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miércoles, 14 de julio de 2021

Factor de impacto: un 'enemigo' de las revistas y de la evaluación de los investigadores

Investigación
Josezarate
Mié, 14/07/2021 - 08:00
XV Jornada Medes en los cursos de verano de la Complutense en El Escorial
Fernando Navarro, Elea Giménez Toledo, Elena Sanz y José Antonio Sacristán.
Fernando Navarro, Elea Giménez Toledo, Elena Sanz, periodista y divulgadora científica que moderó una de las sesiones, y José Antonio Sacristán.

Un centenar de presenciales y casi tres centenares de ‘distanciales’, como sugería denominar a los seguidores online el ‘médico de palabras’ Fernando Navarro en el Laboratorio del Lenguaje de este periódico, no se perdieron la cita anual, interrumpida el año pasado por la pandemia, de la Jornada Medes (Medicina en Español) que desde hace quince años organiza la Fundación Lilly.

Junto con Elea Giménez Toledo, directora del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC, y José Antonio Sacristán, director de la Fundación Lilly, Navarro ha dirigido esta XV Jornada en el Eurofórum Infantes de El Escorial, dentro de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense que dirige Miguel Ángel Casermeiro.

La primera sesión abordó los cambios que está experimentando la publicación científica y que se han acelerado en el año pandémico: auge de las plataformas de prepublicación, revisiones más rápidas, invasión de las tecnologías automatizadas en el análisis de textos y datos, acceso abierto generalizado de los estudios sobre la coivd-19 con la consiguiente falta de validación en muchos casos, digitalización de las estructuras editoriales…

Los ponentes coincidieron en la penuria de las revistas españolas. “Nuestros investigadores acuden en primer lugar a revistas en inglés con alto factor de impacto”, constató Cristina Bojo, coordinadora de SciELO España, de la Biblioteca Nacional de Ciencias de la Salud del Instituto de Salud Carlos III. “Tenemos que encontrar nuevos indicadores, nuevas métricas que nos liberen de la dictadura del factor de impacto”.

Autopistas y carreteras secundarias

Esa indigencia nacional la reflejó muy bien Javier González de Dios, jefe de Pediatría del Hospital General de Alicante: “Cada vez hay menos revistas donde publicar en España. Los pediatras -unos 14.000 en nuestro país- solo disponemos de dos: Anales de Pediatría y Revista Española de Pediatría de Atención Primaria”.

¿No hay ya demasiadas revistas científicas? González de Dios argumentó la necesidad de revistas sin factor de impacto: “En la investigación y publicación se suele ir de menos a más; las de los cuartiles inferiores enseñan a publicar, son una escuela para ir avanzando”. En el campo editorial científico, había ilustrado previamente Elea Giménez, “hay autopistas -las grandes revistas internacionales en inglés- y carreteras secundarias, por las que circulan revistas de menor entidad en idiomas científicos más minoritarios, como las españolas”.

Desde la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (Fecyt), Pilar Rico, jefa de la Unidad de Acceso Abierto, Repositorios y Revistas, defendió el Espacio Europeo de Investigación, con la reciente iniciativa Open Research Europe, que consagra el acceso abierto en nuestro continente y evita el imperio de los grupos editoriales privados, como Elsevier, y del factor de impacto. Es la llamada vía diamante o platino, es decir, revistas que publican en acceso abierto y que no cobran a los autores por publicar ni a los lectores por leer. Generalmente están financiadas por instituciones académicas o gubernamentales, o por sociedades científicas. “La calidad -insistió- no es igual a indexación”.

'Impactofobia'

El factor de impacto, remachó González de Dios, ha maltratado a las revistas en cuanto factor unidimensional. “La evaluación de la investigación -añadió en una crítica directa a los criterios de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca)- ha de ser multidimensional”. Y luego desgranó el proceso mental de muchos afectados que pasan de la impactofilia a la impactofobia y a la impactoqué, la indiferencia ante un muro que no deja progresar en la pirámide investigadora y que, entre otras perversiones, valora mucho más un estudio teórico sin demasiada trascendencia que una patente.

Esa rebelión mundial creciente ante el factor de impacto, junto, claro está, a la urgencia científica derivada de la pandemia, es la que ha aupado en el último año a las plataformas de prepublicación, más baratas y rápidas, con una gran flexibilidad para la corrección ajena y propia, y libres de los sesgos y ataduras de los grandes grupos editoriales.

Cristina Bojo mencionó también sus desventajas, como el riesgo de plagios e imprecisiones, pero por ejemplo, “en la plataforma BioRxiv el 70% de los manuscritos que se depositan se publican luego sin apenas correcciones en revistas con factor de impacto”. Es llamativo que algunos grandes editores como los de Science y British Medical Journal hayan creado sus propios depósitos provisionales de estudios. “El preprint ha venido para quedarse”.

"Vivimos de los relatos"

En la sesión sobre ‘Divulgación y comunicación de la ciencia’, Luis Felipe Torrente, director de The Conversation España, explicó el éxito de esa iniciativa internacional que dirige en nuestro país y que aúna el rigor académico con el oficio periodístico. Sin ser una web periodística, divulga artículos de profesores universitarios, tamizados por comunicadores, y los pone al alcance de todos gracias a licencias Creative Commons.

Mencionó, por ejemplo, un artículo del microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López Goñi al comienzo de la pandemia en el que, en medio de la tragedia mundial, animaba con ‘Diez buenas noticias sobre el coronavirus’. Su artículo, traducido a diversos idiomas a través de la red internacional de The Conversation, ha alcanzado más de 20 millones de lectores.

Rocío Benavente, coordinadora de Maldita Ciencia, describió la necesidad de nuevos medios y webs, como la suya, que desmiente bulos y comprueba datos, en unos tiempos en los que las redes sociales y las prisas de muchos periódicos digitales por ser los primeros en informar difunden errores, noticias falsas y rumores que desorientan al público y, como se ha visto con el coronavirus, ponen en riesgo su salud. En este sentido, se puede decir que “unos medios rigurosos y serenos contribuyen a salvar vidas”.

Desde su atractiva experiencia como fundador de Big Van Ciencia, ganador del concurso de monólogos científicos Famelab España (2013) y finalista en el Cheltenham Science Festival (Reino Unido), presentador del programa de televisión Órbita Laika y conocido divulgador de las matemáticas, el riojano Eduardo Sáenz de Cabezón, profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la Universidad de La Rioja, afirmó que “vivimos de los relatos; los populismos son relatos, al igual que lo que alimenta los negacionismos científicos, como el referido al coronavirus, al cambio climático o a la reciente polémica sobre el consumo de carne”.

Como buen contador de cuentos, aconsejó elaborar “relatos coherentes que generen adhesión”, lograr “la confluencia entre los conocimientos científicos y las decisiones sociales y personales”, buscar “terrenos comunes para compartir y debatir”, sin dejar que lo identitario, lo que conforman unas creencias, actitudes y saberes, y que es muy sensible y maleable al influjo de las redes sociales, interfiera con los consensos científicos que preservan la salud humana y del planeta.

"Polinizadora de la ciencia"

Invisibles, pero esenciales para la circulación del conocimiento científico, los traductores protagonizaron la última sesión de la jornada. “La traducción es la polinizadora de la ciencia internacional”, introdujo Fernando Navarro. “Los saberes traspasan las fronteras en forma traducida. El primer manual sobre el manejo de la covid-19 se redactó en chino y después se tradujo a decenas de lenguas”.

De las dificultades de trasladar con fidelidad los textos científicos de un idioma a otro, de la conjunción entre la rapidez requerida y la calidad del trabajo y de la enorme variedad de registros que tienen que manejar, hablaron la traductora y revisora de textos biomédicos Mary Ellen Kerans, la traductora e intérprete médico-sanitaria Leticia Arcos y el terminólogo y traductor Luis González, de la Dirección General de Traducción en la Representación de la Comisión Europea en España.

A ese desconocido mundo de la traducción le puso cifras Luis González: “Con sus 24 lenguas cooficiales, los organismos de la Comisión Europea emplean a 4.000 traductores y un millar de intérpretes, un 8% de los 60.000 empleados; cuestan unos 1.100 millones de euros al año, un 0,2% del presupuesto total”.

Las interlinguas, el aimara, las lenguas francas a través de la historia, los acervos terminológicos, los traductores automáticos, los matices, a veces vitales, entre el español de España y el de otros países sudamericanos, y la cuestión ancestral, planteada por Fernando Navarro, sobre si el suceso de Babel fue una maldición o una bendición, cerraron una jornada muy sugerente en la que, como resumió José Antonio Sacristán en las palabras finales, se han aclarado muchas dudas y preguntas, pero a la vez han surgido otras nuevas sobre las que pensar y debatir.

'La circulación del conocimiento en español' fue la sombrilla veraniega de la Jornada Medes 2021 que cobijó interesantes debates sobre el factor de impacto, las noticias falsas y la traducción médica. coronavirus Off José R. Zárate Off

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