Yolanda Temprano es enfermera de Salud Mental de la Unidad de Patología Dual (convergencia de un trastorno de adicciones y un trastorno psiquiátrico) del turno de mañana en la Clínica de Nuestra Señora de la Paz de la orden hospitalaria de San Juan de Dios (Madrid). Defiende que hacen falta más enfermeros en todas las especialidades, pero mucho más en Salud Mental.
Reconoce que la crisis económica originada por la pandemia, el confinamiento, la reclusión y el aislamiento han agudizado las adicciones y los comportamientos violentos en adolescentes. “La parte positiva es que hemos observado que están llegando al centro cada vez más personas que se han dado cuenta de que tienen un problema. Y es que, al tener más tiempo libre, ha aumentado el consumo de los juegos de azar on line; y la falta de terapias y tratamientos lleva a un mayor consumo”.
Durante los momentos álgidos de la pandemia, de hecho, los profesionales de la Unidad de patología dual en la Clínica de Nuestra Señora de la Paz utilizaron la plataforma Zoom para poner en contacto a familiares y pacientes a través de videollamadas semanales.
Especialidad olvidada
Para Temprano, Salud Mental sigue siendo una de las especialidades olvidadas en Sanidad y en la que Enfermería tiene un gran peso al ser el eje central de los cuidados del enfermo. “También es la especialidad más estigmatizada por parte de la sociedad y, a nivel asistencial, es la que menos recursos técnicos y humanos emplea”, asegura la experta, que también es especialista en atención de enfermería al paciente drogodependiente por la Universidad Rey Juan Carlos.
De hecho, recuerda que, según la OMS, solo el 1% del personal sanitario mundial presta sus servicios en la Salud Mental. “Todos los enfermeros dedicados al cuidado del paciente dual deberían tener una formación complementaria”, reclama.
No obstante, para ella Enfermería es una de las profesiones más estratégicas y bonitas del mundo. “Cuidamos de la gente a nivel emocional y físico. En la Unidad de Patología Dual el enfermero forma parte de un equipo amplio de salud y atención social, trabajando en colaboración con psiquiatras, psicólogos, terapeutas, animadores y auxiliares”.
Lenguaje estandarizado y común
En primer lugar, el enfermero evalúa al paciente y luego prepara un plan de atención según su necesidad. “El objetivo más importante es construir una relación terapéutica de confianza y escucha, así como un trato libre de prejuicios y cercanía”, señala. El plan de cuidados consta de varias fases: “Fase de valoración, diagnóstico, planificación, ejecución, realización de las intervenciones y evaluación", asegura.
Temprano recomienda que, a lo largo de todo el proceso, se use un lenguaje estandarizado y común. “Estos pacientes tienen una mayor gravedad tanto clínica como social. Sufren un gran deterioro físico y mental, y son difíciles de adaptarse a unas normas básicas de convivencia”.
Otras de sus características es que tienen un desajuste de su rutina y hábitos, inadaptabilidad a la sociedad, un elevado nivel de nerviosismo e impulsividad, e incluso pueden causar daño y violencia”.
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