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domingo, 18 de julio de 2021

Pseudociencia, el lado oscuro. Testimonios

Emilio Molina
saradomingo
Dom, 18/07/2021 - 08:00
El testimonio es potentemente persuasivo y por eso, en pseudoterapias, es la punta de lanza para la captación de nuevas víctimas.
El testimonio es potentemente persuasivo y por eso, en pseudoterapias, es la punta de lanza para la captación de nuevas víctimas.

«Para esto he venido al mundo, para dar testimonio acerca de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz» (Juan 18:37). Cada día deberíamos dedicar unos segundos a recordar que somos monos bajados de un árbol hace dos días en términos geológicos. Nuestros cerebros están optimizados evolutivamente para buscar comida e intentar no ser comidos, y en ese proceso se ha buscado la eficiencia energética de un órgano de alto gasto calórico, que no duda en aplicar atajos para intentar encontrar la solución a sus problemas.

Esto, que para escapar de un león o atrapar a un conejo es sobradamente útil, muestra sus carencias cuando el problema al que nos enfrentamos es de un ámbito más sofisticado. Tendemos a creernos lo que otros nos cuentan porque es una forma fácil de asumir que esos individuos ya han usado las energías pertinentes en descubrir de primera mano el problema, con lo que delegamos tácitamente en ellos la carga de la comprobación y damos implícitamente por validadas las afirmaciones que nos cuenten.

El testimonio es potentemente persuasivo. Por eso, en pseudoterapias, es la punta de lanza para la captación de nuevas víctimas. En el terreno de la salud sabemos sobradamente que son muchos los sesgos en los que podemos caer a la hora de malinterpretar resultados; desde sesgos comunes a otras áreas, como el de confirmación o el de falsa atribución causal, hasta otros muchos específicos de la salud, como el del curso natural de la enfermedad, el retorno a la media, enfermedades recurrentes o episódicas, errores diagnósticos, remisiones espontáneas, la simple maduración infantil, sobrediagnósticos, prognosis incorrectas… El testimonio puede caer en estas y muchas más, y eso presumiendo que quien lo emite está intentando ser honesto.

En mi periplo entre pseudoterapias y sectas pseudoterapéuticas me he encontrado con una enorme variedad de casos al respecto. Incluso descartando una enorme cantidad de testimonios claramente inventados (del estilo de una misma persona en perfecto estado de salud grabando testimonios de curación de enfermedades graves muy dispares), quizá por problemas psiquiátricos como el síndrome de Munchausen o algunas esquizofrenias, me he cruzado con gente que decía haberse curado de enfermedades graves autodiagnosticadas, sin que hubiera tenido jamás diagnóstico profesional alguno; otros que manifestaban estar en remisión o haberse curado (en el libro de Gaspar Hernández No soy de este mundo sobre Corbera aparecen bastantes) para descubrir, tras un seguimiento de los casos, que han terminado muriendo; algunos otros se atenían a que les habían dado X meses de vida y llevaban el doble y aún seguían vivos pese a haber dejado el tratamiento real (un tratamiento que probablemente estuviera siendo eficaz y por ello estaban todavía entre nosotros, e incluso puede que haya bastado para curarles); otros que asumían no haber necesitado quimioterapia para sus cánceres (en tumores donde solo se usa para prevenir el riesgo de metástasis, no como tratamiento per se)...

Quizá los casos que más me han llamado la atención son aquellos en que el pseudoterapeuta se inventa el padecimiento de una enfermedad a su víctima (a veces incluso con enfermedades ficticias, como la "hipersensibilidad electromagnética", el "síndrome químico múltiple", desequilibrios de chakras, posesiones o hasta implantación de chips por gobiernos o alienígenas). Para esos padecimientos ficticios, como dijo alguien, nada mejor que remedios ilusorios. Algunos serán "inocuos", como la homeopatía o el reiki, o la venta de artilugios inservibles para detectar y defender a la víctima de las "malvadas ondas" o los "letales químicos". Otros pueden presentar un daño activo a sumar a la desinformación, como laceraciones cutáneas para extraer los supuestos chips (con víctimas marcadas de por vida), quelaciones o hidroterapias de colon frecuentes…

Con esto, los charlatanes restauran mediante el efecto placebo el efecto nocebo previo que ellos mismos han inducido, para ganar así la confianza de la propia víctima y de aquellos a quienes esta extienda su testimonio. Por poner un caso concreto, un gurú sectario de Madrid "diagnosticó" a uno de sus adeptos unos tumores en las glándulas suprarrenales. Meses más tarde, tras por supuesto haberle hecho seguir sus instrucciones al pie de la letra, fue al médico, le hicieron una ecografía y "el tumor había desaparecido". ¡Milagro!

El "amimefuncionismo" vende. Y su gemelo malvado, el "amimehizodañismo" también se usa

Para evitar la publicidad de ofertas supuestamente terapéuticas mediante este tipo de reclamos fácilmente manipulados y altamente coercitivos, el Legislación Real Decreto 1907/1996, de 2 de agosto, sobre publicidad y promoción comercial de productos, actividades o servicios con pretendida finalidad sanitaria, señala en su Artículo 4, sobre prohibiciones y limitaciones de la publicidad con pretendida finalidad sanitaria, que "[...] queda prohibida cualquier clase de publicidad o promoción directa o indirecta, masiva o individualizada, de productos, materiales, sustancias, energías o métodos con pretendida finalidad sanitaria en los [...] casos [...] que pretendan aportar testimonios de profesionales sanitarios, de personas famosas o conocidas por el público o de pacientes reales o supuestos, como medio de inducción al consumo".

Sin embargo, no es en absoluto complicado comprobar que el cumplimiento de esta norma, al igual que ocurre con la prohibición de usar el término "natural" como característica vinculada a pretendidos efectos preventivos o terapéuticos que se puede leer un poco después de la anterior, no se está haciendo cumplir. Ni tampoco las del resto de la lista, para qué engañarnos.

El "amimefuncionismo" vende. Y su gemelo malvado, el "amimehizodañismo" también se usa a veces (lo estamos viendo actualmente con vídeos de vacunados contra la covid que muestran efectos secundarios como tremendos temblores, difícilmente achacables a las vacunas, y que mágicamente desaparecen en otros vídeos donde el afectado pide donaciones económicas para su dolencia).

En definitiva, las historias ajenas atraen nuestra atención y les damos esa carta de validez, sobre todo si vienen de personas que entendemos de confianza. Y es una validez que no tienen por qué merecer.

Off Emilio Molina. Vicepresidente de la Apetp Off

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