Los métodos más efectivos para la protección frente a radiaciones ionizantes son minimizar el tiempo y maximizar la distancia y el blindaje. El primero implica evitar dosis superfluas y, por tanto, efectuar las pruebas que son realmente necesarias: “Cuanto más justificada esté la prueba, mejor para todos, para los pacientes y para los profesionales sanitarios”, subraya Alfonsa Friera Reyes, responsable de Asuntos Profesionales de la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram) y jefa de Radiodiagnóstico del Hospital La Princesa de Madrid.
Por la misma razón, el personal que trabaja en las áreas donde existen radiaciones debe planificar sus tareas con antelación para reducir el tiempo de exposición, y durante la exploración o intervención, sólo debe permanecer en el interior de la sala el personal mínimo indispensable.
Todos los exámenes fluoroscópicos deben realizarse minimizando en lo posible el tiempo del examen, el tamaño del campo y la tasa de dosis. Para ello, los equipos han de contar con el sistema de control automático de exposimetría, que calcula exactamente la dosis que precisa el paciente; es una obligación que viene marcada por la directiva europea Euratom, que actualizó las normas de seguridad sobre protección radiológica.
Los sanitarios deben cumplir a rajatabla la normativa prescrita, como la exposimetría.
Todo el personal tiene que estar debidamente cualificado para las técnicas de aplicación y la utilización del equipamiento y en las normas de protección radiológica. Es esencial no despistarse, hay que ser muy rigurosos con las protecciones individuales. “Todas las medidas que eviten dosis innecesarias son importantes porque la radiación puede rebotar en el paciente y afectar al profesional. Tenemos que usar todas las protecciones, colocarlas bien y utilizar las separaciones físicas”, advierte la portavoz de Seram. Se refiere a todo el material de blindaje capaz de absorber la radiación: el delantal plomado, las gafas protectoras del cristalino, el protector de tiroides y los guantes plomados.
Los dispositivos de protección de las salas están para utilizarse, como las cortinillas plomadas, las mamparas suspendidas en el techo, las mamparas de pie, etc.
Y el tubo debe estar siempre bajo el paciente y, si se debe colocar en posición horizontal, lo mejor es situarse del lado del receptor de la imagen.
Asimismo, no hay que olvidarse del dosímetro para obtener una estimación real de la radiación recibida: “Es importante saber las dosis que recibimos. De hecho, se ha evidenciado que en el cristalino hemos bajado de 150 mSv/año a 20 mSv/año”.
La pandemia, más que cambios en las medidas de protección, ha provocado un impacto en la actividad: “Hemos hecho más radiología de tórax”. Lo que sí se ha evidenciado durante esta crisis es la obsolescencia de muchos equipos, denunciada por los radiólogos en innumerables ocasiones: “En muchos hospitales no se pudieron hacer TC pulmonares de baja dosis para el filtrado de pacientes”.
Fondos europeos están ayudando a la renovación, especialmente imperiosa en los equipos portátiles y en la radiología convencional. El objetivo es que no haya ninguna dotación obsoleta en 2023.
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