Los pacientes con cáncer colorrectal metastásico con microsatélites estables (MSS), un subtipo poco frecuente (alrededor del 7% de todos los cánceres colorrectales) pero con un pronóstico muy desfavorable, tienen más opciones de responder positivamente a la terapia anti-BRAF/EGFR -suma de los inhibidores de BRAF (encorafenib) y EGFR (cetuximab)- si a la mutación genética asociada hasta ahora a la enfermedad y conocida como BRAFV600E suman una nueva llamada RNF43.
Esta segunda mutación, que está presente en el 29% de los tumores colorrectales metastásicos BRAFV600E, es relevante puesto que los pacientes portadores disponen de más posibilidades de estar durante más tiempo libres de progresión de la enfermedad y, también, de sobrevivir más.
En concreto, con solo la mutación BRAFV600E, los pacientes sobreviven de media 7 meses; y con las dos mutaciones, una media de 13,6 meses.
Otro dato relevante: la tasa de respuesta positiva a la terapia con encorafenib más cetuximab entre los pacientes con mutación RNF43 llega a ser del 72,7%, mientras que en aquellos que no la tienen es de tan solo un 30,8%. Y otro más: la duración del beneficio de la terapia anti-BRAF/EGFR sube de 4,1 meses con una mutación a 10,1 meses, con las dos. Es lo que ha destacado a este diario Rodrigo A. Toledo, investigador traslacional del Grupo de Tumores Gastrointestinales y Endocrinos del Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO) de Barcelona y coordinador del módulo de trabajo de biopsia líquida del Centro de Investigación Biomédica en Red Cáncer (CIBERONC), acerca del estudio que ha codirigido (la primera autora es Elena Elez) y que se acaba de publicar en Nature Medicine.
Con este trabajo, los investigadores del VHIO, han descubierto la mutación del gen RNF43 y su relación con una mejor respuesta al tratamiento anti-BRAF/EGFR en los pacientes con estabilidad de microsatélites, lo que supone un claro avance en materia de medicina personalizada. Hay que tener en cuenta que ese tratamiento es el estándar en pacientes con la mutación BRAF; en general (en cáncer colorrectal) es, por ahora (aún no han finalizado ensayos clínicos en curso), la segunda o tercera opción, detrás de la quimioterapia.
El equipo cree que, además, con esta nueva evidencia, que incluye información molecular, es posible diseñar nuevos tratamientos dirigidos a la mutación que se ha demostrado que es más favorable. Y, de entrada, espera que se incorpore el nuevo biomarcador (mutación RNF43 ) a estudios clínicos en marcha para identificar mejor la secuencia terapéutica más adecuada y que se pueda priorizar estos tratamientos en aquellos pacientes con más probabilidades de respuesta.
Presente en otros tipos de cáncer
La mutación NRF43, indica Toledo, está presente también en al menos el cáncer de páncreas y tumores gástricos. Se desconoce si también tiene relación con una mejor respuesta a otras terapias oncológicas.
Según ha informado hoy el VHIO, “las mutaciones BRAFV600E se encuentran en aproximadamente el 10% de los cánceres colorrectales metastásicos. Aunque es una mutación poco común, está relacionada con un pronóstico negativo. Los pacientes que la presentan son generalmente resistentes a las terapias y desarrollan resistencias a los tratamientos muy rápidamente, y no se habían logrado avances sustanciales en su tratamiento hasta fechas recientes”.
Ha recordado, además, que en 2019 el ensayo BEACON CRC, liderado por Josep Tabernero, jefe del Servicio de Oncología Médica del Vall d’Hebron y director del VHIO, demostró que la terapia de encorafenib más cetuximab resultaba efectiva para lograr una supervivencia global significativamente más larga y una tasa de respuesta más alta que la terapia estándar en estos pacientes.
No obstante, una parte de los enfermos no respondían de forma positiva a esta nueva estrategia terapéutica y, entre los sí respondedores, la reacción tampoco era homogénea. De ahí que el equipo iniciase la investigación que ha dado como resultado un nuevo biomarcador para el citado subtipo de enfermedad, ha informado Toledo, que ha codirigido esta investigación y se encargó de coordinar todo el trabajo de secuenciación genómica y la parte experimental del proyecto, con el apoyo de la Fundación Olga Torres mediante una beca para jóvenes investigadores en el área de investigación en cáncer colorrectal.
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