el adulto cuando les habla o les llama por su nombre y que no imitan gestos como decir adiós, tocar las palmas o copiar el uso funcional de los objetos”, explica Acevedo.
Se piensa que una hipofunción temprana en el surco temporal superior del cerebro podría causar la deficiente organización y activación del resto de estructuras del cerebro implicadas en el desarrollo social. Y por ello los promotores de esta investigación pensaron que pudiera existir un patrón de mirada característica del cerebro autista, diferente al patrón típico, que, de poder ser registrado de manera objetiva, podría convertirse en una herramienta para tratar de detectar de forma temprana el trastorno autista.
Centrar la mirada
En el estudio se utilizó la técnica de eye-tracking para registrar y estudiar el comportamiento de la mirada. En su desarrollo se ha realizado la valoración clínica y la valoración objetiva de los patrones de mirada de 254 niños y niñas de entre 3 y 36 meses de edad, de los cuales 56 correspondieron al grupo control con desarrollo típico, 146 eran con diagnóstico TEA y 52 pertenecían al grupo de riesgo familiar, es decir, con familiares con diagnóstico TEA.
Cada uno de los niños visualizó en una pantalla una serie de vídeos diseñados específicamente para este proyecto. “Con ellos se ha logrado provocar y registrar los patrones de mirada diferente que en la clínica veníamos observando como indicadores de alarma de TEA y que desde la neurociencia algunos estudios han postulado como trastorno nuclear del autismo”.
La técnica de eye-tracking es la que ha ayudado a registrar objetivamente esos patrones de mirada, al permitir visualizar las zonas de la pantalla hacia las que el observador mira y los trayectos de mirada que realiza en una escena determinada y también cuantificarlas. La utilización de su software específico permitió después convertir esos trazados en cifras numéricas.
Para su análisis se contó con el apoyo de investigadores del grupo Computational Reflection de la Escuela de Ingeniería Informática, de la Universidad de Oviedo. Los informes detallados se pueden consultar en la memoria del proyecto de libre acceso en www.adansi.es.
Provocar por una vía diferente
Los resultados conseguidos avalan “los fundamentos teóricos en los que el proyecto se basa y confirman que la herramienta para el diagnóstico objetivo de indicadores tempranos de autismo es posible y que estamos muy cerca de conseguirla”, ha concluido Gloria.
Así el objetivo para los próximos tres años es poder diseñar una prueba de cribado temprano de autismo, “que permita a los pediatras contar con una medida objetiva de indicadores de alarma de autismo a los 6 meses y, a poder ser, a los 3 meses”, y divulgar con ello el procedimiento de actuación temprana que debe iniciarse inmediatamente a su detección, para lograr aminorar los efectos del trastorno en el desarrollo, un procedimiento esbozado en el libro Sobre el cerebro autista. Procedimiento de actuación temprana para niños y niñas con patrón de mirada diferente, publicado por Acevedo, y que ya se viene desarrollando en Adansi. “Se trata de que los padres aprendan tempranamente a provocar por una vía diferente a la visual dañada, la atención y escucha que sus hijos necesitan para aprender”.
Un análisis de 254 niños ha permitido registrar las diferentes 'miradas' de los niños con trastorno del espectro autista con el fin de acelerar la detección temprana. Off Covadonga Díaz Pediatría Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/3tW83jX
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