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viernes, 25 de septiembre de 2020

Los gorriones ya no temen a los peatones con mascarilla

José Ramón Zárate
Josezarate
Vie, 25/09/2020 - 20:21
Ciencia inútil
Dos gorriones posados en una mano.
Con tal de que les den migajas, parece que a los gorriones les da igual la mascarilla.

El confinamiento mundial, entre otros efectos, parece que desconcertó a muchos animales urbanos, y de paso atrajo a otros más rurales: ¿qué ha pasado aquí? ¿dónde se ha ido la gente?, pensarían a su modo irracional. Cuando, poco a poco, volvieron a aparecer los viandantes, sus rostros estaban velados por trozos de telas multicolores. ¿Serán los mismos que antes nos arrojaban trocitos de pan o han vuelto con actitudes alevosas?, reflexionarían en sus instintivos cerebros.

En un ejercicio de etología, de estudio de la adaptación animal a los cambios de su entorno, un equipo de la Universidad china de Hainan decidió observar las actitudes de los gorriones tras el fin de los encierros y su encuentro con una sociedad enmascarada. “Aunque sólo habían pasado unos seis meses para que las aves se adaptaran a las personas con mascarillas, esta exposición -plantearon los autores- puede haber producido cambios de comportamiento adaptativos”. Se basaban en las habilidades de aprendizaje rápido observadas en otros pájaros, en su plasticidad conductual.

Para comprobarlo compararon la distancia de iniciación de vuelo del gorrión arbolado euroasiático (Passer montanus), en presencia de personas con y sin mascarillas, esto es, cuándo salen volando al acercárseles alguien. El gorrión es hoy muy común en China, pero fue casi exterminado en los años sesenta por una de las intempestivas campañas impulsadas por Mao Zedong dentro de su Gran Salto Adelante: el gorrión diezmaba las cosechas de grano, así que había que acabar con él. Su desaparición trajo consigo la aparición de plagas de insectos -otro alimento de las aves- que asolaron los cultivos, siendo uno de los detonantes de la Gran Hambruna China y obligando a Mao a rectificar y a importar gorriones desde la Unión Soviética.

La distancia de inicio de vuelo, o de estampida cuando se carece de alas, es la distancia a la que un animal huye de un estímulo de amenaza, y se utiliza como una medida cuantitativa del comportamiento antidepredador y la habituación a la perturbación humana. Refleja un equilibrio entre los beneficios de supervivencia y el riesgo de ser apresado.

Urbanizados y rurales

El estudio, que se publicará en Global Ecology and Conservation, se llevó a cabo en Yibin y Dazhou, dos áreas rurales de Sichuan, de abril a mayo. Eran zonas de ‘bajo riesgo covid-19’, por lo que las mascarillas no eran obligatorias al aire libre si se cumplía el suficiente distanciamiento social. Se sabía por estudios anteriores que el color de la ropa afecta a la espantada de las aves, así que los investigadores vestían prendas de color neutro y se comportaban como peatones normales. Unas veces iban sin mascarillas y otras con ellas.

Así, mientras se acercaban en línea recta hacia gorriones posados en el suelo, fueron registrando la distancia a la que el pajarito tomaba las de Villadiego con respecto al investigador. Los resultados diferían significativamente entre las áreas de estudio: en Dazhou la distancia con mascarilla era de 2,57 ± 0,36 m, y sin ella de 3,09 ± 0,37 m. En Yibin, la distancia de vuelo con mascarilla era de 9,25 ± 0,44 m y sin ella de 10,66 ± 0,38 m. Es decir, que la mascarilla parecía ofrecer más confianza a los gorriones, lo que significa que se habían adaptado rápidamente a los bípedos enmascarados, o bien les parecían igual de extraños que antes o no percibían la sonrisa traicionera.

Las diferencias entre las zonas se deben, según los autores, a que las mediciones en Dazhou se hicieron en lugares más urbanizados que en Yibin y se sabe que las aves urbanizadas toleran más a los humanos que las suburbanas o rurales.

Las distancias entre humanos y gorriones también se acortaban cuando había varios pájaros juntos. La ‘hipótesis de la vigilancia colectiva’, aquí aplicada, predice que la información compartida en un grupo de animales aumenta su capacidad para evaluar los riesgos; la probabilidad de que un solo animalito sucumba a un depredador disminuye, claro, cuando hay varios entre los que elegir. Pura matemática avícola. Sin embargo, ocurre a veces que si un gorrión más nervioso emprende el vuelo precipitadamente, los otros le imitan y salen también disparados. Pura aleatoriedad avícola.

Plasticidad depredadora

El equipo chino proclama orgulloso que “este es el primer estudio que muestra que las aves reaccionan sin mucho miedo a las personas que usan mascarillas” y que “la capacidad de aprendizaje de los gorriones les permite ajustar sus comportamientos para adaptarse a cambios tan sutiles en el entorno”. Es decir, la flexibilidad conductual de algunos animales les facilita hacer frente al aumento de las perturbaciones humanas. Si al cabo del tiempo, comprueban que los humanos no les disparan, mostrarán respuestas de miedo reducidas. “Tales alteraciones de las respuestas a los estímulos neutros repetidos son una forma de plasticidad conductual. En otras palabras, al establecer una conexión entre la información y el comportamiento adecuado, los animales pueden cambiar su comportamiento para adaptarse a entornos complejos e inestables”.

El estudio en sí no aporta gran cosa, salvo a los etólogos, pero ha servido para entretener a unos cuantos investigadores que no sabían muy bien qué hacer en estos tiempos de confinamientos y mascarillas. Una manera ‘científica’ de que te dejen salir a pasear y a disfrutar de la naturaleza.

Un experimento chino ha observado la rapidez con que el 'Passer montanus' se adapta a los transeúntes enmascarados. Off José R. Zárate Off

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