La apertura de la barrera hematoencefálica del cerebro mediante ultrasonidos focales de baja intensidad (LIFU) en pacientes con enfermedad de Parkinson (EP) es segura y reversible, demostración que posibilitaría la introducción de agentes terapéuticos que frenen la progresión esta enfermedad, la segunda neurodegenerativa más frecuente, y por lo tanto del deterioro cognitivo y demencia asociados.
El hallazgo lo han llevado a cabo investigadores del Centro Integral de Neurociencias AC (HM CINAC Madrid, del Hospital Universitario HM Puerta del Sur de Móstoles, dirigidos por José Ángel Obeso, director de HM CINAC Madrid, que acaban de publicar sus datos en Nature Communications.
Muchos tratamientos farmacológicos no alcanzan concentraciones terapéuticas en el cerebro por el efecto de la barrera hematoencefálica que actúa como un ‘filtro’, lo que dificulta el tratamiento eficaz de muchas enfermedades neurodegenerativas, por lo que superar esta frontera natural supone "un avance sustancial que permitirá introducir y probar la acción de nuevas moléculas, como anticuerpos, por ejemplo, y realizar terapia génica. Se abre una nueva vía para poder actuar directa y concretamente en las regiones más vulnerables del sistema nervioso en estadios iniciales, cuando es más probable conseguir alta eficacia”, indica Obeso.
Limitar la demencia del Parkinson
El estudio se ha llevado a cabo entre octubre de 2018 y mayo de 2019 con cinco pacientes de HM CINAC Madrid con demencia en la enfermedad de Parkinson.
Según Carmen Gasca, primera autora del artículo “el riesgo de demencia en la enfermedad de Parkinson es bastante más alto que en la población general. Aunque el deterioro cognitivo en esta patología es bastante común, sobre todo conforme avanza la enfermedad, el beneficio de los tratamientos destinados para ello a día de hoy es muy modesto”.
El objetivo inicial de este estudio ha sido demostrar la ausencia de riesgos, la viabilidad y la reversibilidad para el paciente de esta apertura, hecho que ha sido constatado. Incluso, aunque no era el objetivo principal, se ha demostrado algún beneficio leve en los pacientes que han participado.
“La técnica no ha conllevado efectos secundarios graves y persistentes. La apertura se mantiene algunos días, pero siempre se produce cierre completo de la barrera. También hemos visto que se puede abrir de forma repetida. Por ser un estudio piloto, sólo podemos demostrar seguridad. Sin embargo, dentro de los objetivos secundarios sí que observamos una discreta mejoría en los test cognitivos, pero debemos ser cautelosos debido a la pequeña muestra de pacientes”, subraya Gasca.
La pretensión inicial de este estudio ha sido confirmar la seguridad del procedimiento de apertura de la barrera hematoencefálica mediante LIFU, pero el objetivo último es lograr la introducción de agentes terapéuticos en el cerebro, hecho que hasta la fecha solo se ha experimentado y publicado en pacientes con tumores cerebrales.
Para Obeso, los datos sirven de base para investigaciones más profundas para plantearse la actuación en fases más precoces de la enfermedad de Parkinson, y podrían ser extrapolables a otras patologías neurodegenerativas como el Alzheimer. “Nuestro objetivo principal es diagnosticar la enfermedad de Parkinson precozmente y actuar mediante LIFU para suministrar terapias que detengan el proceso neurodegenerativo en un estadio muy precoz. Así comenzaremos a avanzar en el gran reto de detener la progresión de una enfermedad neurodegenerativa”, concluye Obeso, director de HM CINAC Madrid.
Proceso controlado y riguroso
El proceso se inicia con la selección rigurosa del candidato mediante una valoración clínica general, neurológica y neuropsicológica, así como pruebas de neuroimagen como la resonancia magnética craneal. “El paciente ingresa el día anterior al procedimiento, que se realiza en un equipo de resonancia magnética de 3 Teslas. Al paciente se le coloca un marco de estereotaxia idéntico al utilizado para HIFU, se define precisamente la región de apertura y se inicia la emisión de ultrasonidos de baja intensidad-frecuencia. El paciente está sedado la mayor parte del tiempo, y en general el proceso se tolera bien y no hay complicaciones de relevancia”, explica Marta del Álamo, neurocirujana funcional del equipo.
La apertura de esta barrera de forma segura y reversible mediante la aplicación de ultrasonidos focales de baja intensidad (LIFU), no producen calentamiento. “Se ayuda de microburbujas que se inyectan por vía intravenosa y al exponerse a los ultrasonidos en la zona diana se expanden y contraen facilitando así la denominada cavitación estable y abriendo la barrera hematoencefálica”, señala José Pineda, ingeniero a cargo del LIFU. “Tras aplicar el tratamiento se verifica la apertura mediante la realización de una resonancia magnética cerebral con inyección de un contraste denominado gadolinio. El paciente pasa unas horas bajo observación y es dado de alta al día siguiente”, indica Gasca.
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