Hoy se celebra el Día Mundial de las Hepatitis Víricas y según Teresa Pérez Gracia, catedrática de Microbiología de la Universidad CEU Cardenal Herrera (CEU UCH) de Valencia y primera española en el ranking de expertos internacionales en hepatitis E elaborado en Estados Unidos por Expertscape, para que la respuesta sea eficaz en los cinco virus de la hepatitis (A, B, C, D y E), es preciso adoptar diversas medidas comunes para los cinco virus, y a la vez llevar a cabo intervenciones dirigidas específicamente a cada uno de ellos.
PREGUNTA: ¿Cuál es la situación actual de las hepatitis víricas en el mundo?
RESPUESTA: A nivel mundial, aproximadamente 240 millones de personas padecen infección crónica por el virus de la hepatitis B (VHB), y unos 150 millones de personas padecen infección crónica por el virus de la hepatitis C (VHC). De estas, viven en Europa alrededor de 15 millones con hepatitis B crónica y 14 millones con hepatitis C crónica. Se estima que cada año la incidencia de infecciones crónicas por las hepatitis víricas se sitúa entre 6-10 millones y provocan la muerte de 1,4 millones de personas por infección aguda y por cáncer hepático y cirrosis asociados a las hepatitis, una mortalidad comparable con la del VIH y la tuberculosis. De esas muertes, aproximadamente el 47 % son atribuibles al VHB, el 48 % al VHC y el resto al virus de la hepatitis A (VHA) y al de la hepatitis E (VHE).
Las hepatitis víricas son también una causa creciente de mortalidad entre las personas con VIH. Aproximadamente 2,9 millones de personas con VIH están coinfectadas por el VHC, y 2,6 millones por el VHB. En cuanto a España, en el último estudio de prevalencia de infección por el VHC realizado entre 2017 y 2018 se calculó que unas 76.457 personas tenían infección activa, de las que 22.478 no estarían diagnosticadas.
Las muertes anuales en España por VHC se estiman en 4.789 (13 fallecidos al día). En lo que respecta al VHB, España se considera un país de incidencia baja, ya que el porcentaje de la población portadora es inferior al 2%. Se calcula que se producen al año 12.000 casos de hepatitis B, de las cuales entre un 5-10% tienen una evolución crónica (600-1.200/año) y se registran unos 250 casos anuales de hepatocarcinoma, que es una complicación de la hepatitis B crónica.
P: En especial, ¿cuál es la patología, fenómeno, situación... que más importa, interesa, impacta...?
R: Los cinco virus de la hepatitis (A, B, C, D y E) son muy diferentes, presentan distintos modos de transmisión, afectan a poblaciones diferentes y arrojan resultados sanitarios distintos. Para que la respuesta sea eficaz es preciso adoptar diversas medidas comunes para los cinco virus, y a la vez llevar a cabo intervenciones dirigidas específicamente a cada uno de ellos. Las hepatitis víricas B y C son infecciones que se transmiten por la sangre, en medida considerable a edad temprana y a través de inyecciones y procedimientos médicos en condiciones poco seguras, y en menor medida a través de contacto sexual. La prevalencia más alta del VHB se encuentra en el África subsahariana y Asia oriental, donde entre el 5 % y el 10 % de la población adulta padece infección crónica. La transmisión del VHB de madre a hijo es un modo de transmisión importante en aquellos entornos en que la prevalencia del virus es elevada. También se encuentran tasas elevadas de infecciones crónicas en la región amazónica de Sudamérica, y en las zonas meridionales de Europa oriental y central.
En Oriente Medio y el subcontinente indio, se estima que entre el 2 % y el 5 % de la población general padece infección crónica. La hepatitis C se encuentra en todo el mundo. Las regiones más afectadas son Asia central y oriental, el norte de África y África occidental, donde la mayoría de las infecciones se deben a inyecciones y otros procedimientos médicos en condiciones poco seguras. Las epidemias del VHC asociadas al consumo de drogas inyectables ocurren en todas las regiones; se estima que el 67 % de los consumidores de drogas inyectables están infectados por este virus.
La hepatitis D se transmite a través del contacto con sangre infectada. Solo afecta a personas que ya están infectadas por el virus de la hepatitis B y, por lo tanto, puede prevenirse con la vacuna contra el VHB y otras medidas preventivas. Las hepatitis víricas A y E son infecciones transmitidas por los alimentos y por el agua que pueden provocar brotes agudos en comunidades donde el agua es insalubre y el saneamiento es deficiente. La prevención se realiza mediante la mejora de las condiciones sanitarias, la seguridad de los alimentos y la vacunación.
P: ¿Cuáles son los principales retos en el abordaje actual de las hepatitis víricas?
R: La 69ª Asamblea Mundial de la Salud de la OMS, tomando nota de las metas identificadas en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, adoptó la Estrategia Mundial del sector de la salud contra las hepatitis víricas para el periodo 2016-2021. La Estrategia aborda los cinco virus de la hepatitis, con atención especial a las hepatitis B y C debido a la carga relativa para la salud pública que estas representan. El objetivo es eliminar el problema de salud pública que suponen las hepatitis víricas para 2030, definiendo eliminación como 90% de reducción de incidencia de infecciones crónicas y 65% de reducción de mortalidad.
Europa ha propuesto como metas el diagnóstico del 90% de las infecciones por hepatitis víricas y el tratamiento del 80% de las personas con infección crónica que lo necesitan para 2030. En España, la hepatitis C continúa siendo un importante problema de salud pública, que requiere respuestas políticas, sanitarias y sociales de forma integrada, con la prevención y el acceso equitativo al tratamiento como pilares fundamentales de la acción. Actualmente existen tratamientos que permiten curarla en más de un 95% de los casos. Desde el año 2015, con la aparición de los nuevos antivirales de acción directa y la implementación del Plan Estratégico para el Abordaje de la Hepatitis C, España ha dado grandes pasos para afrontar este problema de salud pública, lo que está suponiendo todo un éxito, con más de 125.000 pacientes curados hasta la fecha. No obstante, pese a estos buenos resultados la pandemia de COVID-19 ha provocado un retraso importante en el diagnóstico y tratamiento de nuevos pacientes, lo que supondrá una demora de al menos dos años en el calendario de eliminación de la hepatitis C en España, del 2024 al 2026.
P: A corto y medio plazo, ¿cuáles son los márgenes de mejora en ese abordaje?
R: Poner fin a la importante amenaza para la salud pública que suponen las epidemias de hepatitis es factible con las herramientas y métodos disponibles en la actualidad y los que se encuentran en fase de desarrollo. El conjunto esencial de intervenciones y servicios contra las hepatitis víricas debe incluir intervenciones básicas que son: vacunación, particularmente contra el virus de la hepatitis B y, cuando proceda, el virus de la hepatitis A; seguridad de las inyecciones, la sangre y los procedimientos quirúrgicos; prevención de la transmisión del virus de la hepatitis B de madre a hijo; servicios de reducción de daños para los consumidores de drogas inyectables; y tratamiento de las infecciones crónicas por el virus de la hepatitis B y la hepatitis C.
Además, es fundamental asegurar altos niveles de saneamiento y de acceso a alimentos y agua salubres, a fin de prevenir y controlar las epidemias de hepatitis A y hepatitis E. Y es importante resaltar que las intervenciones para la prevención de la hepatitis también contribuyen a lograr resultados sanitarios más generales, como la prevención del VIH, de infecciones de transmisión sexual y de otras infecciones transmitidas por la sangre. Otro punto fundamental es el diagnóstico precoz de las hepatitis víricas para su tratamiento y atención eficaces, ya que actualmente y a nivel mundial, menos del 5 % de las personas que padecen hepatitis víricas crónicas saben que están infectadas.
Mejora del diagnóstico molecular
Teresa Pérez Gracia, profesora del Grado en Farmacia, dedica su actividad investigadora a la mejora y el desarrollo de nuevas técnicas de diagnóstico molecular. Estas técnicas se aplican a la detección de algunas enfermedades de origen vírico que, por ser asintomáticas o por generar síntomas inespecíficos, pueden pasar desapercibas y resultar infradiagnosticadas. En concreto, su trabajo se centra en la caracterización genética del virus de la hepatitis E y en las recomendaciones para el diagnóstico del virus del papiloma humano. “Un diagnóstico correcto es el primer paso para la eficacia de todo tratamiento. Por eso, trabajamos en el desarrollo y la mejora de métodos de diagnóstico molecular que hagan más eficaz la detección de determinadas infecciones víricas, para tratarlas de forma mucho más rápida y adecuada”, afirma Pérez Gracia. La catedrática de la CEU UCH es, además, una de los diez investigadores de universidades y hospitales españoles que ha participado como revisora en el documento de recomendaciones para el diagnóstico, manejo y prevención de la infección por el virus de la hepatitis E de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).
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