Si la investigación es la pieza clave en el conocimiento y abordaje de cualquier enfermedad, en cáncer adquiere especial relevancia porque de sus avances depende, en gran medida, la supervivencia de los pacientes.
Es un hecho demostrado que a mayor investigación, más tasas de supervivencia. Los últimos datos al respecto indican que en los últimos años, la sobrevida en los procesos tumorales ha aumentado 3.3 puntos en hombres y 2.6 puntos en mujeres, en una situación en la que la incidencia ha crecido un 7,2% desde el año 2016.
Sin embargo, las desigualdades en investigación oncológica siguen siendo una realidad para muchos tumores. Mientras que los más frecuentes entre la población -mama y colon, entre otros-, son objetos de numerosos estudios básicos y clínicos, otros como páncreas, esófago, estómago, encéfalo o pulmón, por ejemplo, mantienen supervivencias inferiores al 30%.
En estos casos de supervivencias inferiores al 30% y los tumores poco frecuentes -aquellos que afectan a menos de 6 personas por cada 100.000 habitantes y año-, precisan que la investigación sea del 100% para asegurar que el número de sobrevivientes sea más elevado.
Como datos esenciales, cada año más de 100.000 personas son diagnosticadas con un tumor cuya supervivencia es inferior al 30%. En cuanto a los cánceres poco frecuentes, en España, de los 285.530 nuevos casos de cáncer, unos 68.000 se corresponden con tumores poco frecuentes, lo que supone entre un 22-24% de los casos totales. Estos últimos tienen peores índices de supervivencia frente a los más frecuentes; en torno a un 47% de media, cifra que claramente podría mejorar con una mayor investigación.
Revertir la desigualdad
Las desigualdades que existen en investigación en cáncer ha sido el eje central del encuentro organizado por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) con motivo del Día Mundial de la Investigación en Cáncer en la que investigadores básicos y clínicos, sociedades científicas y pacientes han puesto sobre la mesa las principales deficiencias y las estrategias más adecuadas para subsanarlas.
Según Luis Paz-Ares, presidente de la Asociación Española de Investigación sobre el Cáncer (ASEICA), y jefe de Oncología Médica del Hospital 12 de Octubre de Madrid, "la investigación 'buena' es la que cambia las cosas, tal y como se está demostrando en muchos procesos tumorales. Pero, para ello, es indispensable una financiación nacional estructural mínima que permita dar continuidad a los proyectos y afrontar grandes retos futuros".
A su juicio, es necesario fomentar la carrera investigadora que sea meritocrática, ya que la crisis nos ha dejado sin una generación de investigadores", subraya el especialista quien, matiza que, "lógicamente esta financiación estructural debe estar sujeta a una evaluación, pero debe también contar con recursos de primer nivel".
Las expectativas de que las inversiones para investigación lleguen, al menos, al 2,5 del PIB son una de las grandes esperanzas para los investigadores. "La financiación estructural es muy baja con respecto a la de la UE y no hay que olvidar que la investigación es una de las partes más importantes de nuestro futuro", considera Paz-Ares.
En este sentido, Rosario Perona, subdirectora General de Evaluación y Fomento de la Investigación del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), "sufridora hasta hace un año de esta situación", tal y como ella misma se ha definido, ha indicado que las pretensiones se dirigen a que "el actual 1,25 del PIB para investigación vaya aumentando hasta el 3% hasta el año 2030. La recién aprobada Ley de la Ciencia tiene ese objetivo, que también hará hincapié en la mejora de las condiciones de los investigadores".
Para Isabel Orbe, directora general de la Fundación Científica de la Asociación Española Contra el Cáncer, la colaboración es una de las palabras mágicas para avanzar en el presente y en el futuro de la investigación en cáncer. "Tener una estrategia significa conocer bien el problema y poner soluciones apoyando el talento científico, aspecto de especial relevancia en cánceres con menos oportunidades como los tumores raros o poco frecuentes y de escasa supervivencia".
En este punto, Orbe ha adelantado que en las próximas semanas, y junto a países como Francia y Países Bajos, la AECC lanzará una gran convocatoria interna para dar cabida a proyectos (fases II y III) en este grupo concreto de cánceres para que "los pacientes tengan acceso y comiencen a beneficiarse de más ensayos clínicos".
El panorama en población pediátrica
En otras de las sesiones de este encuentro, Marta Alonso, investigadora del Grupo de Investigación en Terapias Avanzadas para Tumores Sólidos Pediátricos del CIMA de la Universidad de Navarra, ha indicado que en el caso de la población infantil "el abordaje es, a veces, frustrante porque solemos ir por detrás de la investigación que se lleva a cabo en adultos".
Prueba de ello es que, según la especialista, en los últimos años solo se han aprobado tres fármacos para niños frente a los cientos en el adulto. "Aún así, el empuje de entidades de diversa índole y de los investigadores básicos y clínicos ha hecho que podamos avanzar e ir ofreciendo algunas perspectivas terapéuticas. Pero, sigue siendo insuficiente en cáncer infantil".
El equipo de Alonso trabaja actualmente en un proyecto para tumores cerebrales infantiles con virus modificados genéticamente en laboratorio a través de los cuales se pretende atacar las células tumorales y, a la vez, inducir inmunidad, con una actuación similar a la de una vacuna. Este tipo de ensayos son los que han alabado pacientes que han participado en este encuentro y cuyas perspectivas de vida han aumentado a través de ensayos experimentales.
Jon Zugazagoitia, investigador del Hospital 12 de Octubre de Madrid, considera que el avance de los últimos años en investigación ha sido importante: de la contemplación del cáncer como única entidad se ha pasado a la denominación de distintas enfermedades en las que ya se están obteniendo importantes tasas de supervivencia.
No obstante, subraya que existe mucho por desgranar, siendo uno de los principales retos de la investigación el "intentar descifrar por qué unos pacientes responden a las terapias y otros no; por qué son diferentes las respuestas a la inmunoterapia y, por supuesto, minimizar los efectos secundarios y tóxicos sin restar eficacia terapéutica".
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