“Perú se encuentra inmersa en la pandemia Covid-19, en una crisis sanitaria que ha evidenciado el debilitamiento del sistema público de salud y de otros servicios sociales esenciales para la población”, relata Jorge Irazola, cooperante de Farmamundi en Perú. “Sentimos mucha impotencia ante la desprotección de la población, puesto que la pandemia sigue su expansión en toda Guatemala”, cuenta Giovanni Salazar, responsable de Proyectos de la misma ONG en aquel país. “En la lucha contra el coronavirus en África las principales dificultades que encontramos guardan relación con la escasa disponibilidad de información sobre la enfermedad en comunidades rurales”, lamenta Aday Serrano, cooperante de Farmamundi en Malí.
Son testimonios de sanitarios que elevan el término cooperante a su máxima expresión y que aquellos que dedican su tiempo a ayudar a los demás, más allá de sus fronteras, saquen pecho en el Día del Cooperante que se celebra hoy. El coronavirus ha puesto a prueba su trabajo que no ha decaído en ningún momento durante este tiempo, como así ha manifestado Salazar: “Desde nuestra oficina, con el teletrabajo y en estrecha colaboración con nuestras socias locales, hemos mantenido el curso de los proyectos”.
“Son tiempos de acción, pero también de incidencia y de construcción de alianzas entre todos los actores involucrados en la salud y el desarrollo”, defiende Irazola, quien constata que, en el caso de Perú, con la pandemia se ha evidenciado “la vulnerabilidad especial, nacida de una injusticia histórica, en la que vive una gran parte de la sociedad peruana, sobre todo las mujeres y los pueblos originarios”. En este sentido, Salazar se muestra especialmente pesimista, ya que cree que esta pandemia “va a contribuir a la agudización de la pobreza y la desigualdades ya existentes, así como el aumento de la desnutrición, con una afección principalmente para la mujeres y la población infantil”.
Según Irazola, que gestiona el desarrollo de más de diez proyectos sanitarios en Perú, asegura que “esta realidad obliga a generar un debate en la cooperación en cuanto a retornar y ampliar sus esfuerzos en torno a la salud pública, donde la salud es el resultado en última instancia de determinantes económicos, sociales, étnicos y de género”.
En África
Luchar contra la pandemia no es fácil en el continente africano. La escasez de test de diagnóstico y la insuficiencia de recursos médicos y de personal sanitario son trabas importantes a las que se unen las generadas por la desinformación, “incluso entre el personal de salud y agentes de salud comunitaria”, y los problemas para respetar algunas de las medidas de prevención, como el distanciamiento social, reconoce Serrano. “Teniendo en cuenta estos factores, nuestros proyectos han incorporado elementos que permitan fortalecer las necesidades de prevención y respuesta de la Covid-19 de las autoridades sanitarias”, concluye.
Estatuto
Hay que recordar que para realizar esta labor, los cooperantes cuentan con un estatuto del año 2006 en el que se regulan sus derechos y obligaciones, régimen de incompatibilidades, formación, homologación de los servicios que prestan y modalidades de previsión social. “Este marco regulatorio es fruto de una reivindicación histórica de todas las ONG que formamos parte de la Coordinadora de ONG para el Desarrollo de España (Congde) y fue un logro, puesto que por primera vez, se reconocían las circunstancias especiales en las que trabajaban nuestros cooperantes y que equipara sus derechos con los del resto de profesionales en España”, valoran desde Farmamundi
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