Las uñas son una parte estética importante de las manos, pero también tienen su función en el organismo. Además de proteger la punta de los dedos, también contribuyen a que las personas sean capaces de coger objetos pequeños y funcionan como órgano prensil. Su mal estado puede ser un indicativo de buena o mala salud.
Aunque los activos para su cuidado no han variado mucho en los últimos años, hoy en día existen formatos más cómodos –tipo bolígrafo y rotulador– que facilitan mucho su cuidado y que puede recomendar el farmacéutico ante la consulta de un paciente.
Las uñas están formadas por estructuras de queratina que crecen gracias a una buena irrigación de sangre que nutre la matriz de la uña, y contienen un 5% de lípidos (colesterol y ácidos grasos), que contribuyen a mantener su elasticidad y la cohesión de las células. Las uñas frágiles afectan al 20% de la población, especialmente a mujeres.
De la misma forma que la piel envejece, la uña también sufre el paso del tiempo. Además, con la edad crecen más despacio, las de las manos se vuelven más finas y frágiles y las de los pies, más duras y gruesas. Eso es así porque “el envejecimiento ocasiona una disminución de los niveles de sulfato de colesterol y agua en las uñas que, junto con la exposición a disolventes y agua, pueden incrementar el daño en esta estructura a nivel intercelular, disminuyendo la cohesión de las células”, explica Lourdes Navarro, de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV).
Por tanto, el envejecimiento es una de las causas que favorecen la fragilidad, la descamación a modo de capas en la zona distal y la aparición de fisuras longitudinales que hacen que la uña se rompa distalmente a modo de almenas. Sin embargo, el motivo de consulta más frecuente por patología en las uñas de los pies son las conocidas infecciones por hongos, advierte la especialista.
La eficacia de los tratamientos para las patologías de las uñas depende de que el paciente los cumpla
Otras alteraciones frecuentes en las uñas son: la cromoniquia, el cambio en el color de la uña (pudiendo ser blanco, amarillo, marrón, negro o rojo); la onicolisis, que es el despegamiento de la uña de la piel del lecho ungueal y la distrofia de la uña, que es la alteración arquitectural en la lámina ungueal (estrías, fisuras, descamación u otros).
“Las distrofias ungueales producidas por traumatismos de repetición por calzado inadecuado o exceso de rozamiento son igualmente motivo de consulta, especialmente en las uñas de los pies”, indica Navarro.
En el caso de las de las manos, los problemas más habituales vienen por una inadecuada manicura o bien por traumatismos repetitivos, por hábitos compulsivos e inflamaciones del pliegue proximal de la uña.
Y no hay que olvidar que también hay lesiones que pueden ser un signo o síntoma dermatológico de otra patología sistémica subyacente, o un efecto secundario de un tratamiento; incluso, pueden debilitarse y dañarse en los procesos tumorales.
Difícil diagnóstico
El diagnóstico de las alteraciones de las uñas es difícil dado que a menudo un mismo signo puede corresponder a diversas enfermedades de las uñas; de ahí que en ocasiones sea prioritario que el farmacéutico derive a un dermatólogo para que haga un diagnóstico correcto y, sobre todo, pueda establecer el tratamiento más apropiado.
Si se tiene en cuenta que las uñas crecen lentamente (las de las manos tardan unos 6 meses en renovarse y las de los pies unos 12 meses), hay que tener presente que los tratamientos para sus disfunciones van a ser de larga duración. En ese sentido, los expertos hablan de no abandonarlo para obtener resultados reales. De hecho, se recomienda hacer un seguimiento del paciente hasta obtener una curación clínica y evitar recaídas que son muy frecuentes, incluso dos y tres años después, dice Navarro.
Si el diagnóstico es una onicomicosis o infección por hongos, se iniciará un tratamiento tópico y/o por vía oral, que se prolongará incluso durante varios meses.
Las principales novedades en los tratamientos vienen de la mano de las nuevas presentaciones
Incluso algunos pacientes pueden requerir un tratamiento de mantenimiento tópico durante tiempo indefinido. “Para el tratamiento tópico utilizamos preparados comercializados en laca ungueal que contienen ciclopirox, amorolfina o tioconazol. Existen otros compuestos novedosos, como por ejemplo, el tavaborol y el efinaconazol, que ya han sido aprobados por la Agencia del Medicamento estadounidense (FDA) para el tratamiento de las onicomicosis, pero que en España aún no disponemos de ellos”, indica a este medio la dermatóloga.
Una de las grandes novedades en el manejo de este problema, además de estas nuevas moléculas y otras que están en estudio, son las mejoras en las formulaciones que permitirán un abordaje global de la uña. De este modo, se podrá tratar el problema desde el dorso hasta la lámina ungueal con lacas de uñas y, por vía subungueal, con preparados en solución.
Uñas débiles y quebradizas
Más allá de una afección como la onicomicosis, existe un amplio porcentaje de la población que tiene uñas frágiles y quebradizas que se rompen con facilidad o se levantan en capas. En este caso puede existir alguna alteración hematológica, subanemia o agresiones repetidas por manicuras agresivas que dificultan la formación cohesionada de la lámina ungueal.
María José Cachafeiro, farmacéutica cotitular y especialista en dermocosmética, explica que éstas pueden tratarse con productos de recomendación farmacéutica que aporten a la uña hidratación, nutrición, regeneración, micronutrientes esenciales, etc. También destaca la necesidad de cuidar las uñas y las cutículas, evitando las lesiones en la matriz; de ese modo se podrá prevenir la aparición de nuevas marcas y se fortalecerá la uña evitando su rotura.
“Pero mi recomendación principal –asegura– es el cuidado habitual de las uñas con productos hidratantes y fortalecedores al menos una vez por semana. Siempre es mejor actuar desde la prevención, no esperar a que aparezca una alteración para cuidarlas. Estos cuidados pueden resultar también adecuados como coadyuvantes de los tratamientos recomendados por el médico en algunos casos, mejorando y acelerando la recuperación de las uñas”.
‘Leuconiquia striata’ o líneas blancas
Este tratamiento también se muestra eficaz en el manejo de las líneas blancas transversales o leuconiquia striata, que salen de forma paralela al crecimiento de la uña.
Estas líneas están relacionadas, generalmente, con las manicuras agresivas que dañan la matriz ungueal, permitiendo que entre aire en la lámina. Así, al crecer la uña, esa zona se verá como una línea blanquecina.
Para cuidar de las uñas frágiles también es bueno evitar el contacto con disolventes y agua, utilizar guantes y aplicar cremas emolientes. “Estas cremas actúan como oclusivos y humectantes y se utilizarán regularmente en la piel que rodea a la uña, debajo de la uña y sobre la uña”, añade la dermatóloga. “Las lacas hidrosolubles compuestas de chitosán ayudan también a recuperar la lámina ungueal”.
En el caso de que la uña no esté muy dañada, la especialista recomienda emplear una capa de esmaltes convencionales con silicio. Pese a que pueda parecer lo contrario, los esmaltes convencionales no alteran el pH de la uña, sino que la mantienen protegida frente a la acción de los agentes externos y evitan la pérdida de agua.
En contraposición, “no se aconsejan esmaltes endurecedores de la uña, sobre todo cuando tienen un alto contenido en formol, pues empeoran la fragilidad al hacer la uña más rígida. Como alternativa, se dispone de endurecedores de uñas compuestos de alumbre con N-acetil-cisteína y propilenglicol”.
Líneas de Beau y manchas oscuras
Las líneas de Beau son depresiones o hundimientos, también en sentido transversal, que están relacionadas con enfermedades, infecciones generales o cirugía mayor.
Cachafeiro indica que suelen ser visibles cuando la patología que las ha causado ya se ha resuelto y solo cabe esperar con paciencia el crecimiento de la uña. Pero no existe un tratamiento específico.
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Y para las manchas oscuras en las uñas, antes de tratarlas es conveniente averiguar su origen, ya que podrían tratarse de traumatismos, hematomas (derrame subungueal) u otro tipo de lesiones pigmentadas en las que debería descartarse un melanoma, por lo que es aconsejable derivar desde la farmacia comunitaria con el fin de que las valore un dermatólogo. Este tipo de lesiones son frecuentes en deportistas que sufren pequeños y repetidos traumatismos.
Prevenir la fragilidad en uñas sanas
Aunque no exista un problema como tal, las uñas se deben cuidar y mimar para evitar que se vuelvan frágiles.
Entre los activos más utilizados para fortalecerlas y mantenerlas sanas y que puede aconsejar el farmacéutico, Cachafeiro, creadora de laboticadetete.com, enumera la queratina, que es un componente natural de las uñas, para repararlas y protegerlas; el silicio, que aporta consistencia a las uñas; aceites nutritivos, como, por ejemplo, el de almendras, aguacate, germen de trigo o la manteca de karité, con los que se consiguen uñas más resistentes y flexibles; el ácido hialurónico, para hidratarlas y mantenerlas más flexibles; activos vegetales con propiedades regenerantes como el áloe, la centella asiática, etc., y vitaminas del grupo A, B y C, aminoácidos azufrados y minerales como el hierro, el calcio o el selenio son componentes necesarios para unas uñas sanas y resistentes.
La queratina, el silicio, el ácido hialurónico, la centella asiática y vitaminas A,
B y C, útiles para las uñas
“En realidad, en el mercado del cuidado de las uñas no hay grandes novedades más allá de la tendencia general de uso de activos de origen natural o la aparición de presentaciones que puedan hacer más cómoda la aplicación del producto, como los formatos en bolígrafo o rotulador, o los tipo esmalte, que no aportan brillo y son más aceptados entre el público masculino”, concluye.
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