Los primeros años de vida son clave para buena parte del desarrollo posterior de los seres humanos y el tema del calzado no es ajeno a esta realidad. La reciente y extendida moda del calzado minimalista (cuya característica principal es carecer de una mínima estructura funcional que proporcione soporte al pie), se ha aliado con la falta de evidencia científica sobre los efectos de diferentes tipos de calzado en niños durante la fase de adquisición de la marcha, para poner sobre la mesa cuestiones y dudas. Pero el farmacéutico-ortopeda no debe “dejarse llevar” por esta moda.
Un estudio desarrollado por el Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV), centro de I+D vinculado a la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), donde se compara los efectos de los distintos tipos de calzado infantil (convencional, biogateo y minimalista) sobre la forma de caminar, concluye que no solo no es cierto que el calzado minimalista sea más beneficioso, sino que provoca incluso más inestabilidad que caminar descalzo. El estudio, incide en que ello estaría relacionado con un aumento en el número de tropiezos y caídas. Además, esos resultados coinciden con las propias experiencias y conocimientos del farmacéutico-ortopeda, que apuestan por un mayor control del pie y el manejo de estabilizadores en ese periodo tan sensible del crecimiento.
Julián Navas Puchades, responsable del Departamento de Ortopedia del COF de Valencia, aclara en primer lugar que “no es muy habitual en la farmacia comunitaria encontrar ni que recibamos consultas sobre estos calzados, ya que nuestros usuarios suelen venir con unas características muy concretas en cuanto a patología”. En el caso de los niños, “lo más habitual es trabajar calzado para el tratamiento del pie plano infantil por medio de hormas rectas, neutras o aproximadoras, usar el denominado tacón Thomas”. También suele solicitarse calzado para pie zambo o aducto o botas tipo bóxer a las que se anclan diferentes ortesis correctoras.
Respecto al consejo que debe darse desde farmacia comunitaria, “es claro”: Se debe tener en cuenta que los niños que comienzan a andar tiene una desproporción del tramo superior del cuerpo respecto del inferior y que, para ganar más estabilidad, pueden adoptar posturas o una marcha anómala. “Por ello es altamente recomendable que en estas primeras etapas del anda se cuente con algún tipo de control en el calzado, ya sea con contrafuerte u otros elementos como un estabilizador externo (un contrafuerte más flexible y modificado que se coloca por fuera del zapato)”, señala Navas Puchades.
Recomendaciones
Sobre qué tiene que recomendar el farmacéutico-ortopeda a los padres en cuanto a la elección del mejor calzado para sus hijos, el portavoz del COF de Valencia recuerda que “hace unos años, el propio IBV publicó una serie de guías para el asesoramiento en la elección del calzado. Son guías muy sencillas, pero muy interesantes, que recogen ciertos aspectos en la elección correcta y que parecen olvidados”. En ellas, hay tres puntos fundamentales que se deben comprobar siempre: un buen contrafuerte en el talón para evitar desviaciones del retropié (con esto podemos hacer una prevención de patologías como pie plano o desviaciones en la rodilla); que exista espacio suficiente en el zapato para el crecimiento del pie (entre 10 y 15 mm entre el dedo gordo y la puntera), y que tenga una suela flexible (en niños de 3 en adelante), de un material que no sea demasiado duro y que permita la amortiguación.
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