El traumatismo de la mano es el único cierto en la vida de Cervantes. Él lo reconoce con orgullo: «perdió la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por fermosa». También está bastante aceptado que quedó manco no en la acepción de pérdida anatómica de la mano, sino en la de quebranto del uso o la función de la misma, ya que «la siniestra mano estaba por mil partes ya rompida», tal como puede leerse también en la Epístola a Mateo Vázquez: «en la naval, dura palestra, perdiste el movimiento de la mano izquierda para gloria de la diestra», lo que confirma la teoría de privación de movilidad y función, así como lo orgulloso que Cervantes se siente con su manquedad.
De ninguna otra enfermedad o accidente tenemos conocimiento a través de la bibliografía histórica o de la propia producción literaria de Cervantes. Solamente se menciona, como relacionada con los últimos años de su vida, determinada sintomatología en la que los estudiosos se basan para determinar las causas de la muerte.
No obstante, varias prisiones, años de cautiverios, campañas navales y herida de guerra tuvieron que dejar su vida maltrecha y desgraciada, lo que, a la vez y de forma un tanto paradójica, contribuyó a templar su alma y a facilitar, por tantas calenturas de la memoria, fluidez y belleza en sus producciones literarias.
Existen muchas dudas sobre las enfermedades que fueron causa de la muerte de Cervantes. Solo sabemos con certeza que presentaba astenia y polidipsia, y que el diagnóstico que emite un estudiante de medicina que hizo parte del camino de Esquivias a Madrid con Cervantes fue de hidropesía (ascitis). Así es que en estos síntomas y en poca cosa más nos debemos apoyar para emitir un juicio clínico aproximado de las causas de su muerte.
Es cierto que en los tres últimos años de vida su salud se deterioró, hasta el punto de que don Miguel tuvo el presentimiento de que estaba a punto de iniciar el viaje al fondo de la noche y, no queriendo dejar trabajo pendiente para la eternidad, entráronle las prisas literarias para concluir lo pendiente: Novelas ejemplares (1613), Viaje al Parnaso (1614), segunda parte del Quijote (1615) y Trabajos de Persiles (1616-1617).
La polidipsia, síntoma evidente de diabetes mellitus, es confundida con hidropesía por el estudiante de medicina, que le acompañaba desde Esquivias, y probablemente también por su médico. La diabetes no se conoce como tal enfermedad hasta los años veinte del siglo pasado, y por aquellas calendas la hidropesía no era un síntoma sino una enfermedad cuyo origen desconocían los físicos de la época.
El texto más antiguo que hemos consultado sobre el significado del término ‘hidropesía’ es el Diccionario castellano con las voces de ciencia y arte (1787), de Esteban de Terreros y Pando. En él se dice que «es enfermedad causada por una masa de agua, que se junta en alguna parte del cuerpo».
Por tanto, cuando Cervantes a lomos de su jumento patilargo confiesa al estudiante que está cansado, que las carnes le enflaquecen y que tiene sed* recibe el diagnóstico lógico de hidropesía, ya que el exceso de agua que bebe el enfermo se «junta como masa de agua en alguna parte del cuerpo». Puede advertirse en esta secuencia que el estudiante no tiene futuro alguno ni como diagnosticador ni como pronosticador de la evolución del mal: «Esta enfermedad es de hidropesía, que no la saciará toda el agua del mar Océano que dulcemente se bebiera; vuesa merced, señor Cervantes, ponga tasa al beber, no olvidándose de comer, que con esto sanará sin otra medicina alguna».
Cervantes lo pasa tan mal en aquel viaje, que escribirá de sí mismo que «tiene tantas señales de muerto como de vivo», y respondiendo al estudiante en el interrogatorio anamnésico a lomos del asno patilargo, está indicando expresamente cuál es su síntoma cardinal, el más importante: polidipsia; emitiendo asimismo una predicción de su corta expectativa de vida: «Eso me han dicho muchos ―respondí yo―; pero así puedo dejar de beber a todo mi beneplácito, como si para solo eso hubiera nacido. Mi vida se va acabando, y, al paso de las efemérides de los pulsos, que, a más tardar, acabarán su carrera este domingo, acabaré yo la de mi vida».
No documentada, pues, la existencia de edemas o ascitis o cualquier otra forma de retención de líquidos, y al relacionarse ―confundirse― la polidipsia con la hidropesía, solo nos queda pensar que la única enfermedad expresada sintomatológicamente en la literatura cervantina es la diabetes mellitus, que descompensándose finalmente aún más con los esfuerzos del viaje de ida y vuelta a Esquivias, originó gran astenia, delgadez e hipotrofia muscular, dando lugar finalmente a un estado estuporoso que evoluciona al coma, causa inmediata del fallecimiento.
Ángel Rodríguez Cabezas y M.ª Isabel Rodríguez Idígoras
Continúa en: «¿De qué murió Cervantes? (y III)»
* Escribe Astrana Marín: «Creyó [el médico de Cervantes] que en contacto con el campo, los buenos alimentos y el buen vino, tal vez pudiera mejorar de aquella hidropesía: errónea palabra para una enfermedad superior a su ciencia. Y fue echarlo de todo en todo a perder. Porque salido de Madrid el paciente en los primeros días de Pascua de Resurrección, sobre el 4 o 5 de abril, sea el cansancio de las seis leguas a caballo, en carro o en burro hasta Esquivias; sea la vida regalada u opípara del lugar, le agravó de manera, que no bien transcurrida una semana, hacia el 12 o 13 del mismo mes, se vio obligado a regresar a la Corte, en unión de dos amigos suyos, con tantas señales de muerto como de vivo, ruta emotiva hasta lo patético, por su encuentro con el estudiante pardal, que narrará pocos días después al borde de la muerte».
Ángel Rodríguez Cabezas y M.ª Isabel Rodríguez Idígoras repasan los aspectos patobiográficos de Cervantes, y en especial las causas de su muerte. Off Ángel Rodríguez Cabezas y M.ª Isabel Rodríguez Idígoras Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/2TyVq1v
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