Es frecuente que los vocablos que designan estructuras anatómicas muy visibles experimenten una doble evolución lingüística ―culta y vulgar―, al tiempo que se produce un desplazamiento más o menos importante de su localización anatómica precisa. Así ha sucedido, por ejemplo, con el latín cúbitus, que ha dado origen a la pareja ‘cúbito’ (hueso del antebrazo) y ‘codo’, en absoluto sinónimos hoy entre sí; o con húmerus y la correspondiente pareja ‘húmero’ (hueso del brazo) y ‘hombro’.
Un tercer ejemplo lo constituye el latín músculus (diminutivo de mus, muris, ratón). En el lenguaje culto de la medicina, seguimos llamando músculos a los órganos carnosos responsables del movimiento en el hombre y otros animales. En el lenguaje común, en cambio, al tiempo que se abreviaba a muslo, su significado fue restringiéndose hasta designar únicamente la zona del cuerpo con mayor masa muscular; es decir, la región de la extremidad inferior situada entre la cadera y la rodilla. Esto no ha sido así, por supuesto, en todos los idiomas. En catalán, por ejemplo, un idioma muy próximo al nuestro, llaman músculs a los músculos, pero muscle no al muslo, sino a la eminencia carnosa del hombro.
Fernando A. Navarro
Los términos 'muslo' y 'músculo', derivados ambos del latín, comparten etimología. Off Fernando A. Navarro Offvia Noticias de diariomedico.... https://ift.tt/Ma0iDjn
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