La esclerosis múltiple (EM) es un trastorno crónico del Sistema Nervioso Central (SNC) que afecta al funcionamiento normal del cerebro, el nervio óptico y la médula espinal. Se calcula que 2,8 millones de personas la sufren en el mundo, y hasta el 80% de ellos, entre los 10-15 años posteriores, evoluciona hacia una conversión de Esclerosis Múltiple Secundaria Progresiva (EMSP), lo que significa “que los síntomas del paciente empeoran, independientemente de que tengan brotes o no. Se trata, por tanto, de pacientes muy evolucionados y más discapacitados. La aparición de un nuevo fármaco, siponimod, supone una esperanza para este grupo de enfermos porque es específico para estas formas de EM”, indica a DM Lucienne Costa-Frossard, especialista en EM del Servicio de Neurología del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid.
Las declaraciones se producen al hilo del anuncio, por parte de la farmacéutica Novartis, de la autorización en España de siponimod, comercializado como Mayzent, primera opción de tratamiento oral para los pacientes adultos con Esclerosis Múltiple Secundaria Progresiva (EMSP) activa, que se ha mostrado eficaz en el retraso de la progresión de la discapacidad, del deterioro de la velocidad de procesamiento cognitivo y de la reducción del número de brotes, según los datos del ensayo pivotal fase III Expand, aletorizado, doble ciego controlado con placebo, y desarrollado en 292 hospitales de 31 países.
Siponimod pertenece a un grupo de medicamentos denominados moduladores del receptor de la esfingosina 1-fosfato (S1P), capaz de retener a los linfocitos dentro de los ganglios linfáticos impidiendo, por tanto, que éstos lleguen al cerebro. En Europa, la molécula se ha aprobado para pacientes con formas secundariamente progresivas de EM con actividad, que siguen teniendo brotes o lesiones detectadas en resonancia magnética (RM).
Beneficios para una gran mayoría
La irrupción y disponibilidad de nuevas moléculas, como siponimob, cubre una necesidad no resuelta en las formas progresivas de EM y que, según la neuróloga, es el único que ha mostrado eficacia en este grupo específico de pacientes. Es además oral, y por tanto, mucho más cómodo de administrar que los interferones, por ejemplo, lo que facilita la adhesión terapéutica, sin olvidar que aporta seguridad, con un perfil bastante aceptable de efectos secundarios.
No obstante, deja claro, que antes de administrar el fármaco es necesario llevar a cabo un genotipado en sangre del paciente. Según el tipo de genes que exista en plasma, se puede o no recibir el fármaco, ya que este se metaboliza a través de una enzima hepática y hay personas que no pueden metabolizarlo adecuadamente.
“Aún así, la buena noticia es que el 86% de los pacientes sí es candidato para recibir siponimod. Pero, además, alrededor de un 13% se va a beneficiar de una reducción de dosis y sólo un 0,4% no podrá recibir el fármaco”. Para realizar esto ajustes y que exista una mayor proporción de beneficiarios, en función de su genotipado, siponimob se comercializa en España con doble dosis.
El 86% de pacientes con formas progresivas puede recibir el fármaco. Un 13% se beneficia de la reducción de dosis y sólo un 0,4% no puede tomarlo
Para Costa, este hecho supone un importante avance en un área, como el de las formas progresivas, en el que era muy necesario disponer de nuevas estrategias. “Las formas secundarias progresivas han sido siempre el ‘talón de Aquiles’ de la EM porque la neurodegeneración es la asignatura pendiente de todas las enfermedades neurodegenerativas, entre las que también se incluyen el Alzheimer y el Parkinson. Por ello, desarrollar y disponer de un fármaco útil en ese grupo de pacientes es muy esperanzador”.
Aspectos adicionales positivos
Los datos de las investigaciones llevadas a cabo con esta nueva terapia confirman que reduce la progresión de la discapacidad hasta en un 21% frente a placebo, que para Costa significa que “va a retrasar el empeoramiento continuo de las formas progresivas de la enfermedad. A los tres meses de tratamiento reduce la progresión confirmada de discapacidad en un 21%, y a los seis meses se confirma en un 26%”, señala la especialista.
Asimismo, en los ensayos con siponimod se ha observado que debido a la elevada actividad antiinflamatoria del fármaco hay una correlación con la reducción de los brotes del 55%. “A pesar de que siponimod no ha sido diseñado para ello, es un aspecto adicional muy positivo. Es posible que observemos disminuciones de lesiones en resonancia magnética de entre el 85-90% de los pacientes”.
Otro aspecto relevante se centra en el tratamiento precoz, “fundamental en EM”, según Costa, quien explica que “el hecho de que tratemos de forma precoz a los pacientes, al inicio de la enfermedad, ayuda a que las formas secundariamente progresivas se retrasen significativamente en el tiempo y que disminuya la proporción de pacientes que hagan la conversión".
Pero, si además, recalca la profesional, "somos capaces de detectar de forma temprana que el paciente está haciendo la conversión a formas secundarias, se puede aplicar antes el tratamiento, lo que va a repercutir positivamente en su calidad de vida”.
Con cada lesión nueva, los pacientes con EMSP pierden capacidades cerebrales. Su detección y tratamiento tempranos es vital para el manejo a largo plazo
La precocidad también se traslada al impacto que sobre el cerebro ejerce la enfermedad, ya que “en EM, los pacientes pierden capacidades cerebrales con cada lesión que aparece nueva y no es tan visible como puede ocurrir cuando se produce un ictus, por ejemplo. El tratamiento precoz es importante y la detección temprana de las formas secundariamente progresivas va a ser vital para su manejo a largo plazo”.
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